Capítulo 1

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Nevermind, 13 de octubre de 1618.

–¡Vamos Su Majestad, un poco más, solo un poco más!

Era una fría noche de otoño cuando la reina Jihye de Nevermind empezó en la labor de parto después de sentir hace unas horas un dolor demasiado agudo en la parte baja de su barriga y de inmediato llamaron a la doctora real y a la partera las cuales vinieron de inmediato para ayudarla y alentarla en el largo proceso junto con sus damas de corte.

A partir de ese momento el castillo se convirtió en un caos total, sirvientas por aquí, esclavas por allá preparando todo lo necesario para la llegada del milagro que salvaría su dinastía. Pues todo el mundo sabía que la reina era infértil o eso decían los rumores porque en sus 10 años de matrimonio por fin pudo quedar embarazada, pero al parecer los milagros ocurren cuando menos te los esperas.

Cuando la doctora real le dijo a la reina que estaba embarazada y que pronto tendría un bebé después de unos malestares que llevaba días padeciendo los reyes no se pudieron guardar la noticia y la compartieron con todo el reino haciendo que algunas personas comiencen a rezar por la reina y su bebé en camino para desearles lo mejor a ambos pues el embarazo en estas épocas era riesgoso; mientras que otras pocas personas rezaban para desearle lo peor a un bebé que ni aún nació.

Todos sabemos cómo es este mundo en el que vivimos. Como hay personas que te desean el bien, también las hay quien te desea el mal.

A lo largo de los nueve meses; mientras que esas personas rezaban para lo que querían que sucediera al progenitor del reino; en este momento la partera le seguía dando indicaciones de lo que hacer a la reina y la doctora real alentaba a la reina que seguía pujando a pesar de que esta estaba empapada de sudor por las horas en trabajo de parto y el esfuerzo que estaba haciendo.

Unos cuantos minutos después en los que la reina los sintió una eternidad la habitación se llenó de un llanto agudo que fácilmente se puede reconocer como el llanto de un bebé.

–¡Es un varón! – Le gritó a la reina. – ¡Felicidades su majestad, ha tenido a un varón muy sano! – Le felicitó.

Esas palabras fueron lo que la reina necesitaba para sentir como se levantaba un peso del cuerpo sacándole una sonrisa y relajándose mientras que las criadas se encargan de cortar el cordón umbilical y poner al bebé en el pecho para que aspire el aroma de su madre.

Sabía que necesitaba traer a un varón para poder seguir con la Dinastía Park y escuchar eso era lo que necesitaba. (Todo el mundo sabía lo difícil que sería si la reina hubiera dado luz a una niña y las consecuencias que eso conlleva)

La reina al ver a su bebé en su regazo la sonrisa no se le borró de la cara, pues su deseo se acaba de cumplir para completar su felicidad.

Minutos después lo levantaron del regazo de la reina para limpiarlo.

–Su majestad, aún falta expulsar la placenta, necesito que puje de nuevo. – Dijo la doctora mirando a la reina.

-Por supuesto.

Después de otra media hora pujando la placenta finalmente fue expulsada.

–Ahora sí, todo está terminado, el bebé te lo darán ahora después de que lo revise la doctora y terminen de prepararlo su alteza.

Unos cuantos minutos después ya todo estaba en orden dejando así a la reina descansar de todo el esfuerzo físico que hizo junto a su hijo a solas a la espera de la entrada del rey a la habitación lo cual hizo acto de presencia segundos después ordenando que lo dejen a solas con su esposa e hijo recién nacido.

–Mi amor, tenemos un hijo, un hermoso hijo, míralo. – Dijo la reina nada más ver a su esposo levantando a su hijo para que se viera mejor a la vista del rey.

Darkness and lightDonde viven las historias. Descúbrelo ahora