Capítulo 07

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Kimetsu No Yaiba
"Incondicional"

"La luna está hermosa, okaa-sama."

El niño esperó pacientemente a que la joven, Kanae Kochou, le recoja su larga cabellera azabache en una coleta alta sin dejar ningún cabello fuera de lugar.

—Ara, ara —suspiró—. Tú cabello es hermoso, Keitaro-kun —pronunció con dulzura, mas el chico no le respondió y siguió observando las estrellas.

La mirada de la joven cazadora siguió la dirección de la vista del chico, quien ensimismado en sus pensamientos posee una expresión relajada e inexpresiva.

Pasaron días desde que Shinjuro Rengoku lo trajo a la finca de mariposas para que lo atendieran y se sorprendió mucho con la sumisión del pequeño al cumplir con sus deberes, también se le está dificultando el deber de ocultarlo de su hermana menor, Shinobu. Aun así, su misión, por el momento, será tratar de examinar su sangre y hacer un medicamento para las repentinas decaídas de Keitaro, quien la sigue a todas partes a menos que ella se niegue.

De todos modos, comprende su mirada vacía y adolorida a pesar de que él no exprese nada, es más, a veces suele pasar más tiempo con el pequeño que con su hermana. Él solo se limita a aferrarse a su capa para poder seguirla. Es un niño, mejor dicho, niña muy obediente.

—El de okaa-sama era más bello, Kochou-sama —pronunció dejándola atónita, ya que no suele hablar—. Era una mujer muy hermosa —confesó moviendo la cabeza para verla de reojo—. También lo es Kochou-sama.

—Oh, Keitaro-kun —musitó asombrada acariciándole la mejilla—. Eres un niño muy bueno, Keitaro-kun —canturreó peinando la coleta de la más pequeña, quien la sorprendió cuando se puso de pie en un salto.

—Rengoku-sama —dijo para sí misma desapareciendo por los pasillos de la finca.

Kanae no dijo nada ya que logró oír el murmullo de la pequeña, la misma que le ha tomado cierto cariño al mayor.

—Él es quien te salvó, Keitaro-kun. Sabes agradecerle a tú manera.

🩸🩸🩸🩸

Al final del pasillo se podía diferencia la cabellera flamante de Shinjuro, quien hablaba seriamente con un kakushi hasta que se percató de la presencia del niño y ahí fue cuando él volteó.

Su corazón bombeó con fuerza cuando se encontró con la contextura inmensa de aquel de ojos dorados. Sus pies desnudos se movieron con rapidez y en un abrir y cerrar de ojos ya se encontraba enfrente del mayor aferrándose con insistencia a su característica capa.

—¡Rengoku-sama! Que alegría verlo por aquí —chilló con euforia sorprendiendo a los presentes—. Por favor, pase a ver los dibujos que Kochou-sama dijo que hiciera. ¡Me he portado muy bien!

El color enfermizo de Keitaro se avivó repentinamente cuando la felicidad abordó su pequeño cuerpo agitado por la reciente corrida.

Ella tiraba de su capa señalando los pasillos para que él la siguiera. Éste aceptó sin cambiar su semblante malhumorado, pero es consciente de que la menor tiene un apego incondicional hacia él. Incluso, muchas veces, aprecia cómo su pupila se rasga por las emociones florecientes y sus colmillos afilados se desvelan con notoriedad.

Keitaro Kibutsuji | «Kimetsu No Yaiba: "KYOJURO RENGOKU"»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora