"¿EL MÁS HERMOSO DEL MUNDO?"

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En un hermoso lugar en la Gran Bretaña, había un reino grande que era gobernado por la reina Aiyana, la cual al fallecer su esposo se unió en matrimonio con un hombre llamado Arthur para darle un padre a su pequeño hijo. Aquel hombre reino junto a la bella mujer durante 12 años, para Aiyana su hijo Alfred era lo más preciado de su vida. Lamentablemente antes de que el pequeño príncipe cumpliera los 18 años la reina falleció, quedando bajo tutela del rey Arthur, quien en realidad era un hechicero.

Arthur Kirkland estaba obsesionado con la belleza y la juventud eterna, todas las tardes a la hora del té hacia el mismo ritual, se sentaba frente a su mesa y le preguntaba a su taza de té mágico de limón chino.

-Tecito, tecito, dime ¿quién es el hombre más hermoso del mundo? -

El té respondió -Aru... ¿quiere escuchar la verdad? No necesitas saberla, te miras a diario en un espejo, ahh...si tan solo te depilaras las cejas-

- ¡CALLATE!, grrr... ¡solo dilo! -

-Eres tú el más hermoso el mundo ¡adiós! - desapareció.

Los días pasaron, Arthur se sentía empoderado, pues era la máxima autoridad en aquel reino, era el más hermoso del mundo y tenía todo, nada podía faltarle. 

Cierto día, mientras esperaba que su té chino se cargaba en la taza se recargó en el muro de su balcón admirando la belleza del jardín, estaba atento en ello hasta que Alfred apareció en el cosechando los frutillos maduros, le llegó un ligero escalofrío en la piel, ¿cuándo Alfred se convirtió en un jovencito?

Ansioso regreso a su taza, se sentó y recitó sus palabras - Tecito, tecito, dime ¿quién es el hombre más hermoso del mundo?-

El té gruñó - Ahh.. ¿cuándo será el día que me dejes en paz con tu baja autoestima? -

-Soy tu amo y deberías responderme cuando te pregunto algo, ¡responde ahora! -

Dio un largo suspiro aquel té, pero justo antes de decir su clásica respuesta medito un poco.

- ¿Entonces? ¡Vamos! di algo-

-La respuesta, claro...-

- ¡Dila!  -

-Si, ahm bueno, como explicarlo, la pregunta es muy estresante, veras, la gente nace, crece, florece, se reproduce y muere, hay un retoño por aquí cerca que justo en estos días floreció, tal vez no te diste cuenta por estar tan obsesionado con tu propia belleza-

-Estas diciendo que yo no soy el hombre más hermoso y sexy del mundo...-

- ¿Qué comes que adivinas? -

Dejó la taza de té en la mesita, se abanicó, el aire se le escapaba, su vida perfecta se le iba de las manos.

-Su nombre... dime su nombre-

-No creo conveniente que lo sepas, mejor sigue con tu vida, estas ya en la etapa de morir acéptalo-

- ¡JÁMAS! dime su nombre ahora mismo-

- ¡Esta bien!... lo hare- en su estado actual no era mucho lo que podría hacer - El hombre más bello del mundo es un joven, no cualquier plebeyo, resulta que pertenece a la realeza, un príncipe, que de no ser por su enorme nariz te diría su nombre ahora mismo, pero no, tiene que ser el gordo rubio que está tragando ahora mismo todas las frutas que recogió, así es Arthur, el hombre más hermoso el mundo es ...-

Alguien interrumpió en el balcón del rey y era nada más y nada menos que la mano derecha de este, Antonio.

-Majestad ¿ya le puedo retirar su taza? -

- ¡NO! ahh ¡quiero saber su nombre! -

-Adiós...- El chico en la taza desapareció.

-¿Sucede algo majestad?-

- ¡Espera! ¡No!...- Maldice entre dientes - ¡Si pasa algo!, ¡Alfred Nieves!-

-¿El príncipe?, oh el joven príncipe es toda una finura de persona, se ha vuelto muy atractivo y de un gran corazón, ademas de lo gotón, sus cabellos son como la luz del sol iluminando con majestuosidad, su sonrisa tan alegre que trae paz y sus ojos tan azules como el cielo que de une con el mar..-

A Arthur le tembló una ceja- No sabia que eras poeta- azotó su taza al suelo hasta romperla en varios fragmentos -Antonio...necesito que deshagas de Alfred...-

-Pero Rey Arthur...-

-Mátalo sacale las tripas, ¡no! Mejor cortale el rulo que tiene y me lo traes, me da asco la sangre...- lo mira tajantemente -¡¿Qué estas esperando?! ¡Ve!-

Antonio asintió y salió corriendo de la habitación de Arthur para dirigirse a la cocina y tomar el cuchillo más filoso. Con este en mano fue al jardín trasero a buscar al heredero.

La tarde estaba cayendo y el ocaso estaba esparciendo sus tenues luces en el cielo, Alfred caminaba cosechando laa frutas aun, con su trajesito azul y mallas oscuras, tenia su canasta llena de fresas y manzanas rosas las cuales eran sus favoritas, estaba comiendo algunas cuando el fiel consejero real de su padrastro llegó.

-Lo sé ya es tarde Antonio, ya voy a...- se quedo callado cuando vio aquel cuchillo en su mano -¿Que estas haciendo?-

-Lo siento...- cerró los ojos y dejo caer el cuchillo al suelo- No puedo matarte...ahh.. Alfred~-  miró ansioso a todos lados -Aqui no estas seguro, el rey me mando a matarte y cortarte el rulo. Es mejor que te vayas...huye al bosque chaval...- le empujo hacia aquel bosaie detras del limite del castillo -Espera...- se acercó y le jaló el rulo de la cabeza.

-¡Ahh!..mmm...- gimió.

El consejero se sonrojo y apretó el puño con los rubios cabellos en el- Eso fue raro...-

-¡Idiota!- se miro el cabello -Ahora soy una persona cualquiera-

-¡Vete ya! Si el viene te matara-

-Idiota..- se pone a sollozar y corre hacia el oscuro bosque.


Continuara.....








//Feliz Halloween//

ALFRED Y LOS SIETE RAROSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora