𝔘𝔑𝔘𝔖

339 25 38
                                    

Unus: Volver a vivir

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Unus: Volver a vivir

En los primeros días del mes último de verano¹, Dios bendijo a la familia Jeon con el nacimiento de su primogénito, un pequeño varón de nariz prominente, cabellos carbón, piel porcelana y ojos de venado en donde, según los padres, se podía observar la pureza celestial con la que había sido dotado. El pequeño al que llamaron Jungkook había nacido en cuna de oro, pues sus padres eran portadores de una gran fortuna proveniente de una empresa de dulces coreanos tradicionales. Y ellos lo tenían todo: una gran casa con un impresionante y verde jardín, los automóviles más recientes y modernos e incluso una cuenta bancaria a nombre del pequeño recién nacido fue creada para cubrir sus gastos universitarios y de manutención por hasta por diez años, aunque quizá, su niño estudiaría sólo la mitad. No obstante, aunque su vida se alejara de ser austera, su nivel económico les permitía hacer grandes obras de caridad en la iglesia, y por ese hecho era aclamados y formaban parte de una doble élite: en el clero y en el sector empresarial.

Cuando el niño comenzó a hablar, ni corto ni perezoso, el padre comenzó a llamar a centenares de tutores para que comenzasen a instruirle en las más finas artes; y, como era de esperarse, estos estarían empapados también de los evangelios y la palabra del señor. A sus tiernos dos años podía entender el latín con el que estaban escritas las sagradas escrituras y había aprendido un par de cánticos del coro. Para un niño tan pequeño, el horario era tan riguroso que era común que tuviera rabietas entre clases gracias al cansancio y aburrimiento que suponían para su capacidad de entendimiento, y sin importar cuántas veces su madre rogara a su padre para bajar la intensidad, la verdad era que ella no tenía voz ni voto. Por lo que, con todo el dolor de su corazón, se mantenía al margen de la educación de su hijo; como la madre y esposa abnegada que debía ser, observando el sufrimiento de su hijo en silencio.

A la edad de dieciocho, Jeon Jungkook era un joven estrella; respetuoso, de buen léxico y con apariencia angelical. Habilidoso en los estudios y poseedor de múltiples diplomas que dejaban bien posicionado a su apellido y a su institución, sin dudas, era el orgullo de su progenitor.

—Pero mira qué grande estás. —mencionó una mujer de mediana edad, con los pómulos bien marcados y arrugas apenas notables; ella era una de las catequistas más importantes y sabias de la iglesia a la que asistían, sin embargo, hubo que ausentarse un tiempo por el cumplimiento de una misión que se le había otorgado. —Qué muchacho tan guapo, seguramente las muchachitas de este recinto deben estar enamoradísimas de ti.

—Seguramente, Catequista Choi, —intervino afable el señor Jeon. A decir verdad, los años no le habían pasado factura. Seguía teniendo los mismos duros y amables rasgos de cuando tenía treinta y su hijo estaba recién nacido. —lastimosamente, creo que muchas de estas muchachitas tendrán su primer corazón roto, pues nosotros ya hemos decidido con quien se casará nuestro hijo.

—¡Oh!, ¡esa es una excelente noticia! conociéndoles, seguro proviene de una familia bien posicionada y sobre todo, debe estar muy bien educada como la señorita que debe ser. —proclamó emocionada. Si bien las practicas de casamientos arreglados eran poco comunes en la época actual, en familias como la Jeon que seguía tradiciones en extremo conservadoras, este era un requisito para poder mantener la castidad de la mujer hasta que el matrimonio se concretara. —Si no es mucha molestia, ¿podría saber quién es?

𝐷𝑒𝑠 𝐸𝑥𝑖𝑙𝑒́𝑠 𝑒𝑡 𝐷𝑒𝑠 𝑃𝑒𝑟𝑑𝑢𝑠 𝐶𝑜𝑟𝑟𝑜𝑚𝑝𝑢𝑠 [Vᴋᴏᴏᴋᴍɪɴ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora