Capítulo XIV

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En una pasarela española se encontraba Chuuya Nakahara con el porte que siempre lo ha diferenciado, ese traje de tres piezas acompañado del sombrero con banda color vino (por obvias razones) y el collarín negro cortesía de Koyou para acompañarlo a donde fuera el pelirrojo creaban en Chuuya lo que sería perfección.

Si no escucharán su nombre por la pasarela, rápidamente podría hacerse pasar por una mujer, una mujer muy hermosa y sofisticada para ser realistas; incapaz de estar con cualquiera que pudiera sus ojos en ella. Pero ese no era el caso, la manera en que atraía al público con su hermosa e hipnotizante mirada se adornaba con un deslumbrante brillo al escuchar los aplausos aclamando por él.

Al término de la pasarela, Chuuya se encontraba exhausto, tenía que admitir que la cola ya no era para preocuparse, pero si su horario de trabajo en el cual intento expandir su tiempo como humano en casi un 50% para poder soportar las jornadas.

Al medio día se preparaba para una sesión de último minuto a la que no se podía rehusar, llegó unos minutos tarde, pero afortunadamente su retraso no afectó el trabajo de los demás; si así hubiera sido, se lamentaría a más no poder.

Sus compañeros de modelaje eran un joven demasiado apuesto, no aparentaba su edad y por coincidencia tenía casi la misma complexión que Chuuya, solo que el tenía una mirada fría y un cuerpo un poco más robusto y un hombre de no más de 35 castaño, de ojos color miel; a diferencia de los otros dos la estatura si era diferente por mucho. Al parecer la estrategia de la empresa era que se vieran lo más jóvenes posible y lo habían logrado.
El joven de cabellos negros y ojos profundos color azul penetrante no mantenía mucho la conversación que Chuuya intentó crear para eliminar el ambiente de tensión, era frustrante para el pelirrojo que por último intento optó por invita a comer a sus compañeros luego de la sesión; el azabache de mala gana aceptó mientras que el castaño proponía ideas de restaurantes cómodos y tranquilos.

Dentro del restaurante, las miradas se centraban en ellos tres, tres hombres apuestos que parecían no ponerle importancia a los demás conversado de cosas triviales como su día a día o su país de origen.
A pesar de que el azabache era poco accesible terminaron creando una buena amistad, un castaño de ojos verdes paso por el azabache sorprendiendo a los otros dos ya que era muy joven a lo que respondió que era su pareja. No les sorprendió que bateara al otro lado, los otros dos eran igual así que no eran quienes para criticarlo.

El castaño se quedó un rato más conversando con Chuuya hasta que de un momento a otro el alcohol que habían tomado empezaba a tomar sus efectos, aún seguían con todos sus sentidos pero se sentían mareados.
Poco a poco la conversación se hacía más íntima, el ojimiel hablaba de lo que podría llamarse su pareja alegando que no le gustaba que todo lo intentará resolver con dinero.
Chuuya hablaba de Ranpo, pero no sé sentía bien al hablar de él. Se sentía vacío hasta que de repente ya hablaba de Dazai y lo molesto que era, el castaño se daba cuenta de que aunque lo dijera con enojo sus ojos brillaban cuando hablaba de él, parecía un enamorado.

- Oye Chuuya... ¿Estás seguro de que no sientes nada por ese tal Dazai?-

-Ah?- Chuuya se veía confundido por la pregunta, no esperaba eso -¿Cómo voy a sentir algo por ese  bastardo? El ha hecho de mi vida todo un maldito infierno-

-A pesar de que lo digas en ese tono no lo parece Chuuya... No quiero ofenderte ni nada parecido, solo que cuando hablas de el emites un brillo diferente a cuándo hablaste de tu pareja, Ranpo.-

-Tch... Esas son tonterías, Dazai puede ser apuesto y muy interesante, pero jamás tendría algún sentimiento amoroso hacía él, solo me ha metido en problemas cuando estamos juntos -

-Está bien... Respetaré tu decisión-

Unos minutos después Chuuya se fue dejando solo al castaño; llegando al departamento tratando de eliminar los efectos del alcohol se metió a la bañera con agua fría, temblaba mientras recordaba lo que el castaño le había dicho. Era cierto, Dazai podía ser una molestia para él, pero se había acostumbrado a ser molestado, se había acostumbrado tanto que ahora lo extrañaba, no entendía bien que era ese sentimiento, pero provocaba que su pecho se oprimiera sintiendo una leve punzada, no le daba importancia, pero se había puesto a pensar detenidamente en como se había comportado con Ranpo, lo había alejado. No porque el quisiera o no directamente, solo que desde un inicio no sentía mucha emoción estar con él, le atraía, claro que sí, pero no pasaba de eso.

Cariño... No eres indispensable SoukokuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora