13. Dos Caras

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Roxanna

— Hija, hablemos...

— ¿Qué sucede aquí? ¿Por qué tanto desorden? ¿Qué pasó en una noche? ¿Alguien me puede dar una explicación? — Grité mientras recogía mis prendas del piso.

Estaba mi madre sentada en mi cama y a su lado mi hermano, mi ropero estaba hecho un desastre y el cuarto parecía un muladar.

—Desde hace días estás muy rara, pasas directo a tu cuarto, solo bajas a comer y de inmediato subes ¿Qué te ocurre hija? — Preguntó con una notable preocupación.

—Pero no... no entiendo ¿A qué te refieres exactamente? —Continué.

—Estoy preocupada por ti, el día de hoy vino la mamá de Samantha a hablar conmigo, dijo que le gritaste a su niña sin razón, que está llorando y que se sentía apenada por la situación; al principio me pareció extraño porque tú no reaccionas así. Luego me comentó que tiene un video que prueba la manera en que le gritaste, no le accedí a verlo a pesar de su insistencia y dijo que se irá a quejar con el director para que realicen las pericias necesarias— Me habló con un tono de sermón.

Así que era una trampa, algo que me haga quedar como mala de la película frente al director, todo fue un engaño.

La verdad me sentía un poco asombrada ya que la discusión fue mutua, ella intentó victimizarse e increíblemente en clase no me comentó que se sentía mal o algo por el estilo. Entré en pánico pero no lo demostré, era increíble cómo me trataba igual que siempre sin alejarse o comentarme su molestia ¿será esto un índice que esta niña tiene dos caras?

Mi madre prefirió escucharlo de mi boca antes que ver un video de otras fuentes. Creo que en aquel malentendido, su madre aprovechó para grabar todo mientras ocurría la acalorada discusión frente a todo el grupo. También me advirtió que si debía afrontar algún proceso disciplinario, lo haría sin que ella se entrometiera ya que si causo algún alboroto debo solucionarlo por mi cuenta.

Se sabe entre el salón que su madre es problemática, paso a explicar; el año pasado fue a reclamar a la escuela porque su hija quedó en sexto lugar, según ella no lo merecía y las personas que se esforzaron menos obtuvieron mayores puestos, oh casualidad, ese mismo año llegó un profesor nuevo que la trataba como una hija. No es invento mío ya que todo el salón sabía que Samantha era su preferida, desde puntos a favor por respuestas incompletas hasta puntos extra por "decoraciones" de los cuadernos, ella se ganó la nota de ese curso gracias al favoritismo que se formó. Nadie denunció nada porque finalmente solo llegó al sexto puesto.

Sofía dijo que tenía que disculparme, que no está bien lo que hice y que tenia que ir hacia su casa porque estoy en falta.

Llegué a su casa y gracias al cielo no estaba su mamá, sabe Dios lo que me habría dicho. Por cierto, su madre es psicóloga y contradictoriamente no es capaz de reconocer la doble moral de su hija, en fin...

—Samantha, te debo una disculpa, no debí gritar, cometí un terrible error y no volverá a suceder; no te pediré que seamos las mejores amigas porque es algo casi imposible. Por mi parte prefiero mantener distancia y me encantaría que todo se quede entre nosotras— Dije de la manera más amable posible pero sabiendo por dentro que era una pataleta más.

—Escucho que tus disculpas son sinceras, te perdono, espero que esto no vuelva a suceder y que te vaya bien a ti y a tu familia— Respondió con mucha frescura.

En ese momento quería gritarle por tal arrogante respuesta; si ella no escuchaba mis ideas como verdaderas ¿No me perdonaría? Qué tal ligereza de esta "duquesa", Claro, como si se le pudiera llamar así. Cometí un error pero ¡condicionarme y "bendecir" a mi familia! Es de lo peor.

Al día siguiente, yendo al colegio, todo parecía regresar a la normalidad, no intercambiamos palabra alguna ya que como lo dije anteriormente prefiero mantener mi distancia. Tengo una duda que está perenne, que no sale de mi mente ¿Su madre se habrá quejado con el director? ¿Acaso después de la disculpa continuó con su macabro plan? ¿Su propósito es valerse de mi equivocación para dejarme mal? No sé que esperar.

Cambiando un poco de tema, las conversaciones con Lucas eran más frecuentes y pensé que era momento de pasar lo virtual a la realidad, sí, iré a hablarle.

—Lucas... Eh— Dije con notable timidez.

Estaba en un grupo conversando con sus amigos, era un círculo cerrado pero su figura y postura inigualable me alertaron que se trataba de él; Lucas giró hacia mí al escuchar mi nombre, me miró fijamente, en ese momento estaba muerta por dentro y sus amigos pifiando al ver que me acerqué a hablarle. Su mirada era de sorpresa ya que comúnmente no hablo con él. Me dijo:

— ¡Roxanna! — mientras sonreía.

— Hola... Este... Eh... ¿Me podrías prestar diccionario? —Pregunté mientras jugaba con uno de mis rizos inconscientemente.

— ¡Claro! Solo acompáñame a mi salón y ahí te lo daré — Respondió con despreocupación.

Estaba un poco nerviosa por acompañar a Lucas a su salón, caminamos por el pasillo hasta llegar a su asiento, él buscó en su mochila y dio con el "mataburros" o bueno, como todos lo llaman, el diccionario.

— Qué raro que se te olvide el diccionario... Tu amiga ¿Selena? Dijo que siempre lo llevabas consigo, hasta los nerds nos podemos olvidar de algunas cosas — Comentó entre risas.

— Tienes razón, bo quiero see descortés pero te dejo porque ya comienza mi clase... y gracias por el diccionario — musité frente a la profesora de su clase.

Es momento para aclarar que pedir un diccionario fue invento de la mente maestra, Selena. La verdad es que sí lleve un diccionario, pero es una gran excusa. Hablé con él y es lo que importa, al parecer las cosas están saliendo muy bien con mi querido crush.

Tanta felicidad no me cabía en el pecho, por ello decidí ir a casa de Selena, no quería preguntas sobre una inusual felicidad, por tanto, fue la mejor opción.

Al llegar subimos directamente a su cuarto donde avanzamos un par de las cinco tareas pendientes, lo demás fue una charla de chicas, mientras conversaba con ella me llegó una llamada, era de Alejandro...

— Roxanna ¿Estás ocupada? Necesito hablar contigo— comentó mientras se activaba mi curiosidad.

— No, cuéntame ¿Qué ocurre? — continué a su pregunta.

— Tengo unas sospechas desde hace algunos días, le di varias vueltas al asunto y no sé qué hacer — Platicó mientras mi curiosidad aumentaba más y más.

— Si no me dices qué te ocurre no te podré ayudar — respondí.

— Sucede que... Creo que soy gay...

 Creo que soy gay

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