Capítulo 2

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Aquel día era un domingo por la noche, Bakugo salió de su hogar para pasear por el centro, era casi de madrugada, aquel día decidió no ir a la Joyita y tomar un merecido descanso.
Para pasar al centro tenía que pasar por el restaurante, y fue cuando vio al de cabellos verdes intentando cerrar con un candado la puerta, forcejeaba para que el candado cediera, pero no cerraba.
_ ¡estúpido candado, cierra por favor! –se veía visiblemente desesperado con un poco de molestia en su rostro.
El cenizo con una sonrisa burlona se dirigió al pecoso.
_ al parecer el chihuahua necesita un poco de ayuda del señor gruñón –se acercó a él con sus manos dentro de las bolsas de su pantalón café.
Izuku solo lo miro sorprendido de que el rubio cenizo estuviera ahí, era atractivo con su traje de charro, pero no se veía nada mal con esa camisa blanca con los dos botones de arriba sin abrochar.
Aquel chico de ojos esmeraldas se sonrojo inmensamente al ver a ese chico acorralarlo en la puerta, solo pudo tartamudear un poco.
_ K-katsuki, e-es que esto no cierra y p-pues me quede rogándole para que cerrara –bajo su mirada vencido por aquel candado.
Katsuki con su brazo por un lado de Izuku, acorándolo a la pared de ladrillo de aquel restaurante, lo miro, viendo cada parte de su rostro, sabiendo que lo ponía nervioso.
Eso le gustaba.
Por más que quisiera seguir viendo su rostro nervioso y desesperado, decidió ayudarle, pero con una condición.
_ mira inútil, yo te ayudare, pero tú me vas a acompañar por un churro del centro, ¿va? –se acercó un poco más a el peli verde, esperando a que el cediera.
_ mmm, pero usted me invita los churros –Izuku sonrió un poco, al mismo tiempo estaba avergonzado.
_ va
Katsuki arremango sus mangas de su camisa blanca para después dirigirse a aquel candado que no cerraba, dejando ver sus brazos marcados, Izuku solo se deleitaba un poco la vista viendo a aquel rubio cenizo haciendo fuerza para que el candado cerrara.
Se escuchó un click, donde confirmaba que el candado había cerrado bien.
Katsuki vio victorioso el candado ya cerrado, sin dejar su ceño fruncido camino hacia el centro.
_ vámonos estúpido –Izuku un poco sorprendido pero deleitado por lo que hizo el de los ojos escarlatas, lo siguió hasta llegar alado de él.
Aquella noche pareció estar echa solo para que ellos dos pudieran estar juntos, para conocerse y desearse cada vez más.
Pero por problemas del país, ellos no podían estar juntos, nada se los permitía.
Se miraban con aquel deseo que pocas parejas poseían, pero en aquel brillo que se les veía en los ojos a esos dos, había un poco de tristeza al saber que no podrían estar juntos, era su amor, o su seguridad, ya que no solo ellos saldrían afectados, si no sus familias.
Pero era completamente imposible, por lo que después de comer aquellos churros mientras veían como algunas parejas bailaban en la plaza.
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El de ojos escarlatas acompañaba al pecoso por una calle casi obscura, lo único que iluminaba eran algunas de las pocas luces que se encontraban en la calle, y la luna, que era la única expectante de todo el amor que se veía en esos dos.
Iban platicando, a paso lento, poco les importo si llegaban temprano a sus respectivas casas, ellos disfrutaban de la presencia del otro.
Hasta que en un momento los dos se detuvieron en la calle, se sentaron en la banqueta para poder descansar un momento de la larga caminata, sin cortar conversación, se miraron directamente a los ojos, a los dos le brillaban sus ojos, y la luz de la luna les ayudaba a que su amor se hiciera más notorio.
Se acercaron un poco más, rosando sus narices, Katsuki tomo un poco de control, y le dio un beso, suave y corto, pero en seguida hubo otro igual y otro, otro, y otro más, escucharon un ruido e inmediatamente se separaron y vieron a otro lado.
Solo eran 3 borrachos cayéndose en un bote de basura, mientras otro bailaba mientras sostenía una botella de mezcal, pero al poco rato se fueron.
Katsuki tomo la mano de Izuku y lo llevo al callejón donde los borrachos habían caído, entraron, tomo el mentón de Izuku, dando un beso profundo, el sabor dulce de los dos se unió, los dos se acariciaban, sabían que se deseaban, y estaban dejando salir todo el amor que se estuvo acumulando en esas miradas, sonrisas, canciones y copas de tequila, todo se fue en besos y caricias.
Ninguno quería alejarse del otro, pero la falta de respiración hizo que se separaran, jadeaban, querían más, pero ese no sería el día, solo se dieron más besos cortos, para después ir a sus casas.

Mi copita de tequila [katsudeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora