El repiqueteo del bastón del ex-soldado marcaba un ritmo acompasado a sus pasos sobre el adoquinado de la acera.
Sus ropas, casuales pero oscuras, expresaban a la perfección su estado de ánimo y el bastón que lo acompañaba no hacía más que otorgarle un aspecto más decrépito del que en realidad tenía.La verdad era que no necesitaba de aquel apoyo para poder caminar decentemente, mas su traumatizada mente por los amargos y tenebrosos eventos vividos durante la guerra en Afganistán le provocaban una cojera exagerada, lo que su especialista denominaba "psicosomática".
Se sentía orgulloso de poder llamarse soldado y más incluso de poder llamarse médico, pero la guerra no es plato de buen gusto para absolutamente nadie, por muy potente y fortalecida que sea su voluntad.
Apenas tardó unos veinte minutos en llegar a la dirección que aquel hombre tan enigmático le había indicado aquella misma mañana.
Aún no le cabía en la cabeza como había sido capaz de deducir hasta el más mínimo detalle de su vida con tan solo mirarlo por unos escasos segundos; mientras que él tan sólo contaba con aquella dirección y el nombre de su, al parecer, nuevo compañero de piso: Sherlock Holmes.Sumido en tales pensamientos y con el pesado yugo de la guerra aún sobre sus hombros, estaba a punto de llamar a la puerta del 221B cuando una voz que creía no volvería a escuchar lo detuvo en seco.
—¿John? —en un principio, no se atrevió a dirigir su mirada hacia quién lo llamaba, intentando cerciorarse de que no fuera un mal sueño, de esos que lo atacaban continuamente sin darle tregua a descansar—. ¡Oh, Dios mío!, ¡John, en verdad eres tú!
Esta vez, el ex-soldado no tardó en posar sus cansados ojos sobre la persona que lo apelaba, consiguiendo así adornar sus labios con una sonrisa sincera que no había mostrado en demasiado tiempo.
Justo enfrente suyo, una joven mujer lo observaba con la ilusión más pura presente en sus ojos verdes oscuros, los cuales tan solo contrastaban con su larga y ondulada melena en tono azulado, simulando las apacibles olas de un mar en calma. Su piel pálida conseguía aportar más frescura a su porte pero sus mejillas mantenían el tono rosado de la jovialidad. Sus gruesos labios, también rosados, no se permitían mostrarse de otra manera que no fuera sonriendo y le otorgaban un aspecto más dulce e infantil a su rostro adulto. Sobre su nariz respingona descansaban unas gafas de montura metálica, dándole así un toque intelectual y elegante.
Su figura, quizá no tan delgada pero si ejercitada, daba a entender que practicaba un entrenamiento constante, mas sus manos, de largos y finos dedos, la hacían parecer algo más delicada.
Vestía de forma común: vaqueros sueltos, un fino jersey beige de cuello alto, una cazadora de cuero negro y unas zapatillas del mismo color; pero la mochila color verde oliva, desgastada y algo raída por el uso y el paso del tiempo que colgaba de su espalda y su porte rígido al encontrarse en una posición estática, a pesar de la sorpresa del momento, daban a entender que era algo más que una simple transeúnte o ciudadana. Mantenía el porte de un soldado, el mismo estilo militar que John.—Dime que estoy soñando —susurró el médico acercándose hacia la muchacha con ímpetu.
—Y yo que pensaba que te alegrías de verme después de más de diez años —una sonrisa escapó de los labios de la chica al tiempo que acortaba la distancia que la separaba de su amigo y ambos se fundieron en un fuerte abrazo.
En aquel momento, John pareció haber olvidado toda la desdicha y el dolor que se habían convertido en su pan de cada día. Ese vínculo recuperado entre ambos lo llevó de nuevo a aquellos tan lejanos días en los que un niño rubio y una niña con el mar por cabello correteaban por cada rincón de una base militar, con la única preocupación de poder ganar algún día una de tantas aquellas relucientes medallas que colgaban de los uniformes de los héroes de guerra.
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Nuestra Unión no es Elemental | Sherlock
FanfictionLo que menos se imaginaba John Hamish Watson era el hecho de que aceptar la oferta de compartir el piso del 221B de Baker Street haría que su mejor amiga de la infancia, aquella a quién llevaba sin ver al menos 10 años, retornaría de nuevo a su vida...