O l i v e r

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Aveces la soledad hace que cometas tonterías, Oliver lo sabía perfectamente.

Desde pequeño nunca se sintió amado, no sabía precisamente por qué.

O quizás lo sabía y no lo quería admitir.

No era particularmente querido, su mamá solía beber alcohol hasta tarde para ahogar sus propias penas, pues hace poco su padre los había abandonado, no sabía la razón, pero probablemente algo tenía que ver su existencia.

Se sentía culpable, mucho, y es por eso que cuando su madre sentía mucha rabia, él se dejaba golpear por ella. Quizás de esa forma ella podría estar más tranquila y feliz. Estaba dispuesto a dejarse herir con tal de que todo mejorara.

Las cosas avanzaban gradualmente de nivel, tanto así que, de alguna forma, cegada por la necesidad y el odio, ella terminó tocando partes con las que no se sentía precisamente cómodo.

''Eres un hombre de todos modos, solo tienes que moverte.''

Le susurró gentilmente, lo que contrastaba con la mirada de odio y asco con la que lo acechaba.

Intentó resistirse, forcejeo y la logró bajar de su regazo, rasguñandola en el proceso. Provocado que enojada su madre tomara una de las botellas rotas del cuarto y le rasgara su ojo.

Terminó perdiendo la vista del lado izquierdo, y a nadie le importó, ni siquiera el doctor le preguntó el por qué de su herida.

Por eso lloró al llegar a su casa, lloró y lloró.

Y se baño más de una vez recordando la escena.

Se baño más de una vez pero aún se sentía sucio.

Siempre se sintió sucio.

No lo entendía...
¿Qué tan malo era para ser castigado de esa forma?

Aveces sentía que en su otra vida debió ser alguien horrible...

Estaba muerto por dentro, demasiado, es por eso que al estar solo terminaba haciéndose daño, era su forma de decirse a si mismo "Oye sigues respirando". Una bofetada a que seguía viviendo en ese infierno.

Aún cuando pasaba sangrando, no llamaba la atención de nadie. Al contrario, lograba que lo ignoraran aún más.

(...)

Desde que conoció a Fukase, pudo sentirse algo mejor, le importaba a alguien, aunque fuese alguien extraño.

Por eso mismo no dijo nada cuando vió como este lo filmaba mientras se autolesionaba, tampoco le preguntó sobre qué hizo con eso, y no quería saber la respuesta.

Quizás Fukase era raro, o estaba loco, pero el también lo estaba, y realmente prefería estar acompañado de un loco que de nadie.
Ese pelirrojo que solía mirarlo con sus ojos inexpresivos, era la única persona que alguna vez lo había mirado.

Pero ahora, nuevamente estaba solo, su única luz se había apagado, quizás, solo quizás era esta la señal que esperaba.

Ya no tenía nada que perder...

Nada, no tenía nada.


Se levantó lentamente...

Con una media sonrisa camino hacía su mochila, abrió el segundo cierre de esta y hurgo en ella hasta sacar un pequeño bisturí.

Si, esto tenía que hacer...

La voz en su cabeza le seguía intoxicando sus pensamientos mientras le pedía que tomará valor, quería que esa voz se callara, pero sabía perfectamente que no podía hacerlo.

Si fuese un error alguien lo impediría, justo en ese momento entraría por la puerta y le diría que no, que todo estaba bien, Fukase entraría en cualquier segundo y....

No, nadie entró.

Miró una vez más sus manos temblorosas, y respiró profundo.

"Eres un error." Le gritó una vez su padre, pero no lo culpo, no tenía la obligación de cargar con una familia que no quería. Se preguntó si estaría feliz ahora.

"Eres un asco". Le decía su madre, pero nunca la odio por eso. Él también la lastimó, no quiso hacerlo. ¿Estará bien en casa? ¿Habrá almorzado? ¿Me extrañara? No quería dejarla sola, se podría sentir triste, y el no quería hacerla sentir triste.

"Ya no me sirves" Le dijo Fukase mientras lo miraba con sus lindos y peculiares ojos rojos. Quizás lo debió haber detenido, quizás se debió haber levantado y decirle nuevamente que porfavor no lo dejará, que el lo amaba más que nada en el mundo...

No importaba, ya estaba hecho.

Acerco sus manos a su garganta con fuerza, con tanta fuerza, que terminó por arrancar la última gota de vitalidad que le quedaba.

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B a d   E n d i n g
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nota;

Creo que este fue el capítulo más difícil de hacer. Tenía planeado la historia de Oliver desde un inicio, pero mientras escribía la historia sentía que no debía contarla aún.
Pero a pesar de que sabía que escribir, a la hora de hacerlo fue un sin fin de problemas...
Aún así espero que se haya entendido algo de sus sentimientos y como funcionaba su cabeza.
Falta un último capítulo para poder cerrar todo.

RED BLOOD [OliKase]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora