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Corro tanto como mis piernas me dan, haciendo el mayor esfuerzo físico de mi vida

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Corro tanto como mis piernas me dan, haciendo el mayor esfuerzo físico de mi vida. La asfixiante sensación de estar atrapada me sujeta del cuello, sin piedad, sin dudar. El dolor en mi abdomen me pide a gritos parar, pero no puedo.

El cielo amenaza con estallar en llanto, la oscuridad de las calles nunca había sido tan espesa y tenebrosa.

No me detengo a mirar atrás, aquí no hay margen de error. Golpeo las puertas de cada edificio que veo, esperando encontrar una abierta, pero parece un pueblo fantasma.

Mis mejillas entumecidas y el dolor en mi garganta no me dejan gritar. Clavo mis uñas en la piel expuesta de las manos, obligándome a estar alerta.

Soulmate.

La alerta roja en mi cabeza grita sin medida, sorprendida de poder escuchar las pisadas pesadas, sus gruñidos y jadeos azotan las frías calles de Bélgica.

La libertad amenaza con escapar.

Mis ojos lagrimean al sentir algo atravezarme, con tanta destreza y afinidad que pierdo el equilibrio. Chillo con fuerza, tocando mi zona herida. Las piernas me fallan por primera vez, dejándome a la deriva de un callejón. Suprimo el llanto, orando porque el olor a basura y suciedad cubra mi aroma.

¿Magnífico o estúpido pensamiento?

Tanteo entre lágrimas, localizando la salida del arma. Estoy jodida.

Golpeo mi cabeza contra la pared, esperando que todo sea un sueño y en cualquier momento William me despertará. Cierro los ojos, respirando lo más lento y tranquilo que puedo, juntando todo el valor que me queda.

Me apoyo sobre mis codos, suspirando ante la presión ejercida. Levántate malditasea. Muerdo mi labio inferior, comenzando a ponerme de pie.

Solo un poco más.

No sé en qué momento ocurrió, no noté los cambios a mi alrededor. Olvidé la constante sensación de ser observada, la espina que clavé en mi pecho para nunca bajar la guardia. Suprimí todo recuerdo de ser vigilada por él.

Las extremidades me pesan como nunca antes, comenzando a adormecerse. Miro atrás, confundida por el nuevo manto de silencio.

Y como si fuese invocado, una bestial aullido acompaña la noche. Tan divino y aterrador, todo un frenesí de emociones, tan hermoso y caótico.

Entre parpadeos y estragos sonrío. Estancada en un hambriento pensamiento que taladra mi cabeza, gritando una y otra vez:

El lobo feroz a llegado.

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Green CondemnationDonde viven las historias. Descúbrelo ahora