Ella.

33 4 4
                                    

Hola.

Quería contarte que conocí a otra chica. Creí que te gustaría saberlo.

Ahora mismo, mientras te pienso y escribo, me encuentro contando los lunares en su espalda, los que te faltan a ti y los que le sobran a ella. También sus ojos con rizadas pestañas y ambares colores que no son como los tuyos. ¿Pudiese existir una persona más preciosa que tú? Estoy segura que sí y aún así cuando besé sus labios imaginé los tuyos, no es la primera vez: cuando toco su piel recuerdo tu suavidad e inclusive cuando hacemos el amor agotadas y desnudas en el jardín, cuando las yemas de mis dedos acarician el cielo... sólo puedo pensarte a ti.

Quería contarte que aprendí a conocerla: Sé que apretá las sábanas con rabia y que deja en ellas la huella de su pasaje... un recordatorio fugaz donde quede atrapado su recuerdo cuando su respiración no acompaña a la mía entre las sabanas. También la vi llorar lágrimas cortantes frente a mis plumas, porque lo sabe. La vi desviar la mirada y tragarse la angustia, porque lo sabe.
Porque sabe que aunque mi corazón lata tan desbocado al besar su piel bronceada y al invitarla a un té, nunca latira de la misma forma que late por ti. Porque sabe que en esta vida y en otras, mi corazón sólo tendrá un latido, y no le pertenece.

Y aún así, hundida en mi miseria y en la suya, dejando marcas de mis besos en su piel, yo intento imitarla. Aún con la desesperación arañando el pecho y las lágrimas enterradas en los ojos, sé que puedo dormir tranquila en sus brazos y ella dormirá tranquila en los míos.

Ella, la intrusa que jamás podrá robar lo que por derecho te pertenece aunque no lo quieras, ella a quien seduzco en una búsqueda desesperada de conseguir su amor y de poder amarla. Ella a quien imito y quien me imita. Porque aún entre la tormenta encuentro un irremediable consuelo: ella es igual a mí.

Quería contarte que aprendo a guardarte en mi corazón con llave, y a lanzarme impulsiva hacia nuevos baúles. Porque sé que si me detengo a pensar, si me paro un sólo segundo, seguiré encadenada a tu sonrisa hasta que ya no tenga aliento para pronunciar un adiós.

Lisa.”

Delito textual.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora