I. Solicitando un regalo especial

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– Amor, tengo una petición especial para ti tomando en cuenta que pronto será mi cumpleaños.
– Lo pensaré, Jumin... Porque ya tenía algo preparado.
– Antes debes escucharme. Analicé la probabilidad de tener una respuesta positiva basada en las distintas variables que puedes considerar de forma racional. Puedo asegurar que la probabilidad es del 49.5697%, pero en esta ocasión aposté por apelar a los sentimientos. Sentimientos que tienes por mí.
– No tengo idea de porque la probabilidad no llega ni a la mitad... Estoy sorprendida de que te arriesgues tanto.

Se acercó a mí mientras yo servía los vasos con jugo de naranja, me rodeo por detrás y puso su boca sobre mi oreja. Susurró la petición.

– Todavía deseo ponerte en una jaula, solo una vez bastará – besó mi oreja.

Sentí la tensión recorriendo mi cuerpo, podría ser una mala señal que él todavía tuviera ese pensamiento, pero hacía ya un tiempo que demostraba una actitud más saludable. Sus manos acariciaron mi vientre por encima de la bata para que mi atención volviera a lo que acababa de decir.

– Es algo que si necesito pensar detenidamente, Jumin.
– Entiendo, viajaré por negocios aproximadamente cinco o seis días, no menos ¿Es eso suficiente, querida?
– ¿Regresarás para tu cumpleaños? Recuerda que ya hice la reservación para cenar con la familia y amigos...  Y cancelar será muy difícil, y obtener una nueva reservación... – suspiré.
– El viaje ha sido planeado meticulosamente, no durará más de seis días. No podría perderme mi primer cumpleaños a lado de mi adorada esposa – apretó sus brazos alrededor de mi cintura y besó mi cuello – O tal vez estaría arrepentido el resto de mis días por colocar el trabajo antes que a ti, querida.
– Entonces dicho eso, desayunemos, no puedes llegar tarde a la oficina o Jaehee sufrirá las consecuencias...

Lo empujé delicadamente para que no utilizara sus encantos esa mañana, teníamos una larga lista de actividades planeadas desde temprano... Pero fue en vano, él estaba recién duchado y su aroma era magnífico, no podía negarme.

Mordió muy suave mi oreja y deslizó su mano derecha hasta uno de mis pechos aprovechándose de que no había ropa debajo de la bata. Dejé escapar unos suspiros a causa de sus caricias, él estaba excitándose y yo podía darme cuenta porque muy discretamente se estaba frotando contra mí durante ese abrazo.

Quise disimular y bebí un poco del jugo, pero me obligó a dejar el vaso sobre la barra y mis manos también.

– Quédate quieta, bella dama.

Él ocupó la oportunidad para llevar su otra mano entre mis piernas, paseando sus dedos sobre mi muslo interno y los subió muy lento solo para darse cuenta de lo húmeda que estaba poniéndome por sus pequeñas acciones. Continuó jugando con sus dedos ahí abajo mientras susurraba las cosas que quería hacerme en ese momento.

– Jumin, se hace tarde – mi voz era entrecortada.
– Tienes razón...

Dejó de abrazarme, creí que nos detendríamos, pero en cambio me dio la vuelta para quedar frente a él y quitó mi bata; la vi caer al suelo y al mismo tiempo a él acercase hasta alcanzar mis labios en un beso apasionado donde su lengua jugaba con la mía, me obligó a acariciar su miembro por encima del pijama con mis manos.

– No quiero irme sin antes hacerte mía – mordió mi labio – yo quiero dejar mi nombre en tu cuerpo.

Detuvo los besos y separándose un poco de mí, se quitó la pijama por completo. Podía apreciar a mi esposo en su máximo esplendor, debía agradecerle a su nutriólogo y entrenador por lo delicioso que iba a desayunar.

Avanzó el par de pasos que nos separaban y una de sus manos levantó mi pierna derecha con delicadeza solo para acomodarse a su antojo y penetrarme sin pedir permiso, mis dedos se aferraron a sus hombros.

– Hazlo ya, amor... – y lo atraje para besarlo.

Comenzó a moverse de una forma tan sensual que no quería que se detuviera pronto, Jaehee tendría que disculparme por hacerlo llegar tarde otra vez, pero es que escuchar sus gemidos hacían que me rindiera por completo ante él.

...

Después de hacer el amor, él cambió sus ropas y se marchó con una maleta de tamaño considerable, siempre prefería ir preparado para situaciones que posiblemente podrían presentarse... Así de meticuloso era el hombre con el que me había casado hace cinco meses.

Ahora, debía meditar un par de cosas muy importantes.

...

Había aceptado entrar a la jaula después de pensarlo detenidamente durante casi una semana mientras él se encontraba en ese viaje de negocios, muy lejos sin tener la influencia de sus ojos suplicantes mirándome cada cinco minutos, ni ese cuerpo sudado frente a mí después de ejercitarse.

Poco a poco mi esposo estaba aprendiendo a sobrellevar su preocupación excesiva y los ataques posesivos que de vez en cuando sufría, era un acuerdo al que habíamos llegado porque él necesitaba mantenerse estable y porque yo no toleraría esa actitud, que más allá de ser amor, mostraba su inseguridad y me dolía verlo tan herido al no saber cómo controlarse.

Le envíe un mensaje con la respuesta a su petición la noche anterior a la llegada de su vuelo mientras me relajaba en la bañera con agua tibia.

"Juguemos con la jaula, Jumin. Ese será tu regalo de cumpleaños."

Y su respuesta fue tan dulce que casi me hacía una con el agua tibia y perfumada.

"Mi bella dama, te agradezco la oportunidad que le brindas a este hombre, quiero amarte en todas las formas posibles, quiero brindarte lo mejor de tu vida, complacerte y ver tu sonrisa cada día al despertar. En este momento te extraño, pero al saber que regreso y tú, mi amada esposa me está esperando, hace que mi viaje sea más ligero."

...

Me sentía un poco nerviosa sobre mi decisión ¿Y si haber aceptado causaba que todo su avance se viniera abajo? Sería la culpable por haber accedido debido a mi curiosidad, entonces las consecuencias podrían resultar ser graves y mi corto matrimonio un infierno.

Recibí un mensaje a eso de las siete treinta de la mañana.

"Te amo, mi adorable esposa. Estoy en el aeropuerto, no tardo."

Hice respiraciones lentas y profundas, tenía que tranquilizarme antes de que él atravesara el umbral de nuestra casa...

Media hora después, la puerta se abrió precipitadamente y yo salté por el susto. De sus manos cayeron un par de cajas al suelo y corrí para ayudarlo a colocarlas en la sala, fue extraño que no las cargara su chófer.

– Gracias. – me besó de forma apasionada.
– Mmmh... De nada... – intenté responder mientras su boca estaba sobre la mía.
– ¿Por qué recibí tu respuesta ayer, mi querida esposa? – puso sus manos sobre mis mejillas.
– ¿Acaso no hay nada preparado si la respuesta resultaba negativa?
– Hay plan A y B, no me apetece dejar las cosas al azar, siempre debe haber planes de respaldo y estrategias.
– Le recuerdo Sr. Han que ya no esta en horario de oficina... Quiero a mi esposo más relajado – su respuesta fue apretarme un pecho.

Ambos reímos ante su acto no predecible, él seguía desenredando sus emociones y solía expresarse menos al estilo robot que cuando lo conocí. Solo esperaba que aún si yo no me encontrara a su lado, él pudiera ser más empático, pero sin perder sus cualidades calculadoras, las cualidades que le volvían un destinado CEO.

– Te compré vestidos de un diseño delicado que van de acuerdo a tu figura y estatura...
– Ahí vamos otra vez... – me alejé de él para dirigirme al sillón negro.
– Debes admitir que tengo un gusto exquisito, además en esta ocasión use todo el conocimiento obtenido de un análisis sobre tus preferencias – comenzó a abrir las cajas y bolsas para mostrarme las compras.
– ¡Ugh! Solo porque tienes razón, tus elecciones son acertadas y termino usando todo lo que me das, querido esposo.

Su cumpleaños sería al día siguiente, su cumpleaños sería especial, él tenía gustos peculiares y yo la curiosidad de complacerlo...

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