La casa del bosque

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Dulce Halloween, te desea Génesis.

El viento agita la capa, por dentro forrada con peluche mientras que por fuera es impermeable. 

Mueve su canasta, adelante y atrás mientras sus pasos son calmados y sin temor, aún por estar rodeada de árboles altos y frondosos, impiden ver el cielo oscurecer. 

Todo es tan peligroso, asaltos, secuestros, agresiones. En su pueblo nada parece seguro, más sin embargo el bosque, tan callado, tan frío luce apacible. 

Le relaja, no se siente sofocada por estar entre una multitud de críticos y perfectos inventores de rumores que solo hacen quedar mal, como una bruja, la bruja del bosque a la que nadie se atreve a visitar ni molestar.

El camino cada vez es más difícil, piedras grandes, un sendero que guía a diferentes partes. si alguien intentara recorrer el bosque y decide buscar a la bruja, nunca la encontraría siguiendo los senderos, pues ninguno de los tres lleva al lugar. 

Lo interesante es, que caperucita se alejó del camino por los malos consejos de un lobo gris que quería devorarla, en algunos cuentos llegaba a casa de su abuela y era rescatada por el cazador, y otras más sangrientas, la pequeña niña nunca llegaba a casa.

Lo interesante es, que caperucita se alejó del camino por los malos consejos de un lobo gris que quería devorarla, en algunos cuentos llegaba a casa de su abuela y era rescatada por el cazador, y otras más sangrientas, la pequeña niña nunca llegab...

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Pasa por unos matorrales altos hasta que se agacha lo suficiente, sin manchar la capa, y se desliza lentamente por una pequeña montaña inclinada hasta llegar a otro caminito más pequeño decorado con piedras lisas, esa parte del bosque le gusta aún más. 

Vuelve a retomar sus pasos calmados, aunque la noche se aproxima y el frío comienza a rodear entre las ramas y hojas que decoran los troncos, ella no puede sentirlo. Su capa le protege hasta la más pequeña púa. 

Escucha el murmullo del bosque en su oído, mientras sus pasos cada vez más la acercan a la casa.

Un tarareo calmado, repetitivo, frío e inexpresivo que se convierte en una pequeña melodía al son de los insectos del bosque. Se detiene al notar la casa de ladrillo rojo a poco metros, por fuera un precioso jardín, y de la chimenea sale fuego, las ventanas son cubiertas por cortinas que ella misma le regaló. 

Al acercarse, escucha la melodía cada vez más fuerte, ese tarareo dulce que reconoce a kilómetros aún viva en el pueblo, y por las noches de luna azul el mismísimo sonido llegue hasta su ventana. Es una invitación a la casa del bosque.

Toca ligeramente la puerta tres veces, el tarareo se detiene y se escucha un ligero murmullo dentro de la casa, suave, bajo e imposible de entender. 

La puerta se abre, por dentro está vacío, pasa y deja la canasta sobre la mesa para comenzar a sacar el contenido.

Dos botellas de cristal llenas de agua, un puño de sal, bote de almendras, frasco de pasas, y el resto solo es una lista de pocos alimentos y cosas que posiblemente, podrían ser de utilidad. 

Desabrocha el nudo de su capa, liberando así sus púas rosadas, perfectas y bien peinadas. Un cutis perfecto, tan bella e envidiable entre todas las mujeres del pueblo. humedece sus labios con su propia saliva y coloca la caperuza sobre la silla de madera. 

El fuego de la chimenea está encendido, se siente tan cálido. Comienza a quitarse las botas y a cambiarse la ropa, algo más ligero. Observa el tiempo desde la ventana, los arboles cubren la luna, pero la luz de esta se puede reflejar alrededor del jardín. es la hora perfecta. 

Se coloca un camisón, y rocía un poco de perfume en sus muñecas antes de quitarse sus calcetines. Ya descalza, sale con un pequeño trozo de carne ensangrentado de venado, la carnada perfecta que cayó entre su juego de seducción.

Coloca un poco de la sangre de la carne en sus mejillas, en su cuello y en sus muslos para atraer lo que desea. 

Decidida, la puerta del frente se vuelve a abrir ante la dueña de la casa, el tarareo regresa, las sombras la rodean hasta que se coloca en su jardín y lo espera. A él. 

Es la bruja que suelen llamar, la que los niños observan desde lejos y señalan a la chica de la caperuza como la bruja del pueblo, sus habilidades son diferentes, los rumores dicen que puede escuchar el bosque, las sombras de las almas que se han perdido entre los troncos.

Esas almas, son las mismas que llegan a la casa del bosque, para mantener la casa limpia, con el fuego encendido y alejando a curiosos que pocos son, llegan a encontrar la casa.

La historia es diferente en otras versiones, una capa tan bonita para quedarse en el cuerpo de una sucia eriza, cuántas veces no habrá recibido amenazas.

El frío horrendo de la noche gélida la golpea, le provoca temblor en su ser, su capa la mantiene tan caliente que ha olvidado lo que es estar desnuda entre el pasto casi cubierto por nieve, por culpa de esas finas gotas de rocío nocturno que hacen que el pasto se vea tan verde y tan vivo. 

El murmullo baja, disminuye cuando las uñas grandes se escuchan chocar contra la piedra lisa del sendero por el que había llegado, un gran hocico ensalivado se revela ante la luz de la luna, el corazón de la eriza late tan rápido que siente dolor. 

Los feroces ojos carmesí aparecen brillantes, estupefacta aún sostiene la carnada y su cuerpo, su pelaje está ensangrentado por la sangre del venado. 

Lo observa acercarse tan imponente, más grande de lo que recordaba. Cada que logran verse siempre es como si fuera la primera impresión, sus mundos se conectan, chocan. Todo cambia cuando el animal se acerca y acaricia con su cola las piernas de la hembra, el primer tacto que le ocasiona escalofríos, siempre. 

Nos volvemos a ver... 

— Siempre te estoy esperando.

El animal acaricia su hocico en su mejilla, lame la sangre y sus rubíes se encienden intensos, la carne de venado es su favorita, su forma salvaje le grita comer en un arranque ese trozo de las manos delicadas y rosadas de la eriza.

Como él lo imaginaba, así fue. Arrebata la carne y la mastica en un solo bocado, su sed está casi completada. 

— ¿Tienes energía? - pregunta ella al notar un cambio en forma monstruosa, peligrosa. 

Las púas se achican, se escucha como los huesos se rompen, se reacomodan, como las facciones y su cuerpo pasa de ser un bulto grande y peligroso, de terror. A ser un erizo azabache con porte tan similar al de erizos de la capital. 

Ella coloca sus manos en el pelo en pecho del erizo, sus ojos siguen siendo los mismos, su mirada hambrienta, o las vetas que decoran sus púas cual color preferido, al igual que su capa. 

— Siempre. 

Responde él cuando sus narices se rozan las mejillas, se olisquean como una pareja y se dejan llevar entre caricias para pasar a su próximo ritual. 

Shadamy One-shots³Donde viven las historias. Descúbrelo ahora