Tercer Anochecer

8 1 0
                                    

Y entonces estaba allí, en el espacio vacío, podía sentir como todos los alrededores susurraban, las voces de las sombras y los gritos del pasado, agobiante, pero soportable, sentía como todos clamaban en agonía múltiples arrepentimientos.

El infierno, ese lugar había sido llamado así en muchas creencias, pero, ese infierno no era igual al mostrado en otras religiones, este era mi infierno personal, el lugar donde mi mente era castigada día y noche como lo que siempre merecía.

Y así estaban, gritando, llorando y rogando, yo solo veia el mundo de dolor y caos en el que estaba, los cánticos del miedo y la locura inundaban el mundo.

Fue entonces que me recosté mirando aquel cielo caótico, una serie de explosiones de soles y mundos, estrellas que morían y devoraban planetas horridos.

Tras unos minutos, los cantos celestiales comenzaron, ángeles hechos de carne y huesos sonrientes compuestos por deformidades cuyos brazos eran sólo alas con dientes que ahuyaban y se llevaban a una serie de pobres e ilusos a un supuesto paraíso de control.

Yo me levante y recuerdo como una serie de cabezas llorantes de sangre se acercaban a mi, querubines, esas cosas me susurraban el porque me encontraba en ese averno, a pesar de cómo lo decían que sonaría incomprensible, en mi mente era más que claro.

Aquellas horridas criaturas tomaron vuelo al espectáculo de estrellas muertas, yo camine poco a poco sintiendo el frío del lugar, mi infierno era oscuro, aterrador y frío, un lugar de miedos y terrores que ninguna mente debería de soportar.

En ese momento, comencé a sentir hambre, mire a los alrededores mientras rascaba mi cabello con mi mano ahora metálica para reemplazar la de porcelana que una vez hubo ahí.

Note a una pobre alma que vagaba mientras se lamentaba de cómo había vivido.

Comida...

Rápidamente corrí hacia el y lo comencé a sujetar con fuerza del cuello, el me trató de apartar golpeando las partes rotas de la porcelana de mi cuerpo.

Ante ello, comencé a golpearlo de forma salvaje; pero lo que salió no era sangre, sólo lamentos y gritos líquidos en forma de un líquido rojo, y el cuerpo del desgraciado no era carne, solo dolor y crueldad en forma de mera materia.

Irritado al notar su verdadera naturaleza, sujete su cabeza y comencé a azotar la varias veces contra el suelo buscando acabarlo de una vez, era molesto, ese sujeto lo era.

Comencé a gritarle:

¡DEJA DE MOVERTE, DAME TU MALDITA CARNE! ¡¿QUE ACASO YA NO LO ENTIENDES?! ¡¡¡TU DIOS YA NO ESTÁ AQUÍ!!! ¡ESTAS SOLO Y ABANDONADO! ¡¡¡ASÍ QUE DEJA DE PEDIR PERDÓN!!! ¡LO HECHO HECHA ESTA DESGRACIADA ALMA SIN VALOR!

Una vez note que aquel sujeto ya no se movía, es que mire las lágrimas del cuerpo de él, y sin importarme, comencé a sacar lentamente sus ojos, eran las ventanas del alma después de todo, se los saqué con lentitud escuchando sus últimos quejidos de agonía, ya una vez en mis manos, comencé a comerlos.

Luego, ya con un apetito mayor, me avalance contra el comenzando a morder y desgarrar su rostro, le arrancaba lentamente la piel para saborear la y poder sentir la carne expuesta de él, la sangre me llenaba y calmaba mi sed, todo era un aperitivo que resultaba asquerosamente delicioso.

Entonces...

Este es el infierno...

Mi infierno...

Donde Dios nos ha abandonado...

El día que los sueños se acabaronDonde viven las historias. Descúbrelo ahora