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El bautizo

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No recuerdo nada del día en que Lorenz y sus amigos nos encontraron. Y no es por soñar dramático, o que mi memoria sea mala, es que es uno de los misterios de nuestra existencia que nadie podrá resolver. Así como supongo que tú no recordarás nada de esta conversación, primero porque no me entiendes y segundo porque así funciona la vida.

A pesar de que mis recuerdos son pocos, Lorenz habló de ese día un par de veces estando yo presente.

Contrario a lo que ustedes creerían, mi mente guardó cada palabra que dijo. Me parece un lindo recuerdo, después de todo si no hubiese pasado yo no estaría aquí, al igual que tú y aquellos dos que están en el sofá de la casa.

El sofá... quiero subirme al sofá, pero no puedo.

¿Qué te decía? Ah sí, Lorenz habló varias veces de eso. Era el día de su graduación. Liah, Jaden y él estaban recorriendo por última vez el camino de la escuela a sus casas.

No sé el porqué de su tristeza al contar aquello, pero parece extrañar ese día cada vez que lo cuenta. Tal vez es nostalgia. No sabría decirte, ustedes los humanos son complicados.

Según sus recuerdos, Jaden, su mejor amigo, salió corriendo por la calle disfrutando una supuesta libertad tanto por salir de clases, como por estar cerca de mudarse a un departamento lejos de su familia.

Si saben lo que se siente ser libre, no sé de qué se quejan cada que me escapo.

El punto es que las tres versiones jóvenes de ellos estaban alegres. Tan emocionados como pueden estar unos adolescentes cuyos pensamientos idealizan la vida adulta por mucho tiempo.

—¡Piensa rápido, imbécil! —gritó su mejor amiga saltando sobre su espalda para que le cargara.

Aclaración importante, que parecerá superficial, pero te dará un poco de contexto en el futuro; para esa época Lorenz era debilucho, aunque suela mentir sobre ello. Es por eso que, al no soportar el peso de su mejor amiga, tropezaron y cayeron al suelo justo al lado de unos arbustos.

—Liah, no seas tan brusca —le dijo riendo, pero se calló cuando escuchó unos ruidos dentro del matorral junto a ellos.

—¿Escuchaste eso Lo?

Lo, el diminutivo de Lorenz, que a su vez es diminutivo de su nombre completo; Lorenzo, el cual me parece que no es difícil de pronunciar, pero al parecer para muchos es una tortura.

Lorenzo Vitali, así es su nombre. Es de un lugar llamado Italia, nunca sé a qué se refiere cada que nombra ese sitio, solo sé que queda lejos de aquí y también se refiere a eso como un país.

Al parecer cuando él era un cachorro de humano de diez años se mudó a los Estados Unidos, tampoco sé a qué se refiere con ese sitio porque donde vivimos se supone que se llama Nueva York.

¿Dónde estaba? Ah, sí, el par de amigos escucharon algo y metieron su cabeza entre las hojas verdes del arbusto en busca de lo que sea que hubiese hecho tales sonidos.

Lo tomó una caja entre sus manos y esta se movió, sonidos leves y débiles se escucharon desde adentro.

Cabe resaltar que ustedes, los humanos, solo escuchan sonidos extraños de nosotros. No me entienden cuando les hablo, tal vez no son muy inteligentes.

Liah se enterneció al reconocer los sonidos de forma inmediata, pero recordemos que es Liah y a ella le causa ternura todo.

Jaden se asustó, estoy seguro de que un montón de probabilidades de lo que había dentro de la caja pasaron por su cabeza.

Y Lorenz... Bueno, él no pensó nada. O tal vez pensó en todo, es muy complicado, ya lo conocerás con el tiempo.

Al abrir la caja consiguieron a una camada de cachorros recién nacidos. Sí, yo era uno de esos, el más pequeño de todos. ¿Por qué estábamos en una caja? Son muy cómodas. Además, es divertido romperlas. Pero no sé qué hacíamos ahí, ni cómo llegamos a ese sitio.

Lo que Eros tiene que hacer © | #1 ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora