La soledad de su habitación le producía una calidez en la punta de los dedos. Mirando hacia el techo, con las manos detrás de cabeza y las piernas cruzadas le daba vueltas a todo lo que había pasado en las últimas horas. Empezando por el resfriado que se había llevado por caminar durante tanto tiempo bajo la lluvia sin más abrigo que su sudadera polar, hasta aquello que apenas a casa llegar le sucedió, pasando por supuesto, por el encuentro de una de sus antiguas vidas en aquel cementerio.
Al llegar a casa ni siquiera saludó, las únicas tres palabras que informaron a su familia de que estaba en casa fueron “Ya he llegado” Directamente subió por las estrechas escaleras que conducían a la planta de arriba, la moqueta de color burdeos se iba humedeciendo a medida que avanzaba por los escalones, sus zapatos venían empapados, llenos de verdina y barro. Entró precipitadamente a su cuarto lleno de tonos verdes y negros, cerrando la puerta de un portazo soltó en la cama su mochila y se apresuró a penetrar en el pequeño cuarto de baño que tenía en su habitación. El lugar no era muy grande, las losas del suelo eran de un mármol negro, al igual que los azulejos de las paredes, el lavabo, el wáter, la ducha y la bañera eran de un verde oscuro. El espejo tenía una forma un tanto extraña, como si algo se estuviese derritiendo en la pared. El espejo estaba entre la ducha y la bañera, a la izquierda y a la derecha, respectivamente, ninguna de las dos era demasiado grande, pero lo suficiente para una persona tan menuda como era Aline. El wáter esta estaba justo al lado de la bañera, en frente de la puerta. Se miró en el espejo, tenía las mejillas encendidas, el pelo se le pegaba a la cara, sudaba copiosamente por la frente. La ropa se le adhería a la piel provocándole una sensación de agobio. Jadeaba delante del espejo, observándose con detenimiento, tenía un aspecto deplorable. Abrió el grifo de la bañera, y empezó a desnudarse. El agua caliente empezó a echar el vapor que comenzó a empañar el espejo, cuando estaba completamente desnuda deslizó el pestillo de la puerta y se metió en la bañera con las piernas algo dobladas. Cerró el grifo y se sumergió por completo en el agua caliente.
Cerró los ojos y contuvo la respiración todo el tiempo que pudo. Dejó que el agua la tranquilizase, y se concentró en como el agua acariciaba su piel. Se relajó y extendió algo más las piernas. Pegó sus manos a los muslos, le relajó el contacto de su propia piel. Sin abrir los ojos, sacó algo la cabeza para volver a coger aire. Se sumergió de nuevo para refugiarse en el calor del agua. Agitó los dedos de manos y pies, dejando que el líquido se escurriera entre ellos. Imaginó por un momento que estaba bañándose en un estanque, de agua clara y cristalina, en el que los peces nadaban libremente, dónde había arbustos a sus orillas llenos de flores y numerosas hojas, en el centro del estanque, un gran sauce dejaba caer sus lánguidas ramas sobre la superficie tranquila. Hojas de numerosos árboles habían acabado allí, en aquel espejo cristalino, después de haber estado viajando gracias al viento. Aline sintió unas cosquillas entre los pies, sacó la cabeza del agua y abrió los ojos. Su bañera se había convertido en un pedazo del estanque en el que fantásticamente se estaba bañando en su imaginación; los peces nadaban rápido, haciendo que tuviera cosquillas cada vez que le rozaban, una gran cantidad de hojas reposaban en la superficie de la bañera, justo detrás de ella salía un sauce de la pared que derramaba sus ramas por la pared hasta la bañera. Algunos nenúfares se paseaban por el reducido espacio que había en la bañera. Aline miraba atónita aquel extraño logro, nunca antes había visto como aquello. Sabía que lo había hecho ella, pero el cómo… el cómo no lo sabía. Se llevó las manos a la cabeza e intentó tranquilizarse, aunque le fue bastante difícil, tomó control de sus nervios. Colocó las manos juntas, en frente de ellas, he imaginó que de sus manos salía un nenúfar de color rojo carmín. Sucedió. No era exactamente como ella lo imaginaba, bastante más pequeño e imperfecto pero le sirvió de prueba. Su imaginación le llevaba a hacer cosas imposibles. ¿Y si solo con imaginarlo podía hacer que todo desapareciese? Este pensamiento cruzó raudo su mente. Intentó imaginar que todo se iba, pero nada sucedió solo en el momento en el que extendió las manos unas finas corrientes de luz dejaron todo como estaba. Aquello explicaba muchas cosas. O quizás hacía que muchas más dudas se agolparan en su cabeza.
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Aline
ChickLitDespués de siglos de tanto esperar, se despertaron para regresar. Solo una tiene la llave, la que las hara retornar, la que comenzara una revolucion que pondra fin a esta era. Volver sobre nuestros pasos, el despertar de la conciencia y de la magia...