Los actos tan atroces cometidos el pasado seis de noviembre conmocionan a los habitantes de la ciudad de las luces...
Se reportan avistamientos de lobos a las fueras de los pueblos turísticos. Ofrecen recompensa por cada cabeza.
No encuentran una explicación para las fotografías salvadas...
La iglesia avisa de la llegada del diablo...
Las autoridades informan que se tomarán las medidas necesarias para garantizar la seguridad de la ciudadanía...
Cientos de cuerpos fueron encontrados a las orillas...
Se perdieron comunicaciones con los siguientes pueblos:...
Los expertos informan que su comportamiento no es natural. Algo podría impulsar a los animales salvajes a salir.
¡Últimas noticias!
Se autoriza la caza.
Si el silencio es intenso, profundo a su manera, tanto que podrías escuchar los latidos de tu corazón. Y tal vez, escuchar cada parte caer, cada grieta hacerce más grande.
Respiro profundamente, tomando otro montón de papeles del escritorio. Reviso rápidamente las cifras, cuadrando los cheques y depósitos salidos en el último mes.
El exasperante sonido del televisor encendido capta mi atención de vez en cuando, llevándome ciertas palabras: desapariciones, descontrol, matanzas, entre otras más agresivas. Tomo el control y bajo el volumen.
No es que no me importe, aunque en parte sea así, pero eso está muy lejos de mi área de trabajo, por lo tanto, es irrelevante.
Fastidiada abro el cajón derecho del escritorio, sacando una liga. Ato mi cabello en una coleta alta, dejando los famosos "gallos" . No es que no me guste mi trabajo, pero es odioso hacer lo que los demás olvidan.
—Deberías dejar eso para mañana.
Elevo un poco la cabeza, dándole una mirada cansada a la intrusa. Niego sin más, subiendo las gafas por el puente de mi nariz.
—Y tu deberías haber tomado un té de ruda—señalo su vientre abultado.
Su risueña risa hace eco en la oficina. Toca su vientre, regalándome una sonrisa.
—Nos dimos cuenta muy tarde—bromeó. Cierra la puerta a sus espaldas, caminando a tomar asiento.
Y no miente.
—¿Te quedas hasta tarde?—pregunto a la vez que busco unas hojas.
—No, quería pasar a invitarte—corta la oración, sonriendo y moviendo ambas cejas—, quiero decir, invitarlos a cenar el fin de semana.
ESTÁS LEYENDO
Green Condemnation
WerewolfLa máscara de la Reina cayó. Sus mentiras llegaron al límite, dejándola al descubierto, expuesta ante todos los que dañó sin contemplación. El peso de sus palabras comienzan a hundirla en su propia sangre, asfixiando su delicado cuello. Y para su...