Capítulo 1

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Él sabe que las cosas importantes son precisamente las que importan a él y no lo que te pueden decir los demás. Sabe que si a él no le importa su cabello, a nadie más le importará y por eso se pone su ushanka o se la quita cuando él quiere. Ahora puede.

Se talla la nariz con el dedo índice intentando borrar pecas pero es imposible. Sonríe de todos modos, resignado a su cuerpo y se pone su chaqueta, se ata su tenis por tercera ocasión, ahora si está a gusto con la tensión del amarre, ni muy apretado ni muy flojo.

Baja casi corriendo y tras un alzar de cejas picaresco a su hermano que hace "tarea" con sus "amigos" sale de la casa y camina con más confianza, está feliz hoy.

Es cumpleaños de Wendy pero los ha invitado a todos, lleva en su mochila un regalo, un detalle nada más, es un libro, no sabe si le gustará o no pero él ya cumplió dándole un presente. Será una fiesta tranquila, a su gusto femenino. Verá a sus compañeros, hace ya mucho que no los ve, universidad, trabajo y vidas personales les han separado al fin, pero pusieron una buena semilla en su amistad infantil que creció y ahora se hace promesa.

Verá a Stan. A Kenny. A Leo... oh... no puede evitar sonreír, porque verá a Cartman. Carajo, jamás imaginó extrañar tanto al hijo de puta obeso.

Sabe ciertas cosas de él como de los otros, apenas lo que deja ver en el Facebook, no le ha llamado ni se mandan mensajes en privado, todo es muy frío pero es agradable verle. Nada de tormentas graves entre ellos.

Kyle se recuerda a sí mismo en preparatoria, delgaducho, nervioso y con acné y ahora está mejor. Oh, sí, gracias deporte, le ha ayudado a endurecer sus músculos y tomar forma decente. No se considera atractivo pero sí que no es feo. Se levanta el cabello de su nuca y se da cuenta que ya le hace falta un corte, otra vez está largo. Casi, casi puede hacerse una coleta.

Stan ha cambiado también, su rostro dulce de niño se transformó hace ya un rato, su mandíbula es atractiva para las chicas, más cuando sus cejas se alzan curiosas con cada conversación que le atañe. Es guapo. Kyle lo sabe.

Kenny se viste muy bien. No es rico, ni siquiera es pudiente pero Butters se ha convertido en su "sugar daddy" pasivo, algo extraño pero funciona, piensa Kyle mientras los ve en su mente abiertamente enamorados.

Cartman ha cambiado.

-¡Puto gordo de mierda, largo de mi casa! –Wendy le grita y se puede ver desde la puerta abierta cómo ha quedado embarrada de crema pastelera en todo el rostro y blusa rosada.

Quizá Cartman no ha cambiado mucho.

Kyle acelera y se adentra con facilidad, quiere ver bien qué ha hecho esta vez. Nota entre los invitados una risilla disimulada y pastel manchando el piso. Mira hacia el fondo, al lado de una mesita con una lamparita de pantalla de tela café, un joven alto, fornido, de estómago abultado bien disimulado en esa chamarra de mezclilla repleta de pines, muy noventera, se ríe mientras les indica a todos dónde deben posar sus ojos para entender el chiste.

Pero nadie se ríe por miedo a Wendy, solamente.

Es un ajetreo que comienza tomar forma y crecer mientras Wendy sube con dramatismo a su cuarto y Stan le sigue de cerca tras darle un puñetazo en el brazo al castaño que se soba pero sin dejar de reírse.

-¡Kyle! –un abrazo lo atrapa por la espalda, sus manos quieren despegarlo porque lo reconocen por su vocecita chillante a pesar de la edad, pero no lo logra cuando otro abrazo le llega de frente.

-¡Chicos! ¡No!

-¡Sandwich! –Kenny grita y Kyle cierra los ojos sintiéndose aplastado por la parejita de rubios que no conciben en su diccionario el concepto de "espacio personal". –Te perdiste de la pendejada del culón. –le suelta y puede verlo respirar aliviado.

La persona especialDonde viven las historias. Descúbrelo ahora