Capítulo 2 - Tres Semanas y Dos Días

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La rubia me despertó cantando a todo pulmón el coro de una canción que reconocí de inmediato, Sofia, de Clairo, una cantante que conocí hace poco, y parece que compartimos gustos musicales.

Observé el reloj de mi celular y eran las 8:30, intenté buscar algo de música para poner mientras me baño pero la señal seguía caída, a juzgar por las luces apagadas asumí qué aún no se había solucionado la falla eléctrica causada por la tormenta de la noche anterior.

—¡Déjame dormir media hora más por lo menos!.

Escuché decir a Emilia, me giré hacia ella y la vi cubriendo su rostro con la almohada en un intento de acallar la voz de Adalia.

—Sabes que si no llegamos temprano tendremos los peores desayunos. Levántate y báñate, llevaremos a nuestra invitada a dar un paseo.

Esta vez dirigí mi atención hacia Adalia, un gesto confuso se formó en mi rostro al escucharle decir aquello último.

—¿Paseo?— pregunté pero interrumpí la respuesta de la rubia al recordar algo —¡Demonios!, no tengo ropa, ¿qué hago ahora?— busqué entre las cosas que había traído en vano, sabía que no tenía nada allí ya que esperaba ir y volver a casa temprano.

—Eso sí es un problema— dijo Emilia rindiéndose ante Adalia y levantándose finalmente —Ada y yo podemos prestarte algunas prendas pero no sé cómo lo resolverás con... las otras— concluyó la frase y las tres pasamos unos diez minutos intentando resolver qué hacer.

—Algo que escuché una vez de una conversación entre Mary y una empleada es que la ropa de las antiguas miembros de la casa se conserva en un pequeño baúl en el sótano, es ropa que lavaron y nunca volvió a ser utilizada, podemos tomar alguna prenda antigua.

Emilia propuso aquella idea al ver cómo Adalia comenzaba a impacientarse por llegar tarde al desayuno, no sonaba al mejor plan del mundo ir a robar ropa interior abandonada en un sótano, pero no nos quedaban otras opciones.

—Ustedes dos vayan, yo me encargaré de conseguirnos un desayuno, si esperamos a que ambas estén listas terminaríamos para cuando no quede nada.

Dice Adalia y nosotras aceptamos, tampoco estaba en nuestros planes quedarnos sin desayuno.

Emilia y yo nos dirigimos al sótano, la noche anterior la pelirroja se había emocionado contándome historias paranormales, una pequeña parte de mi sintió un pequeño escalofrío al ver la oscuridad y el polvo que inundaban al lugar. Caminamos rápidamente y un pequeño grito escapó de mi boca al encontrar el baúl y lo que había dentro.

—¡Me asustaste!, es sólo una rata muerta Lili.

Tal vez mi reacción se debía a la tensión que sentía y las ganas de salir de allí se incrementaban cada vez más.

—Lo siento, no suelo ver muchas.

Respondo algo apenada, la chica toma una caja de cartón para quitar al cadáver y al fin podemos tomar la ropa e irnos. Tomamos una de las prendas del fondo, parecían algo viejas pero intactas, decidí ignorar quién era la antigua dueña y sólo escapé de allí lo antes posible.

...

Completamos la misión encontrar ropa y finalmente estamos listas, bajamos al comedor en donde no quedan ya casi personas, dirijo mi mirada en busca de Adalia y la encuentro en una mesa junto a Edmund.

—¡Al fin llegas!, le dije a Edmund que vendrían para desayunar con nosotras y decidió acompañarnos. Tomen asiento.

Obedecimos y dirigí una sonrisa a Edmund, este se limitó a regresarla y el resto del desayuno se mantuvo en silencio; como siempre, se perdió en sus pensamientos, aunque de vez en cuando intervenía para responder a mis preguntas.

Pude obtener algo más de información sobre las dos únicas personas qué fueron adoptadas. Ambos tenían dieciséis años, cosa qué era extraña, después de todo, la mayoría de familias buscan adoptar a niños recién nacidos.

También descubrí que la familia se apellidaba Willingham, a mi mente vino rápidamente qué podría resolver algunas de mis dudas buscando sobre ellos, pero aún había algo qué no entendía, ¿por qué sólo ellos habían sido adoptados?, ¿por qué parecía desaparecer el rastro de todo aquel qué se iba?.

—¿Puedo preguntarles algo personal?, no sé si sea demasiado irrespetuoso, pero algo no me cuadra.

Les dirigí la palabra luego de mantenerme por unos instantes en mis pensamientos, se dirigieron una mirada interrogativa entre ellos y luego la regresaron a mí.

—Claro, adelante.

Respondió Edmund queriendo saber a qué me refería.

—Ustedes... ¿tienen algún tipo de información de... sus padres biológicos?.

Imaginaba que no era una pregunta fácil de contestar, aún así vi cómo Edmund me dirigía una pequeña sonrisa y contestaba de nuevo.

—Tranquila, no es como si ser huérfanos sea un secreto, no tienes qué preocuparte por preguntar— me dirigió una sonrisa y prosiguió —Respecto a la pregunta, no. Siempre nos dijeron que fuimos encontrados luego de ser abandonados, Mary y Odis básicamente nos salvaron.

La forma relajada en que lo dijo me hizo notar que fui la única en ponerle un peso al tema, peso que para ellos era inexistente. No debería sorprenderme, llevan toda su vida aquí, mi madre y mi tía los han cuidado desde que tienen memoria, además, no deben conocer mucho más que esta mansión.

Pero de algún modo, a pesar que todo aquello sonaba muy bien, algo en mí seguía diciéndome que algo no encajaba.

—Esperen, me dijeron que quienes cumplían dieciocho desaparecían por completo de aquí. ¿Qué edad tienen ustedes?—. Pregunté de forma apresurada, sobre todo porque apenas los conocía, no quería que perdiéramos aquel contacto que habíamos comenzado a crear.

Los tres se acomodaron un poco en su silla, aquella sí había sido una pregunta que los incomodó.

—Cuatro meses para cumplir dieciocho.

Respondió Edmund y dio un pequeño suspiro.

—Cumplí dieciséis hace dos semanas, aún me quedan dos años.

Fueron las palabras de Emilia; si me lo hubiesen preguntado, jamás habría adivinado que era menor a nosotros.

Un silencio se instaló en el lugar tras la respuesta de la pelirroja, mi mirada se dirigió a Adalia, la cual parecía no querer responder.

—¿Ada?.

Me dirigí a ella con aquel pronombre intentando obtener alguna respuesta por su parte, pero esta mantenía su rostro en el suelo y no se inmutó ante el llamado.

—Tres semanas y dos días.

La voz de Edmund se hizo nuevamente presente respondiendo en lugar de Ada.

¿Tres semanas y dos días?.

¿Era ese el tiempo que le quedaba a ella aquí?.

¿Y qué haríamos si sucedía lo mismo que con los demás?, ¿y si desaparecía completamente y por mucho que preguntásemos por su paradero, jamás nos responden?.

—Entonces tenemos tres semanas y dos días para descubrir que es lo que sucedió con los niños que se han ido— sentencié aquella frase y justo en aquel momento nos llamaron para regresar a las habitaciones.

Alive © (Huérfanos #1) [En proceso ✏️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora