Infierno

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Sentía como quitaba la cinta que me aprisionaba en esa silla, la habitación daba vueltas

*¿Por qué hace esto?*

Me apoyaba en la silla tratando de levantarme pero caí de inmediato, aún no me había quitado la venda, pero realmente no quería quitármela, las manos de Jack están sobre mi cuello,no ejercía fuerza al contrario con su mano sostenía mi barilla.

-¿Aun no lo entiendes?- Su voz era más grave, sentía su respiración como si estuviera cerca de mi cara, podía oler su aliento, una cruza perfecta entre cigarrillos y alcohol. Si me quitase la venda no podría verlo a la cara, y menos en mi estado actual. Busque con el tacto su cara, pero se había alejado, escuchaba ahora sus pasos, solo sus pasos con esos característicos zapatos negros perfectamente boleados, hacian un juego especial con la camisa que siempre portaba, no podía vertir de otra manera que no fuera un traje. Y debo admitir no le quedaba nada mal.

*¿Que carajo?*

-Deja...de jugar conmigo- Apenas y podía hablar, me sentía tan agitado, me dolía todo el cuerpo, además necesitaba ir al baño.

-Nadie está jugando contigo Gustabo- Sus manos acariciaban mi espalda, una caricia tan trasparente, que me estremecía, seguía en el suelo, sentado con las piernas cruzadas, tenía que ir al baño, lo más rápido posible. No puedo esperar mas.

-Necesi..to ir al baño...- Sentía como el sudor caía por mi frente, humedecía la venda, sentía un calor extremo

*Mierda*

-Ahora, di que trabajas para mí, sin importar que, vamos Gustabo, di quién es tu dueño- El teléfono de Conway sonó, pero se negaba a contestar, me tomo del cabello, jalandome hacia arriba, sabía exactamente lo patética que se veía mi cara, pero con cada minuto que pasaba, la sensación de ardor era más fuerte, una tortura. Prefería mil veces aquellos golpes que siempre me daba con la porra, aún si me dejaba casi muerto, eso era mejor que esto. Esta humillación era un tormento.

Intente levantarme pero, solo con acercar su boca a mi cuello, sentía una sensación de alivio. El ardor era menor.

-¡Ahh!- Sentía su lengua pasar cerca de mi oído, se las había arreglado para sentarme entre sus piernas, sus dedos pasaban por los orificios de mi camisa, estaban helados, pero aún así, aquel frío se sentía bien.

*En qué estoy pensando, quiero matarlo*

Con sus manos me atraía hacia el, desabrochaba mi camisa, botón a botón, con sigilo, sin descuidar la mano que seguía en mi cuello. Aquella mano encargada de desnudarme, bajaba poco a poco, haciendo una presión liguera que no podía describir.

-¡Vaya que la droga funciona!, ¿Donde quedó aquel chico manipulador que me apuntaba con una pistola? ¿Enserio es el mismo?, Vaya perdedor, caer de semejante manera con una pequeña pastilla- Mi pantalón ya estaba desabrochado al terminar de hablar, no podía contestar, no podía abrir siquiera la boca, no quiero. Me acariciaba el sexo con su mano, el ardor desaparecía con aquellas caricias, quería perderme solo en el, quería sentirme aliviado.

-Mas... por favor- Mi mente se nublaba, no entendía nada más que no fuera ese momento, no pensaba en nada más que no fuera el. Retiro la venda de mis ojos, aún seguía inmenso en la obscuridad. Continuaba acariciándome, ya no había una tela de por medio, estaba tocandome directamente, su mano subía y bajaba en una especie de juego, su aliento se posaba en mi oído, sus latidos parecían atravesar mi piel. Mordía mi cuello, con tanta fuerza, mi cuerpo no resistía más, no aguantaba otro minuto. Paro en seco, sostenía mi cuello, ahora presionando, no podía respirar.

*Lo sabía, me quiere matar de la peor forma posible*

-Dilo- La fuerza que ejercía era aún mayor, la obscuridad me inundó en su profundidad, el ardor había subido de nivel. Realmente sentía que estaba a punto de perder el conocimiento. Soltó mi cuello, comenzé a toser, tanto tiempo sin aire, mi garganta dolía, estaba tan reseca, mi cabeza retumbaba, mi cuerpo parecía en llamas, podía sentir la carne siendo consumida por aquel calor, ya ni siquiera podía sudar, las gotas parecían esfumarse.

*Quiero morir*

-Esa droga tiene una duración de 15 horas, y yo no tengo nada mejor que hacer. Puedo jugar contigo todo ese tiempo si así lo decido- No, esto parecía el infierno, necesitaba sus manos frías, necesitaba su boca, lo necesitaba a el.

- No...por favor, Con...way- Intentaba mantenerme en pie, pero perdí el sentido, cai al suelo, desmayado.

Jack apartaba las cortinas negras de aquella ventana, la ventana de Los Santos, el teléfono volvió a sonar, era el Ruso.

-Deja a Horacio, en el apartamento, necesito que vengas-

-10-4-

Tirado en el suelo como una completa basura, colocaba mi ropa como estaba, abrochaba mi camisa despacio, caminaba de un lado a otro pensativo.

Saco un cigarrillo de el saco negro que había acomodado en la silla en la que me había amarrado, encendió el cigarro, y empezó a mirar el atardecer. Esperando que Volkov llegará.

-¿Conway?- Volkov cerro la puerta, me miraba, pero no decía nada al respecto, de alguna forma de imaginaba que había pasado, pero no tenía ni idea.

-Llevatelo-

-¿A su apartamento?, Superintendente, ¿Que pasó aqui?-

-Llevatelo, ahora. No quiero verlo- No dejaba de ver por la ventana, ni siquiera para mirarlo. No apartaba la vista de la ciudad, buscando una repuesta. Volkov me cargó y salió del lugar sin decir una palabra.

Me había subido a un coche patrulla, pero tanteaba entre opciones. No estaba completamente seguro si llevarme al hospital o botarme en el apartamento.

-¿Que le hizo a Gustabo?- Horacio me sostenía en brazos furioso, solamente miraba fijamente al ruso, sin entender nada. Volkov solamente se apartó y subió a la patrulla.








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⏰ Última actualización: Nov 01, 2020 ⏰

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