Prólogo

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Mientras el corazón late, mientras el cuerpo y alma siguen juntos, no puedo admitir que cualquier criatura dotada de voluntad tiene necesidad de perder la esperanza en la vida

-Julio Verne

La última dinastía rusa había caído, lo que hace no muchos años se había creído indestructible se encontraba extinto. Rumores iban y venían, pero no quedó nada de 300 años de historia. Una nueva Rusia surgía de las cenizas cual fénix. El rumbo a la formación de la URSS ya estaba marcado y con esto las primeras glorias de la actual Rusia fueron plegadas. Con estos acontecimientos surgieron mitos, historias sobre la KGB, programas de la II Guerra Mundial y avances durante la Guerra Fría; cómo cualquier mito antiguo fueron olvidados por los rusos, otros miembros de la URSS y el resto del mundo.

Gran parte fueron sólo leyendas.

Pero esta historia no se trata de leyendas, esta historia se trata de los secretos que fueron enterrados tras la caída de la dinastía, o, mejor dicho, los que huyeron de las tumbas.

Siberia, Federación Rusa 1995

- La devushka está muy cerca- dijo una mujer de unos sesenta años. - Ella es muy joven, ¿qué va a hacer?

Sus pies se movían con rapidez por toda la habitación, recogiendo varios paños blancos, tomo un aguamanos muy gastado y volvió a la habitación donde se encontraba la joven de cabello oscuro.

Había llegado hace un mes, después de 10 años, en los que creyeron que había muerto. Pero ya no era la devushka que recordaban. Sus brazos se encontraban llenos de finas líneas brillantes, al contrario, sus ojos perdieron ese dulce brillo de la inocencia. Su rostro era un mar de pensamientos, recuerdos y deseos que jamás se llevarían a cabo.

Ágata fue quien abrió la puerta ese día de tormenta, sus piernas se debilitaron al verla y en un movimiento rápido la joven frenó su caída. No era el mismo rostro que besaba hace tantos años, pero sabía que era ella.

- ¿Cómo qué que va a hacer, Yelizaveta? Ella sabe justo lo que debe hacer. -dijo ahora una mujer más anciana de unos ochenta años, tomo un paño y limpio el sudor de la frente de la joven. Su aspecto la hacía ver tan sabia y tan segura de lo que decía. Claro que ella lo entendía, cada generación antes de ella cargaba la misma maldición, no importaba cuanto corrieran, siempre sufrían las consecuencias del tormentoso pasado.

- Ágata no creo que lo logre. - el temor y el dolor brillaban en sus ojos, casi podía oírse como se quebraba su alma, si tan solo ella pudiera evitar todo lo que vendría, le traería paz, pero sabía que no podía, sabía que no podía cambiar su futuro.

- Ambas lo lograrán, no será nada fácil, pero lo harán. – poso su mano sobre el hombro de Yelizaveta, está la miró y sabía que ellas lo lograrían, estaba en su sangre una maldición y un don. Como flores en invierno, siempre resistían a todas las adversidades. Y asi en medio de la adversidad ese día nació una niña, su piel era tan blanca como la nieve, su cabello era tan oscuro como la vida que le esperaba y sus ojos eran de un verde tan profundo que se sentía que podían ver a través de tu alma, era hermosa en gran manera.

- Devushka deberás partir mañana.

- Lo sé Ágata. Partiré antes de que salga el sol. Por ahora déjame contemplar a mi hermosa Svetlana Viktoria.- dijo la joven de cabello negro mientras miraba a su primogénita.

- Tiene su destino escrito en piedra.

- No Yelizaveta, ella hará su propio camino.

- Está Devushka nació con esta maldición, no habrá nada que lo impida Agatha.

- Pues yo lo haré.

- Si no te matan primero devushka.

- Lo prometo - dijo la joven de cabello chocolate mientras miraba a su bebé.

Londres, Inglaterra 2015

-Deberías ir a dormir. – dijo una joven de cabello rubio y ojos miel, mientras caminaba junto a su amiga cargando un jugo en su mano.

- No estoy cansada. – la otra chica era completamente opuesta, sus facciones eran hasta más toscas, pero aun asi era hermosa.

- No has dormido en días Olivia. – dijo enfrentando a Olivia y parándose justo al frente para evitar que siguiera caminando.

-Estoy bien – y empujo contra su hombro

Ambas sabían que ella no estaba bien, pero para Beatrix, que tenía poco tiempo de conocerla ya sabía que era inútil tratar de convencerla de otra cosa.

-Bea, ve tranquila, estoy bien.

-Un día te vas a morir y no digas que no te lo advertí.

La chica de cabello negro solo se rio ante este comentario, morir, si alguien supiera lo cercanas que eran ella y la muerte. Pero nadie lo sabía, nadie sabía ni quién era ella, ni ella misma lo sabía. Ella sólo sabía que fuera a donde quisiese la muerte la seguía, tal vez era por eso que no lograba dormir. La idea de conciliar el sueño con ese sentimiento de que la muerte te asecha de cerca no era fácil.

Tenía 3 años cuando la rescataron, pasó toda su infancia aprendiendo cosas que jamás olvidaría. Sí, su educación fue de lo más exquisita, sabe varias lenguas, etiqueta, literatura, geografía, historia, Física, biología, química, entre otras... Pero eso ni siquiera parecía importante en ese momento de su vida. Aun siendo tan pequeña se le obligó a comportarse como adulta, a entender cómo adulta y a ser una adulta.

Una llamada la sacó de sus pensamientos.

- ¿Sí?

- ¿Olivia?

-Diga

-Algo llama mi atención en este momento.

- ¿Que sería?

-El niño Humburg sigue respirando.

-Pues sí, todo a su tiempo, ten paciencia. Hay un par de cosas que quiero averiguar.

-No tengo tiempo para tus jueguitos a ser Sherlock Holmes, te pague por un trabajo ahora hazlo.

-Suenas bastante molesto cariño, deberías de tomar unas vacaciones con el dinero que no me has pagado.

- ¿De qué hablas?

-Mi cuenta sigue en ceros Tony y por lo tanto este baile lo dirijo yo. El niño morirá cuando yo así lo decida, ¿estamos de acuerdo?

- Al diablo contigo

- Un gusto saber de ti también.

Tony era uno de sus principales empleadores, sin embargo, como ella lo veía era un dolor de cabeza. Era arrogante y Olivia sabía que por más que él tratara de convencerse de estar a cargo sabía que no lo estaba, le tenía un cierto respeto adquirido a Olivia que no se lo tenía a nadie más.

Olivia por su parte no respeta a Tony en lo más mínimo, para ella él es un niño malcriado o un mal necesario, ya que sin él no tendría sus trabajos.

Y ¿a que jugaban los dos? Pues su juego era un tanto complicado, pero como a ella le gustaba decirle ella se encargaba de limpiar y el buscaba casas sucias.

La señorita trabajó un par de años para la CIA justo antes de darse cuenta de que eran una escoria igual a todos los demás y allí decidió que lo mejor era elegir bien sus clientes y limpiar un poco el planeta.

De su época en la CIA pocas personas conocen, aparentemente algo muy malo pasó y ella prefiere no referirse al tema. Tony quién fue quien la encontró justo cuando ella lo perdió todo al salir de ahí, trato de preguntarle sin embargo ella solo dijo y cito "eran un montón de basura con derechos legales de ser basura".

Mil Cartas A Tu Nombre (En Edición) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora