“Mi psicóloga dice que me estoy aferrando a ti porque eres lo único constante que he tenido nunca. No sé si darle la razón.
Recuerdo haber estado enamorada, recuerdo el deseo febril de estar contigo, recuerdo la lujuria y recuerdo la alegría haciendo burbujas en mi corazón. Recuerdo también a las mariposas que paseaban excitadas por mi vientre.
Y ahora... ¿lo siento ahora?”
Dejó la carta por la mitad. No tenía ganas de escribir. Hoy... sólo quería llorar.
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