Capítulo 14 - Transparencias

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—¡Raoul! ¡Raoul!

Mientras espera a que su chico acuda a su llamada, Agoney sigue abotonándose la camisa que ha escogido para Nochevieja.

—¿Qué quie...? —La frase se queda a medias en cuanto el catalán pone un pie en la habitación—. ¿Vas a salir así?

El canario se gira luciendo orgulloso su camisa negra con transparencias, pues ha surgido el efecto que esperaba dejando a su prometido sin palabras. Con un gesto vacilón, lleva su mano a la barbilla del contrario para cerrarle la boca con suavidad.

—¿Algún problema? —Azla una ceja el moreno.

—Por mí no, pero estamos a treinta y uno de diciembre —explica Raoul acariciando con los dedos el pezón que se intuye bajo la camisa del otro—. Igual mueres congelado que esto tiene pinta de no abrigar una mierda.

—Tú sigue tocándome así y te aseguro que frío no voy a tener —susurra entre jadeos el moreno cerca del oído del menor.

—Va, ¿por qué me has llamado? —Carraspea el rubio separándose de él con la intención de no sucumbir a la tentación de su novio.

—Porque me da a mí que a Bambi le tiene que bajar la regla en unos días y por si acaso, ya que nos vamos durante gran parte de la noche, le deberíamos poner el pañal hoy —informa el canario.

Raoul frunce el ceño antes de asimilar toda la información.

—¿Le llevas la cuenta o has usado tus súper poderes de veterinario para averiguarlo? —Pregunta divertido el menor.

—Lleva todo el día pegada a mi pierna, no hace falta ser Einstein.

—Igual solo está mimosa —se encoge de hombros el catalán.

—Raoul, por Dios, que se me está restregando contra el zapato —se queja el isleño cogiendo a la perra en brazos—. Para ya, bichejo.

—Oye, pobre, déjala —la defiende el rubio llevándosela con él—. Está cachonda y acude a ti, es lista, a mí me funciona.

—Serás idiota —niega entre risas el mayor de los dos—. Yo me tengo que maquillar aún, ¿mientras lo hago puedes apañar a la perra?

—¿Yo? ¿Estás loco? —Pone los ojos como platos el rubio—. Casi ni me deja tocarle la cabeza como para tocarle el culo.

—Es solo ponerle la braguita, no va a morderte —rueda los ojos Agoney—. No seas dramático.

—Claro, porque tu perra no me ha mordido nunca, ¿de dónde sacaré esas ideas descabelladas? —Ironiza el menor a pesar de hacer caso a su chico.

—Gracias, gruñoncín. —Le guiña el ojo antes de meterse en el baño.

Agoney se maquilla bastante rápido y sin muchas dificultades ya que ha escogido un maquillaje de lo más sencillo basado únicamente en una sombra de ojos negra a juego con la camisa y el eye-liner. Se contempla durante unos segundos en el espejo, descubriendo que le gusta lo que ve. Se está atusando los rizos que le caen por la frente cuando un grito, procedente de la habitación, le hace salir como un rayo a ver qué ocurre.

—¿Qué pasó? —Pregunta preocupado al ver a Raoul tirado sobre la cama.

—Que es una hija de puta, Ago —sentencia el rubio enseñándole su dedo ensangrentado—. Es que sabía que iba a pasar.

—Ven, anda —pide tiernamente el tinerfeño agarrando con cariño su otra mano y tirando de él hasta llegar al baño—. No seas duro con ella, estos días está más sensible y ya sabes lo mal que lo pasa con alguien que no soy yo desde que la abandonaron.

ALONE WITH YOU (Ragoney) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora