Mire con enojo al albino parado frente a mi, por alguna razón lo odiaba con muchas ganas su manera de comportarse, bufé antes de dar la vuelta, tratando de calmarme, observe mi reflejo en el espejo del elevador mientras peinaba mi cabello con mis dedos. Hablé de forma calmada, no quería levantar ningún tipo de sospecha hasta estar segura de saber quien era esta persona, seguía esperando aquella respuesta, pero fui interrumpida.
-Si hablamos de deseo -note su tono sarcástico- deseo muchas cosas Tara, pero por ahora, vamos lento, no hay necesidad de apresurarnos.
-No tengo ningún interés en sus deseos, espero comprenda mi petición, deseo negociar mi privacidad y libertad, estoy aquí por mis deseos, no por los suyos.
—¿Acaso no es algo de dar y recibir?
—No tengo nada que ofrecerle a usted
—No lo se, sorprendeme Tara
•𝗚𝗼𝗷𝗼•
Las cosas estaban difíciles en mi nueva misión, 𝙁𝙪𝙨𝙝𝙞𝙜𝙪𝙧𝙤 𝙏𝙖𝙧𝙖, o más bien la futura princesa era un peligro, no podían controlar el destino y eso afectaba sus planes, debido al rechazo de Megumi hacia el clan Zenin, impedía su relación con este, debido a que el era el primogénito de Zenin Toji, debía ser el siguiente líder del clan, pero por obvias razones aquello no podría ser posible, entonces se decidió que ella lo sería.
Claro que no sería una cosa fácil, era muy terca pero a la vez manipulable, al principio su clan la rechazó, pues no era bien visto que un futuro líder de un clan tan prestigioso compartiera vientre con una mujer, pero hoy en día ya no tenían ,más opción que acceder, y ahora que ella asistirá a la academia, era mi deber protegerla de todo tipo de daño.
Decidí que dejaría de jugar con ella, ya no le haría esos extraños comentarios ni nada parecido, no era tiempo para eso, y mucho menos con una niña como ella, mi responsabilidad era mas grande y ahora que ella había notado mis verdaderas intenciones, no se me toleraran los errores, negociar con ella tal vez sea bueno.
Podía sentir su calor, estaba cerca mio, era tan extraño, Si bien Nanami siempre decía que ella era una chica cálida, de seguro no lo decía por su nivel corporal, moví mis dedos, quería alcanzar su mano, roce su brazo con ellos, pude sentir su piel erizarse, era muy sensible, demasiado, incluso con estos roces podía provocarle escalofríos. Movió el brazo bruscamente, casi con rabia.