capítulo 35

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Antes que nada, ya estamos a mitad del fic, yaaay. Y en segundo lugar, disfruten el cap.
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Bebimos un poco, no lo suficiente como para emborracharnos pero nos dió el empujón que necesitábamos. ¿De qué estoy hablando? probablemente se lo preguntan, bueno aquí estamos, junto a la puerta del dormitorio de Mariana, estábamos contra la pared, mirándonos con nuestros ojos llenos de pasión.

Me incliné con ganas de arrancarle los labios pero al mismo tiempo vacilante, nuestras miradas chocaron y me congelé al instante. No había necesidad de palabras, con nuestras miradas expresábamos todo. Cerré la distancia entre nosotras y nos besamos. Al principio, nuestro contacto fue suave, pero el beso se profundizó y nuestras lenguas bailaban en una perfecta sintonía, el calor se apodearaba de la situación, nuestro único enemigo era la ropa.

Abrió la puerta con vigor y me llevó al interior hasta que choqué con algo y caí de espaldas con ella cayéndome encima... sí, era su cama, lo supe cuando me posicioné mejor.

Sus manos fueron a dar abajo de mi sudadera levantándola, frotó sus manos sobre mi piel expuesta y pegué un grito ahogado al sentir su tacto. Mi pecho subía y bajaba mientras la miraba, sus ojos tenían un color oscuro, llenos de deseo. Agarré el dobladillo de su blusa y la tiré rápidamente, ahora solamente estábamos con los pantalones de la pijama y en sujetadores.

—¿Estás segura?— murmuró contra mis labios, dios, me gustaría que dejara de preguntarme eso.

—Sí— susurré. Inmediatamente se subió encima de mí, haciendo que nuestros cuerpos quedaran pegados. Mientras yo recorría cada parte de su bien tonificado cuerpo, estaba fascinada pornla forma suave de su piel, exploré todo y me detuve en sus caderas.

Soltó un suspiro así que continué, subí mis manos tirando de sus caderas para que pudiera sentir aún más su cuerpo con el mío. Nuestro beso se había profundizado aún más, me aparté un poco mirándola.

Cada centímetro de mi cuerpo me gritaba que la tomara, pero yo tenía que respetar si ella quería alejarse en un determinado momento, pero por suerte, no parecía ser así.

Le di la vuelta, así que ahora yo estaba en la parte superior, nuestros ojos se encontraron. Los suyos, miel que la hacían lucir hermosa, tan atractiva. Me incliné hacia su rostro, mis labios rozando su lóbulo de la oreja.

—¿Puedo hacerte el amor?— susurré y noté que su cuerpo tembló en el momento que esas palabras salieron de mi boca, esperé a su respuesta dejando pequeños besitos en su mejilla, me eché hacía atrás y vi su visto bueno, esa fue toda la confirmación que necesitaba.

Sonreí cuando sentí sus manos en mi cabeza, enrollando sus dedos en mi cabello y apretándome. Una vez que terminé en sus pechos, me incliné para mirarla, respiraba con un poco de dificultad. Me recosté sobre ella.

—Las dos nos preocupamos por los demás... Escucha a tu mente y a tu cuerpo— le susurré con voz ronca.—Ellos saben cuando estés lista, ¿lo estas?— me aseguré de repetirle lo mismo que ella me había dicho a mí, la noche que se quedó en mi casa. Cuando me incliné hacía atrás, me sonrió y asintió con la cabeza.

Mi mano comenzó a explorar, sentía una ola de sentimientos que me invadían, su piel suave, sus curvas, todo. Mis ojos se abrieron al ver su lencería de color negro, se veía realmente sexy, conecté nuestros labios una vez más, me estaba volviendo loca.

Me enloquecí, inmediatamente besé sus muslos burlonamente hasta que llegué al punto, el punto del cielo y él paraíso. De repente, no existía nada en el mundo, sólo nosotras dos.

El increíble placer que Mariana me provocaba era irreal, no podía creer que estaba aquí, al borde del extasis. Después de un mar de placeres, me sentía en las nubes, el olor, el sentimiento, los escalofríos, el tacto... todo era increíble.

Mariana se dió la vuelta para enfrentarme y sus ojos se fijaron en cada parte de mi, sonreí y me incliné para besar su nariz, amando la manera que frunció su rostro lindamente. Alargó su mano y trazó mis labios con su dedo pulgarl aparentemente perdida. Después de casi toda una eternidad, habló.

—Esta es la primera vez que hice el amor...— susurró vacilando un poco.

Ella vió mi expresión confusa así que continuó.

—He tenido relaciones pero no así, no es igual a esto— suspiró avergonzadamente, tal vez pensando que yo no sentía lo mismo.

—Yo también— le contesté, aún con la voz ronca.

—¿Ni con...?

—No— la interrumpí— No con ella, con nadie. Al igual que tú, esto es diferente— sonrió y pude notar que le encantó lo que le dije.

Ella se acurrucó una vez más y comenzó a trazar círculos en mi mejilla.—Tú eres algo más.

Vi su rubor y no pude evitar soltar una risita. Me empujó juguetonamente pero me abrazó con fuerza.

—Nunca he conocido a alguien como tú Mariana, eres increíble pero me asustas— revelé esperando que no lo tomara por el camino equivocado.

—¿Te asusto? ¿Cómo es eso?— preguntó curiosa.

—Me haces sentir cosas... cosas que no he sentido antes. Me haces sentir segura, aún si estoy en peligro, emocionada, tranquila pero valiente.

Se quedó en silencio, tomando mis palabras y luego la sentí asentir contra mi pecho.

—Eso es exactamente lo que siento también— sonrió besándome.

—Soy feliz contigo— sonreí.

—Soy feliz contigo— sonrió de acuerdo.

Esto es el amor.

LUJURIA OCULTA|FERCHA Y MARIANA (ADAPTCIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora