Droga

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Tenía las piernas atadas, sentía un ejército de hormigas subiendo por mis pies, solamente sentía las manos de Conway posadas en mis hombros.

*Me va a matar, lo hará no importa que pase, no importa que diga, me matará*

Empecé a sudar frío, no podía ver, no sabía con exactitud que estaba pasando del otro lado de las vendas, odiaba no tener el control incluso de mi propia muerte, estaba listo para darle un disparo a Horacio y después suicidarme, pero morir en manos de un policía de esta forma, inundaba de rabia mi mente. Tenía que desatarme, tenía que matar a Conway.

Sus manos tocaban mi cara, de un solo jalon, arranco la cinta que cubría mi boca.

-Ahora vas a escucharme-

-Sueltame-

-No. Hasta que te diga mi nueva propuesta-

-Sueltame-

-Se te escucha agitado, yo sé que me odias y eso es lo que lo hace mucho más divertido, ahora calla y escucha idiota. Soy el dueño de todos Los Santos, si quiero que alguien muera, lo mato. Si quiero que alguna evidencia desaparezca solamente desaparece. ¿Ahora entiendes que aún que vayas a la policía o a la mafia por poder tu destino me pertenece?-

-No puedes controlar nada si estás muerto, y yo me encargaré de eso-

-¡Oh Gustabo, creo que aún no entiendes! Tu me perteneces-

Podía oler su perfume, era el único aroma que podía percibir en la oficina, solo así sabía si estaba cerca mirándome o lejos. Escuchaba como caminaba por la habitación
*¿Cómo era posible que caminara a en esa obscuridad tan espesa?*

Coloco una pastilla en mi boca y con su mano me tapo la boca para que no pudiera escupir, la pastilla comenzaba a derretirse.

*Mierda, ¿Que es esto? Sabe horrible*

Perdí la respiración por un momento debido a un golpe en el estómago, que me hizo tragar todo de tajo. Seguía sosteniendo mi boca con su mano, cuando la quitó volvió a meter un trapo y sellarla con cinta de nuevo.

-¿Cómo te sientes?- No era obvio que no sabía que mierda me acababa de tragar, podía ser cualquier cosa y no pude evitarlo. Empezaba a brotar algunas lágrimas de rabia, la venda se humedecía.

-Te explico, Volkov no le hara nada a Horacio, a menos de que yo lo ordene, y ¿Sabes quién me obedecerá en todo para que Horacio no muera? Exacto, tu Gustabo-

*¿Que pasa?, Me estoy mareando ¿Tengo fiebre?, No se que ocurre*

-Lo que te acabo de dar es una droga que está rondando mucho por Los Santos, la ultilizan en bares, discotecas, e incluso en el Casino. Esa pequeña pastilla, solamente sirve para una cosa, hacer parecer una violación, como sexo casual-

*¿Sexo?*

Sentía calor, mis labios estaban totalmente secos, necesitaba agua, escuchaba los latidos de mi corazón tan cerca de mi oído, que en cualquier momento esperaba tener un paro cardíaco, aun que no lo viera, sabía que estaba duro. Esta situación no me exitaba para nada, sentía odio hacia Conway, sentía más que la necesidad de matarlo. Y esto lo empeoró aun mas

-Puedo hacer lo que yo quiera ahora Gustabo, tu cuerpo responderá aún que tú no lo quieras. Hasta que no salga está droga del mercado en Los Santos, tú serás solamente mio. De lo contrario Horacio muere-

Escuchaba hasta los mínimos sonidos en la habitación, no solo podía oler el perfume de Conway, también el olor a sudor de su camisa. Cada segundo que pasaba, parecía una eternidad, mi cabeza estaba dando vueltas, imaginado mil cosas a la vez. No podía digerir lo que acababa de decir

*Horacio, ¿Dónde está Horacio?*


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