8. hay oro en Avonlea

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Corinne despertó temprano, tiene labores que cumplir en la granja. Fue a ver a los caballos y vio las cosechas 

Aunque eso dejó lleno de barro su vestido rosa que usualmente usa. Entró a la casa, dejando las notas afuera y caminando hasta su habitación, pero una idea alocada cruzó por su mente. Gilbert no está en casa, y no sabe cuando va a volver

Entró a la habitación de su hermano y fue hasta su armario, y tomó unas prendas, fue hasta su habitación y empezó a cambiarse, el pantalón le quedaba un poco largo, pero nada que no pudiera arreglarse, acomodo su cabello y lo escondió. Parecía un chico, de verdad un chico

Aun no supera la decepción de ser niña. Desde su opinión, las niñas no tienen las mismas oportunidades que un chico las tiene, además de tener que sufrir por Dolores, como el de la regla o el de tener un bebé. Corinne recuerda cuando la regla le vino por primera vez

Tenía 10, y despertó en la mañana con una Mancha en su camisón, ropa interior y sabanas. Ella se asustó demasiado, porque no sabía que estaba pasando, que empezó a llorar y gritar. A su rescate llegó Gilbert, quien en realidad no fue de mucha ayuda y solo empeoro la situación asustándose y llamando a su padre al igual que Corinne

Su padre, saco a Gilbert del cuarto, quien se quedó detrás de la puerta a tratar de escuchar algo. Su padre le explicó que tener la regla era normal, y le dio los consejos que su madre solía usar, eso la tranquilizó un poco, y la ayudó a llevar un poco mejor el paso de ser una niña a empezar a ser una señorita

También recuerda como su padre le dijo que solo se lo contara a sus amigas, y no diera algún detalle a Gilbert, o algún otro chico, no entendía muy bien porque, si se suponía que es algo normal. Pero le hizo caso a su padre

Corinne seguía mirándose al espejo, hasta que tocaron la puerta. Y tubo que gritar para descubrir quién era —¡SOY YO, JAKE! —Corinne sintió algo de alivio. Su amigo era una mente abierta, como parte de ella, y constantemente le hablaba de las mujeres que luchaban para que la mujer tenga los mismos derechos que los hombres, y sean socialmente respetadas al igual que a los hombres, mujeres que usaban pantalón, marchaban para que su voz sea escuchada

Corinne abrió la puerta y se encontró con su amigo, quien le dio un rápido vistazo —te miras bien —le dijo, lo que causó una sonrisa en Corinne —gracias. Los tome del armario del Gilbert, aunque creo que se me ven mejor a mi —se burló un poco Corinne —desearía salir con esto, aunque no creo que les parezca lo correcto

—¿a quien le importa lo correcto? —pregunto Jacob —ni siquiera trates de convencerme de que lo haga, conozco esa mirada y se que no es buena realmente —acusó Corinne, mientras apuntaba al chico con su dedo —¿yo? Solo estoy parado aquí —Jacob se hacía el inocente mientras elevaba sus manos tratando de verse así —y bien ¿para qué vienés a mi casa? —pregunto Corinne poniendo sus manos en su cintura —Vanessa, llegó, y con ella mi madre y todos los antiguos juguetes de Vanessa —Jacob hizo que Corinne se interesara en la plática, siempre le ha gustado tener muchas muñecas y una casa para estas, pero, no tenían el dinero para tanto. El mejor regalo que ella recuerda es Laurentia, su muñeca, que su padre le regalo

Tiene sus rasgos y es igual a ella, y esa es su única muñeca de verdad, si es que no contamos las que hacia con ramas de árboles, paja y trozos de tela —y dijo que no los quería, porque estaban viejos y sus hijas no jugarían con juguetes viejos —Laurentia es una muñeca de porcelana con mejillas rosadas y cabello Rubio oscuro, con ojos verdes oscuros, con un vestido Rosa y lindos zapatos con moños —y me pregunte, a que chica le encantaría tener muñecas y una linda casa celeste con ventanas blancas

—y pensé, que tal a mi linda amiga Cori —Jacob se dirijo a la puerta y señalo la carrera en la que el llegó, Corinne la miro curiosa y se encontró con una casa de muñecas grande y con sus pequeños muebles. A demás de lindas muñecas con vestidos preciosos —¿son pa-para mi? —Corinne estaba tan emocionada, que las palabras no salían de su boca —claro que lo son —Corinne de un salto abrazo a su amigo, quien sorprendió, correspondió el abrazo —¡gracias! —Corinne se separó del abrazo un poco apenada

coeur brisé - Jerry Baynard Donde viven las historias. Descúbrelo ahora