Cenicienta [Jonathan Joestar]

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Hace mucho, mucho tiempo, una pareja de jóvenes se conoció y enamoraron, para posteriormente unir sus vidas en santo matrimonio. Una pareja feliz que se amaban el uno al otro, y del fruto de ese amor nació una pequeña niña a quien llamaron (...).

Ellos vivían en las afueras del reino, en una antigua y enorme casa, donde tenían una pequeña granja y se rodeaban de vegetación. Eran felices, siempre compartían sus alegrías y sus tristezas eran mínimas.

Sin embargo, la desgracia tocó a su puerta el día que la madre enfermó de gravedad y posteriormente murió, dejando a su hija un último mensaje antes de partir: "Sé valiente y bondadosa"

Los años pasaron y (...) volvió a perder a uno de sus seres queridos, esta vez a su padre, quedando ahora a completa merced de su madrastra y hermanastras, quienes no la trataban precisamente bien. Con la ida de su padre hubo muchos cambios, para empezar, le quitaron su habitación y la enviaron a dormir a ático, la servidumbre había sido reducida a totalmente ella, pues obligaban a (...) a encargarse de todas las tareas del hogar, sin siquiera tener una paga o por lo menos ofrecerle un buen plato de comida.

Quedarse en esa casa era duro, pero lamentablemente (...) no tenía otro lugar a donde ir.

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Desde muy, muy temprano, el canto del gallo resonaba por todos los rincones de aquella casa, y seguido de estos un montón de campanas empezaban a sonar y resonar en aquella habitación vieja y fría, sitiada en la parte más alta de ese lugar, era el ático, pero ahora también servía como la alcoba de aquella chiquilla.

— ¿Qué demonios? —con el cabello alborotado y aun babeando, una joven de cabellos negros, con mechas de colores, piel apiñonada y ojos grandes de color avellana, se reincorporaba en su cama, abrazando su propio cuerpo debido a las frías corrientes de aire que entraban—. ¿Ah? ¿Qué es todo este escándalo? ¿Por qué hace tanto frío?

Al bajar de su cama, las maderas del suelo crujían, y varios roedores corrieron entre sus pies, asustándola.

— ¡Mierda, ratas! —se trepó al colchón asustada y les lanzó un libro— ¡Aléjense, aléjense! ¿Dónde carajos está mi perro?

—Oye no hagas eso, se supone que son tus amigos—una voz a su lado la hizo girar lentamente ¿De quién era esa voz? Ella vivía sola.

Justo en su pequeño buró estaba un pequeño felino blanco, de ojos rojos y un cascabel en su cuello. Ese no era el gato que ella tenía en casa, encima ¿Acaso había hablado?

— ¿Por qué me miras así? ¿Tengo algo en la cara? —al confirmar que el gato hablaba, (...) pegó un grito de miedo y cayó del colchón hacia el polvoso suelo— ¿Tas bien?

—T-tú hablaste ¿Estás hablando? —tartamudeó asustada

—Si, claramente estoy hablando

— ¡Oh por dios, debo estar soñando!

—De hecho, lo estás, todo esto es un sueño—le confirmó el felino mientras se lamía las patas—Tuviste un feo accidente y ahora estás en coma en un hospital, quizás mueras pronto

— ¿Ah? —y a la memoria de la chica llegó aquél fatídico accidente en el que, por culpa de su jefe impaciente, un auto la había arrollado— ¡Por dios es cierto! ¡No puede ser! ¡No quiero morir tan joven!

(...) lloriqueaba en el suelo mientras que el gato le veía, casi burlándose de su desgracia.

—Bueno ¿Estarás lamentándote todo el día o vas a hacer algo para divertirte en tus últimos días?

— ¿Divertirme? ¿Como puedes hablar de diversión cuando estoy en coma en un hospital? Voy a morir sin haber amado, sin haber realizado mis sueños y sin despedirme de mi precioso perrito

Una Bizarra Aventura Entre Cuentos de HadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora