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Es inexplicable el cómo sigue mirando el cuerpo desangrándose frente a él, como sus túnicas se vuelven a pintar de rojo sangre mientras sostiene al amor de su vida, la anterior y las que le siguen, una vez más contra su cuerpo para que no muera

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Es inexplicable el cómo sigue mirando el cuerpo desangrándose frente a él, como sus túnicas se vuelven a pintar de rojo sangre mientras sostiene al amor de su vida, la anterior y las que le siguen, una vez más contra su cuerpo para que no muera.

Siente su cuerpo temblar mientras mira como la sangre fluye cada vez con más potencia. Cada vez haciéndolo ver más pálido, ve como poco a poco la vida se está escapando se ese ser de luz que un día fue.

Lan Zhan no toma importancia del alboroto que está ocurriendo en el salón, solo tiene ojos para el niño que llegó a hacer su vida un caos, que se llevó su corazón sin entregarle el suyo (lo hizo, pero aún no lo sabes). Mira como sus mejillas aún con grasa de niño pequeño se vuelven blancas, dejando el peculiar rosado que siempre las envolvía en el olvido.

Ante sus ojos Wei Ying comienza a convertirse en ese chico a mitad de la guerra y al final de esta. Un ser gris, sin vida, que pareciera que las túnicas lo cargaban a él y no al revés. Wei Ying se está quedando vacío, aunque esté lleno de una nueva oportunidad.

Pero sabe que Wei Ying no quiere una nueva oportunidad, lo que él quiere es descansar, porque lo vio en sus ojos. Lo vio en la forma tan cansada en la que le dirigió la mirada. Wei Ying solo quiere dormir, dormir y no despertar y Lan Zhan no duda en querer hacerlo con él de por vida.

Y despertar nuevamente lejos de esta época de terror, dolor, guerra y perdidas.

Llena de corrupción y golpes. Lan Zhan también quiere olvidar.

"Lan Zhan, te amo" siente el flujo de su energía flaquear, siente como su alma se pega a la del niño en sus brazos. Y siente como las lágrimas de un jade bañan la unión de sus manos.

Besan cuidadosamente su corazón y le entregan el que perteneció a él desde la primera vez que se vieron en ese techo.

"Amo a Wei Ying" sus ojos se quiebran de a poco, cuando recibe la sonrisa más hermosa del mundo que hacía años no veía.

Y después él mismo se quiebra cuando está comienza a desaparecer. Siente su núcleo dorado gritar de agonía, se siente a si mismo gritando y se escucha. Nadie tiene que confirmarlo. Sus tímpanos reciben el doloroso adiós en forma de te amo.

Y él lo quiere seguir. Quiere ir con él. No quiere quedarse solo una vez más. Pero luego los apartan. Ve a un loto sollozando mientras aprieta las mangas de un shixiong que nunca valoro.

Y siente a un inquebrantable jade tras suyo. Apretandolo contra él, sosteniendo su cara contra su cuello y ahogando sus sollozos en su túnica.

Y él solo lo hace, simplemente se desahoga en el hombro de su hermano repitiendo el nombre del amor de su vida una y otra vez, seguido de las mismas palabras.

"Lo amo" y es un mantra que tanto Lan QiRen como Lan XiChen se ven en la obligación de aprender pues no dice na más que eso.

Y todo se vuelve un caos más cuando los quieren sacar a ambos del salón, WangJi no lo permite, los envuelve a ambos es una torrente de energía espiritual, mientras en sus manos su guqin se deshace y se transforma en una red que nadie puede atravesar, Bichen suspendida en el aire lista para llevarse a quien se atreva a siquiera dar un paso mientras Suibian se ve envuelta en la cinta de la frente que en algún momento se enredó en las manos del niño más pequeño.

WangJi está roto, al igual que Lan Zhan. Sus cuerdas protegiendo al amor de la vida de su amo, como las venas del corazón de Wei Ying comienzan a latir en el pecho de Lan Zhan, dejándolo con un último latido la frase. "Nos volveremos a encontrar"

"Siempre"

Y ante los ojos de los aún presentes las cuerdas caen, la espada atraviesa el pecho de quién una vez se convirtió en el jade frío y ahora no es más que la cuerda de un guqin roto, sobre el pecho de su amado...

Y ante los ojos de los aún presentes las cuerdas caen, la espada atraviesa el pecho de quién una vez se convirtió en el jade frío y ahora no es más que la cuerda de un guqin roto, sobre el pecho de su amado

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