Prologo

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Luna Llena.

Hoy era su cumpleaños. Desde las 9:20 de la mañana ya no tendría menos de 32 años. Brianna suspiró, enviando un soplo de vapor al frío aire. Entonces, ¿por qué estoy aquí fuera, en mitad de las montañas Ural, escuchando a un guía turístico hablar sin cesar sobre los viejos bosques de Rusia?
Porque le había hecho una promesa a un hombre muerto, por eso. El excéntrico, aunque querido, tío Alexi siempre había querido volver a visitar la tierra de su nacimiento pero nunca tuvo la oportunidad. Después de la muerte de sus padres, tío Alexi la había criado como a una hija. Así que durante años había estado demasiado ocupado preocupándose por ella y supervisando sus proyectos internacionales de conservación forestal para tomarse tiempo para sí mismo. A medida que pasaba el tiempo y Brianna crecía, le había ayudado en sus esfuerzos de conservación... pero él nunca había encontrado el tiempo para escaparse.
Le había pedido que fuese en su lugar.
— Tienes que ver las montañas y los bosques, Bri. Prométeme que irás cuando yo me haya ido. Son tan hermosos que los ángeles lloran de envidia. Quiero que los veas. Quizás tú también llorarás, ¿eh? —Trató de reír pero su cuerpo estaba demasiado débil por el cáncer.
Había muerto aquel mismo día, pero sólo después de que ella le había prometido visitar su patria.
Tío Alexi había tenido razón sobre la región media de Ural; era impresionante. El aire, aunque frío, era fresco y limpio, tan claro que uno podía ver kilómetros de las regiones más altas. Era impresionante estar entre el denso bosque de árboles como lo estaba ahora, pero a la vez era...espeluznante.
Brianna no estaba segura de por qué el hermoso paisaje le inspiraba tal incómodo temor dentro de ella, pero allí estaba. Se sentía nerviosa, crispada. Cazada. Por extraño que pudiese parecerle a cualquiera que la conociese, se sentía de aquella forma desde hacía dos días. Desde que ella y las otras trece personas de su grupo, turistas, estudiantes y guías, habían entrando en una particularmente densa región del viejo bosque.
Durante dos días se había sentido acechada por algún miedo sin nombre. Casi podría jurar que si se daba la vuelta en el momento preciso vería un monstruo dirigiéndose hacia ella. Ni siquiera la belleza de la tierra y la fauna podía apartar su mente de aquel horrible sentimiento de estar siendo cazada.
No ayudaba que cada hora o así vislumbrara por el rabillo del ojo un destello de algo en el bosque. Como ahora, mientras algo bajo y veloz se movía entre los árboles, oculto por la densa vegetación...
Se mordió el labio. Los guías habían mencionado que el área estaba llena de animales salvajes, especialmente zorros y lobos. Brianna se encontró deseando que las sombras que veía tan frecuentemente entre los árboles fuesen sólo los curiosos habitantes del bosque y no los monstruos de su imaginación.
Parpadeó. — Estás perdiendo la cabeza —murmuró para sí misma— No hay ningún monstruo.
Dándose cuenta de que se había quedado retrasada del grupo mientras estaba perdida en sus pensamientos, se dio prisa a alcanzarlos. Gritó cuando trastabilló, fallando en notar una protuberante raíz en el suelo. Al tropezar, fue incapaz de recuperar el equilibrio. Los sueltos sedimentos cedieron terreno mientras se tambaleaba, haciéndola resbalar.
— ¡Ouchh!
Brianna cayó, jadeando cuando se vio a sí misma rodando incontrolablemente cara a un escarpado barranco. — ¡OH, Dios!
Sus ojos se ensancharon cuando un aullido penetrante se alzó hasta el cielo. Gritando cuando su cabeza golpeó contra un pedrusco, rápidamente se rindió a la negra inconsciencia.

LA AUTORA ES SHERRI L. KING.
TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS A LA AUTORA

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