La verdad es que no sabia muy bien qué había dicho y ni siquiera sabía si Lucía estaba en casa. Aunque no fue precisamente Lucía la que se enteró de aquel grito.
-!Lucía dile a tu novio que deje de leer esos libros tan raros! ¡Algún día se volverá completamente loco! Y yo no lo pienso cuidar cuando eso pase. -gritó la madre de Lucía desde la cocina.
Sí, se me había olvidado mencionar un pequeño detalle que tal vez haga entender mejor mi deseo por cambiar el mundo. Había empezado a leer libro de filosofía, pero no un solo libro y porque me lo hubieran obligado en el instituto. No, estaba hecho todo un experto en filosofía, había leído desde Plantón a Ortega y Gasset. Todavía recuerdo el día que comenzó mi extraña adicción a la filosofía y, sobre todo, a leer.
Lucía estaba en su último año de instituto, más en concreto, en los últimos meses. Nunca antes la había visto tan estresada como en ese momento. Yo, aunque era un año mayor que ella, no había tenido que pasar por ese mal trago porque tuve que dejar los estudios para ayudar a mi madre, de lo cual me arrepiento mucho ahora cada vez que lo pienso. Estaba estudiando por la rama de ciencias y la verdad es que se le daba muy bien. Aunque hubo un día, del cual me acuerdo perfectamente, era lunes. Me dijo que tenía al día siguiente examen de filosofía y biología. A pesar de que se le daban bien, ese examen no lo tenía muy preparado y prefería estudiarlo mejor.
-Vale, encargate de biología que yo me encargo de filosofía -le dije muy convencido, sin tener idea de qué era filosofía y los temas que trataba.
-¿Tú? -me respondió riéndose -creo que te quedarías dormido sólo de ver las páginas que tiene.
-¿Ah sí? Venga sorpréndeme.
-Es de Platón y se llama República VII. Y tiene... -mientras intentado hacer el sonido de redobles, lo que provocó mi risa -654 páginas -riéndose ella esta vez al ver cómo se me había cambiado la cara de un momento para otro.
-Bah, eso no es nada -dije pensando en que no había leído un libro que superará las 100 páginas.
Al final, acabé leyéndomelo y alrededor de las dos de la mañana, cuando ella ya había acabado de estudiar biología, y gracias a un café, para ella, y un Red bull, para mí, que sujetaban nuestros párpados, le expliqué lo más importante del libro. Para hacerlo un poco más ameno le ponía ejemplos con ellas y sus amigas, cómo no, ella era Platón. Cuando me dijo que había sacado un nueve, no podía creérmelo. Yo, el chico que nunca antes había leído nada de filosofía ni de nada en general, había conseguido que ella lo entendería, sin ni siquiera haberlo leído antes. Aunque luego me desilusiones bastante cuando me confesó que si que le había echado un vistacillo por encima al libro. De todas formas, el libro me sirvió para reflexionar sobre algunas cuestiones de la vida, que no solemos preguntarnos. Por ejemplo, ¿es verdad que existe Australia?, ¿cómo lo sabes? Si no has estado allí.
Después de pensar en ese día, volví a la vida real, bueno si esta es la verdadera vida real.
-¿Qué se te ha ocurrido ahora Platón? -me preguntó mientras se apoyaba en la puerta de mi cuarto.
-Vamos a dar la vuelta al mundo -le dije levantándome de la silla, dispuesto a darle un beso.
-¿Cómo?¿Has cambiado de personaje ahora? ¿Qué has pasado de Platón a Willy Fog?
-Se podría decir que sí...-le dije siguiéndole la broma -No, pero ahora en serio, vamos a dar la vuelta al mundo.
-Bueno... -me respondió no muy convencida -Pero aun así queda mucho para verano.
-¿Verano? -le pregunté incrédulo -¿Cómo que verano? Vayámonos mañana.
-¿MAÑANA? ¿TÚ ESTÁS TONTO? Tengo que estudiar, te recuerdo que soy estudiante de medicina, no puedo dejar la carrera así porque sí.
-Pero dónde vas a aprender más que dando la vuelta al mundo.
-No. Además, es muy caro y ni tenemos dinero para eso ni mis padres nos lo dejarán.
-¿Dinero? ¿Quién necesita el dinero? El dinero sólo trae problemas consigo. Vamos, demos la vuelta al mundo, tu, yo y un par de maletas.
-Está bien, pero prometeme que no me arrepentiré de ello.
-Te lo prometo. Será la experiencia más gratificante de tu vida, nunca te olvidarás. -le dije tras haberla besado.
-¡MAMÁ! ¡Carlos y yo nos vamos a dar la vuelta al mundo! -gritó Lucía apasionada, como nunca antes la había visto.
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¡Cambiemos el mundo!
AdventureCuando el mundo intenta cambiarte a ti, y eres tú quien tiene que cambiar el mundo. Quería ser yo quien cambiara el mundo, quería ser recordado para toda la vida. Tenía la sensación de no haber hecho nada por lo que ser recordado. Por eso, decidí da...