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— Entonces ¿Puedes hacer que aparezcan miles de pastelitos rosas bien bonitos? — Jimin miró al señor de traje enfrente a el cual no mostraba una expresión alegre, pero eso al menor no le importo en lo más mínimo.


— Si puedo, pero no lo haré. Yo solo vine a quitarte tu alma y a desaparecer tu cuerpo solo necesito que me digas lo que quieres antes de morir. — JungKook ya se había cabreado con el menor, el solo quería llevárselo y ya, como a todos, como siempre lo había hecho pero el niño aquel le ponía las cosas difíciles. Con gusto el se lo hubiera llevado de inmediato pero pero no podía debido a la ley que había impuesto el viejo del cielo, tal como este último mencionado antes de llevarse a las personas que pasaran un momento de felicidad con sus familiares y que se despidieran, el debía hacer lo mismo, concederles una última cosa. Leyes son leyes y no podía pasarlas a llevar, el Diablo era alguien de palabra.


Jimin puso su índice en el mentón e hizo una expresión para dar a saber qué estaba pensando, el Diablo al ver la acción suspiro más relajado por lo menos no había sido tan difícil como había pensado anteriormente. El menor le sonrió ampliamente y se acercó lentamente jugueteando con las mangas de su suéter.


— No se aun que pedir, tengo tantas cosas en mente que no me decido. — Aquella voz dulce hizo que JungKook frunciera el ceño una vez más y bajó la cabeza desordenando su cabello con ambas manos, aquel chico lo acaba de sus casillas y apenas llevaba un día tratando con el.


— Solo di una cosa y ya. Después de todo te vas a morir y será lo último que hagas en esta vida de porquería. —  Le habló exasperado aquel chico de cabello negro como la oscuridad.


— Es por eso que es importante Señor Diablo, es lo último que haré. — Le murmuró el menor viéndolo un poco asustado.


— Joder, joder... — Fue todo lo que dijo el chico alto para después sentarse sobre la mesa del escritorio del menor. Miró la habitación intentando distraerse pero logró fruncir el ceño una vez más durante aquel día. Aquél chico enserio amaba el rosado, se supone que era un niño, a los chicos le gustaban los colores como el rojo o el azul, pero el era tan diferente que amaba con su vida el rosado y eso lo demostraba en la decoración de su habitación. Paredes de un tono rosa pastel, el cobertor de la cama de color rosa con unicornios y estrellas en blanco. Algunos peluches sobre la cama los cuales variaban en colores, pero la mayoría tenía un toque rosa.


Miró el armario que estaba pegado a la pared, este era de un color blanco pero tenia estrellas rosadas y algunos ositos dibujados. La habitación parecía de una niña de 7 años a la cuál le gustaban las cosas tiernas pero no, era Park Jimin aquel mocoso por el cual apostaba su vida como Diablo que tenía pelos en las bolas. JungKook sonrió ante su pensamiento y miro al menor que se arreglaba su ropa, negó con la cabeza y se acercó hasta este.


— ¿Ya pensaste o seguirás jodiéndome la existencia? — El menor asustado levantó la mirada encontrándose con aquellos ojos negros como la noche, los cuales solo miraban a el y no muy felices. Se sonrojo levemente y se cubrió sus mejillas con sus pequeñas manitas.


— No, aun no. Ya le dije que es un poquitito difícil. Debe darme más tiempito — Jimin le mostró su hermosa sonrisa. JungKook puso su dedo índice en una de las mejillas del menor las cuales ya no eran cubiertas por sus manos y empujo el rostro de este haciendo que se desequilibrara y tuviera que correrse. 

¿Señor Diablo? • [곡민]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora