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Autora POV
Era la hora del almuerzo en la academia Kamome y Sakura y Hanako se encontraban en la azotea sentados en una pequeña manta como si estuvieran disfrutando de un picnic improvisado. Aquel día, el sol brillaba radiantemente en lo más alto del cielo azul, y una suave brisa soplaba meciendo las copas de los árboles, no lo suficientemente fría para requerir de un abrigo, pero sin duda agradable.
— ¡Ah, se siente tan bien! —la pelirrosa dejó escapar un suspiro extasiado. Cerrando los ojos, se permitió a si misma disfrutar de la sensación de los cálidos rayos bañando su piel nívea. Realmente era un clima agradable para ella. — Oye... Hanako-kun... —llamó tentativamente a su acompañante al mismo tiempo que volteaba para encararlo. — ¿Los fantasmas pueden sentir cosas como el sol o el viento en sus cuerpos? —inquirió con genuina curiosidad.
El pelinegro parpadeó un par de veces, sorprendido por la pregunta que le habían hecho, como si ni siquiera hubiese esperado algo así en primer lugar.
A juzgar por la edad de la ojijade, el fantasma hubiese esperado que la chica estuviese entusiasmada por el romance, probablemente enamorada de algún chico de su clase o algún cantante inalcanzable para ella. Sin embargo, muy al contrario de sus creencias, ella parecía entretenerse más cuando se trataba de asuntos sobrenaturales.
