Capítulo 4 - Los Niños

3 2 14
                                    

La voz de mi tía fue la que nos hizo detener. Giramos y nos encontramos con su rostro dirigiéndonos una pequeña sonrisa, Ada chasqueó la lengua en señal de frustración y yo disimulé un gesto de decepción.

—Acompañábamos a Lili, íbamos a preguntarle a su madre sobre el internet y si sabía cómo seguiría la tormenta —Parecía que Adalia sabía disimular bien el disgusto. Rápidamente inventó una excusa y sonó bastante creíble y natural.

—Oh, no deberían preocuparse por eso. El fallo parece ser de la central eléctrica, tardarán un poco más en repararlo todo, y la tormenta empezará de nuevo dentro de poco según el pronóstico. Tal vez tengan que quedarse un poco más, parece ser granizo —Respondió la tía. Había contestado unas dudas que en verdad sí tenía, pero ahora no teníamos una razón para ir a hablar con mamá en grupo.

Le agradecimos a la tía y nos giramos de nuevo, buscamos con la mirada a Edmund y no lo encontramos por ningún sitio; dando algunos pasos más vimos cómo había sido interceptado por un grupo de niños que lo llevaron a jugar con Legos y casitas de muñecas.

—Es el favorito de los pequeños. No podrá escapar en un buen rato —Explicó Ada acercándose un poco más.

El plan era un total fracaso, y para poner la guinda sobre el pastel: giramos de nuevo y mi madre había desaparecido.

—Genial, plan B. Vamos a sacar a relucir nuestros dotes de James Bond y nos infiltraremos a la oficina con una ganzúa, o lo que más se parece a una —Dijo Ada y quitó de su cabello una pequeña hebilla que llevaba.

—¿La tuviste ahí desde el inicio para eso o es mera casualidad? —Preguntó Emilia riendo un poco.

—Siempre la llevo conmigo, pero el chiste fue espontáneo. Ya ves que mi talento para la comedia es de nacimiento.

Las deje a ambas hablando solas sobre las cualidades humorísticas de Adalia y me acerqué un poco a Edmund y los niños.

—Veo que no salió bien. ¿Qué planeas hacer ahora? —Edmund se dirigió a mí mientras en sus manos tenía lo que debía ser una "construcción abstracta" con Legos.

—El plan de Ada con la ganzúa podría salir bien.

—¿Plan?, ¿ganzúa?.

—Ella tiene una hebilla, pero tal vez en algún lado haya una caja de herramientas y podamos forzar la puerta —Expliqué recordando que mientras Adalia explicaba el "Plan B" él cuidaba a los niños.

—¡Ed!, Alexis me está molestando de nuevo. Sigue diciendo que parezco un niño por tener cabello corto —Apareció de la nada una niña con no más de ocho años. Parecía como si estuviese poniendo una queja a su hermano mayor sobre un niño que la molestaba, y aquella escena se veía bastante adorable.

—Si le sigues prestando atención, te seguirá molestando. Las cosas que dice las hace por un sólo motivo: tu atención —Explicaba el chico a la pequeña, parecía ser un tema recurrente, y me daba la impresión de que ella solía buscar a Edmund para que la ayude.

—¿Entonces lo dejo continuar? —Un pequeño gesto de decepción de formó en la pequeña castaña.

—No vas a conseguir nada respondiéndole, eso lo animará a continuar, déjalo hablando sólo. Además, la razón por la que te molesta no es exactamente porque te odie —Continuó el haciendo insinuando que aquel otro niño gustaba de la pequeña, cosa que ella no entendió así que sólo se marchó—. Entonces más nos vale ir esta misma noche, no sabemos cuánto tiempo te queda antes que la lluvia cese —Dijo volviendo a dirigirse a mí y hablando respecto al plan, su mirada era seria así que entendí que era hora de descubrir qué era lo que sucedía.

—Finalmente te dejaron solo. Los niños en verdad te adoran —Adalia apareció, Emilia no estaba con ella así que una mirada confundida se formó en mi rostro, cosa que ella notó y me explicó—. Recordó un trabajo que debe hacer para las clases, es la mejor estudiante así que prefirió ir a terminarlo a seguir con nuestro plan.

—Por lo que ahora somos tres —Continuó Edmund y ambas dirigimos nuestra atención a él—. Queda poco para que la noche llegue, iré a la sala de música para matar el tiempo y a las seis nos encontramos para la cena. Luego, iremos a la oficina.

Adalia y yo asentimos, Ada me dijo que iría a la biblioteca a leer algo y yo no tenía mucho que hacer allí, decidí ir a la sala de música para ver a Edmund.

Al entrar vi de espaldas el cabello castaño de Edmund, estaba sentado en el piano tocando una pieza que rápidamente noté era Clair de Lune, una bastante simple pero que sonaba muy bien.

—¿Cómo aprendiste a tocarlo? —Me acerqué un poco a él y se detuvo al escucharme, se giró y me sonrió. A excepción de nosotras, la sala estaba vacía, por lo que tomé una de las sillas para hacerme a un lado suyo.

—Mary, tu madre. Me enseñó lo básico y con algo de práctica no tardé muchos años en aprenderlo.

—¡A mí también me enseñó!, ¿sabes tocar Nuvole Bianche?, es mi favorita.

Vi un pequeño brillo en sus ojos denotando la emoción en su mirada, asintió y luego habló.

—Fue una de las primeras que aprendí, ¿quieres ser mi mano derecha?.

Me acomodé a su lado y acepté, no había sido la mano derecha de nadie excepto mi madre, no quería arruinarlo así que me concentré.

Inicié y él siguió la pieza, sonaba bien y la sincronización me sorprendía, me dejé llevar por la tranquilidad que me daba tocar y cerré lentamente mis ojos, era algo que ya había tocado bastantes veces por lo que la tenía casi completamente memorizada.

Al terminar una pequeña sonrisa se formó en mi rostro y se la dirigí a Edmund, él me dirigió una también y nos quedamos en silencio por unos segundos, entonces, unos aplausos sonaron atrás nuestro.

—Vaya, en verdad me impresiona cuánto talento tienen —Adalia apareció por la entrada y se dirigió a nosotros—. Hay noticias, escuché que adelantarían la hora de la cena para mandarnos a dormir más temprano. Creo que sospechan algo.

—¿Qué?, pero es imposible, nos mantuvimos al margen —Comenté frente a sus palabras. Si era cierto, debíamos ir ya mismo a la oficina, y a plena luz del día no sonaba a un gran plan.

—Es ahora o nunca —Dijo ella en un tono decidido. Tenía en sus manos algunas herramientas que había tomado de no sé dónde—. ¿Saben cuál es una manera aún más efectiva para abrir una puerta que una hebilla?: una radiografía.

La miré curiosa esperando a que explicara.

—La pasas por la pequeña ranura de la puerta y haces fuerza hasta que el pomo cede, lo intenté una vez y con algo de fuerza se puede hacer.

Evité preguntar en dónde lo había aprendido y sólo asentí.

Era hora de ir. Los tres vigilamos los pasillos; todos se encontraban en la cafetería o los alrededores. La oficina estaba en el último piso y no había nadie allí.

Nos quedamos frente a la puerta, Adalia colocó la radiografía en dónde había explicado, la bajó con fuerza para intentar forzarla y hacerla entrar en la cerradura, y al cabo de un rato, para mi sorpresa, cedió.

—Andando.

Fue lo que Edmund pronunció, era hora de entrar.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Nov 17, 2020 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Alive © (Huérfanos #1) [En proceso ✏️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora