¿un niño?

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El silencio reinaba en el despacho. Las paredes eran de un color gris, calmante, básico, soso. Todo se encontraba en su lugar, perfectamente ordenado y organizado, nada fuera de lo ordinario. Excepto...

Una cabeza de cabellos negros se removió lentamente, el dueño se encontraba con su cabeza recostada entre sus brazos sobre la mesa de su escritorio. Un bajo gruñido resonó por la constante claridad de la habitación, mientras el hombre adormilado volvía al mundo de los despiertos.

Armando levantó lentamente su cabeza, gruñendo nuevamente en dolor, debido a su previa posición su espalda se encontraba adolorida, y la luz era demasiado brillante para sus cansados ojos, y el pelinegro se volvía más y más consciente de las dolorosas pulsadas en su sien.

—Joder...— su voz se encontraba ronca debido a falta de uso, y el sentimiento de rareza por no reconocer su propia voz lleno al mecánico. Delicadamente el hombre se estiró, tratando de disminuir sus dolores, y de despertarse por completo. 

Después de unos muy dolorosos segundos, el pelinegro miró a su muñeca, intentando ver la hora, y después de arreglar la posición de este, vio que acaban de  volverse las 4 de la madrugada. 

—Joder...—el sonido de su voz le extraño, ya que era ronca y en desuso. Somnoliento vio su escritorio, notando de que había terminado aquel papeleo tan molesto. Al recordar su trabajo, también recordó que Yun le esperaba en casa.

Yun. Su querido y amado, compañero de vida, su todo y su alma entera. Esbozando una suave sonrisa, el mecánico recordó como Yun testarudamente se negaba a irse, hasta que este se quedó dormido y al despertar Armando fue finalmente capaz de convencer a su amado que regresara a su hogar. 

Yun había estado tan cansado, seguramente ni siquiera recordaba su propio nombre al despertar, y bueno, tal vez armando se haya aprovechado un poco del estado somnoliento del pelirrojo, pero era por una buena causa.

La vista de su pareja durmiendo en el sofá que estaba en su oficina le alegraba y preocupaba simultáneamente, ya que por un lado le hacía feliz saber que le importaba tanto a Yun, pero por otro no le agradaba ver a su amor dormir en un lugar tan incómodo,

Armando lentamente despertó, al recordar que había una persona it's que esperaba con ansias su regreso en casa. Rápidamente recogió su oficina y después de hacer arreglos y organizar todo de manera eficiente, se apresuró a caminar por los pasillos de su taller. Lockers de color naranja claro llenaban el lugar de la habitación donde se encontraba, y el pelinegro se cambió en tiempo récord. Poniéndose un suéter de material grueso para el frío de enero salió de su taller. Asegurándose de que todo estuviera en orden, de haber cerrado y demás 









Abrí lentamente mis ojos parpadeando varias veces para acostumbrarme a la luz, me quede un momento pensando, cómo procesando todo hasta que reaccione y vi la hora. 

4:37 

— Joder...— dije con cansancio, sintiendo ese sentimiento extraño que tienes cuando no escuchas tu voz por mucho tiempo.

Mire los papeles que estaban en la mesa viendo que milagrosamente ya había terminado. 

Solté un suspiro cansado para después ver el sillón de mi oficina recordando que había mandado a Yun a la mansion por que tenia mucho trabajo a pesar que no se quería ir lo convencí  ya que se había hecho bastante tarde y es mas fácil convencer a un Yun adormilado. Mientras pensaba en Yun una sonrisa boba se pinto en mi rostro, había tenido otras relaciones pero jamás así como esta, estoy completa y totalmente a los pies de Yun.

Te Protegeré [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora