El sonido de los pasos retumbaba por todo el calabozo, dando por hecho que alguien estaba bajando. Las pisadas se mezclaban con el tintineo del traqueteo que hacían las llaves de la mansión. Las puertas, al ser abiertas una por una hasta llegar a la indicada, crujían por el arrastre que hacían las rejas con el suelo, como si se quejaran por no ser utilizadas durante siglos y permitir que sus extremidades se oxidaran.Un aullido provenía de la última habitación de la mazmorra. Era un sordo y laborioso quejido, tan profundo que te desgarraba los oídos.
Los pasos se detuvieron al igual que todos los sonidos. Un aroma a bellis perennis con una mezcla ahumada provenía de esa persona, quien mecía las llaves de un lado a otro.
—Mi ama —susurró Volker, con voz ronca. Los aullidos que emitió, eran más por la incertidumbre que sentía al no tener novedades sobre el estado físico de su princesa, que el simple hecho de estar en ese lugar.
—Mira en el estado en que te encuentras, ¿no sería mejor que curáramos esas heridas? —cuestionó Nita con una delicada sonrisa en su rostro. Ingresó a la celda y se acercó a Volker, quien se distanciaba de la joven, ya que no quería que su ama tuviera contacto con su piel desgarrada y sucia. — No te alejes y deja que te atienda.
—No merezco que sus dulces y puras manos toquen a este ser impuro. Debería ser arrojado de vuelta al inframundo y pudrirme allí.
—¡No quiero que digas eso de nuevo! ¿Qué sería de mí sin ti, aquí? –Inquirió, con ojos lagrimosos. Ver a su servidor actuar de esa forma, luego de haberle jurado lealtad, protección y seguridad de una manera tan vívida y profunda desde los más inserto de esa alma maldita, la confianza con la que lo dijo, se esfumaba en esas palabras. Y no quería escuchar nada de eso, no lo permitiría.
—Ama... —Nita se acercó de prisa hasta él como un viento fresco que te causa estupor al agarrarte desprevenido y Volker, creyendo que sería abofeteado tras haber negado la petición de su ama, se llevó una sorpresa al sentir una suave y tierna caricia en el rostro.
Él la amaba como jamás había amado a alguien en su maldita y desierta existencia. El aprecio por su ama era tan superable que podía hacerlo renacer una y otra y otra vez como el ave Fénix, emanando ese calor del fondo de su interior y creando una voluntad de fuego que no se podría apagar.
Dejó que su princesa revisara la herida que le dejo Cerbero al morder su pierna, la cual desgarró y quebró. Nita, además de vendajes y agua para limpiar la herida, llevó consigo saliva de Cerbero. La que era la única verdadera cura para la mordedura de ese cachorro infernal. Asegurándose de que Volker fuera capaz de mover sus extremidades, la joven lo ayudó a subir las escaleras hasta el cuarto del demonio.
—Deberías darte un baño, papá tiene que hablar con nosotros. Al parecer sucedió algo el día que me desmayé que tiene importancia con esto que nos dirá.
—Sí, mi ama. Muchas cosas pueden suceder en dos días.
Las ocho de la mañana, marcaba el gran reloj que se encontraba en el centro de la pared del interior. Una gran mesa color café de cuatro metros de largo por tres de ancho, se extendía en medio del comedor con diferentes tipos de desayunos. Había frutas, jugos, tostadas, galletas, mermeladas, tortas, café y varios tipos de té. La vajilla era de plata, los vasos, de cristales muy finos y la decoración era sutil pero elegante.
A diferencia entre su padre y Nita, era que a ella le gustaban los colores claros y delicados, mientras que a Hades le gustaban los tonos oscuros y fuertes. Razón por la que el decorado era un balance entre luz y oscuridad, podría decirse.
Al llegar a esa habitación se encontró con su padre ya en la punta de la mesa. Con su traje verde esmeralda y sus brillantes zapatos Oxford de color café. Sostenía una tableta electrónica en la mano y su taza de café amargo en la otra. Al verla llegar, le brindó una sonrisa que denotaba sus caninos afilados y parejos.
—Sientate junto a mí, pequeño cristal. —señaló Hades a Nita— ¿Cómo te sientes? ¿Estás mejor, cariño?
—Sí, lo estoy —tomando un sorbo a su jugo de naranja, luego de haber preparado una tostada con queso y mermelada, Nita preguntó.— ¿Podemos hablar sobre Volker? —La molestia en el rostro de Hades no tardó en aparecer y desvió la mirada al momento de esa cuestión— ¡Papá, prometiste que no volverías hacerle daño! Dejarlo ahí, por dos días y herido... no somos monstruos, ¿no es eso lo que me habías dicho? Él está bajo mi cuidado, es lo que acordamos.
—Ahí te equivocas, hija. —señaló el hombre, mientras sus cabellos se mecían al ritmo de una llama azul. Sus ojos se volvieron rojos y la taza en su mano se rompió al igual que los demás vasos, menos el que sostenía Nita. — ¡Él es quién debe cuidar de ti, no al revés! Debes recordar quién eres y quién es él, puedes tenerle todo el aprecio que quieras, pero si no hace su trabajo como debe, no dudaré ni un segundo al regresarlo. ¿Lo entiendes?
—No, no lo entiendo. Yo lo veo como si fuera parte de mi familia, no puedes tratar así a mi familia. No quiero que le hagas daño o lo hagas valer menos o de lo contrario, me iré a vivir con Medusa. Tú decides.
El semblante de Hades se oscureció con lo último mencionado. No podía permitir que su hija se fuera así como así, sólo por proteger a ese demonio. Nita se llevó la mano a la boca, luego de haber tosido, ocasionando que el humor de Hades disminuyera. Recordando así, que su hija acababa de despertar luego de unos días con fiebre. Y que ella era su mundo, todo lo bueno que tenía en la vida y no la quería lejos. Aunque Nita tomara las decisiones que tomara y creciera, no quería que se alejara.
Acercándose a la joven, Hades tomó sus manos con las suyas y las besó.
—Cristalcito, tú sabes que sólo bromeaba —sonrió Hades con complicidad. Sí, ser el dios del inframundo no quitaba que no poseyera una debilidad y esa siempre sería su pequeña. — Tienes razón, habíamos hablado ya de eso. De acuerdo, desayuna, esperemos a Volker para la gran noticia.
Volker no tardó en llegar, ya con su cabello seco y su ropa de hace un siglo. Nita los llamaría trajes de abuelito, sólo faltaría el típico mostacho francés y el estilo estaría completo. Se acercó a la mesa y con una señal aprobadora de Hades, tomó asiento frente a Nita, quien le sonrió y con entusiasmo golpeó dos veces la mesa con la palma de su mano.
—¡Vamos, dinos qué es! —al terminar de decir eso, en la planta alta se escuchaban ruidos de muebles moviéndose y de voces. —¿Qué es eso?
—Eso es lo que es, querida hija. Verán, el día en que te trajeron a casa, podría decirse que me puse un poco nervioso y puede que a causa de ello, haya destruido las habitaciones de tu grupo de compañeros y el salón de clases de ustedes —Nita lo veía sorprendida y antes que dijera algo al respecto, Hades continuó— Así que sus compañeros vendrán a vivir por un tiempo a la mansión, ya tuve una reunión con el decano y los demás padres y todos aceptaron. Bueno, digamos que no les di otra opción. ¿Y, qué me dices?
—Si sabes cómo dejarme sin palabras, padre. Ya está todo arreglado, no es como si pudiera decir algo. —Por supuesto que eso la molestó, pero no se lo haría saber. Su padre podría comportarse como un niño a veces y las cosas no resultaban bien después de ello, pero eso ya estaba más que claro, destruyó la mitad de su colegio sólo porque ella tenía fiebre.
Habiendo terminado de desayunar, se levantó y le extendió la mano a su padre. —Dinero, dame dinero. Necesito ir de compras y bueno Volker también... —miró al morocho por un segundo, mientras el mencionado tenía un deje de confusión en su rostro. — Él, directamente, necesita un nuevo guardarropa. Perdona, pero si Barend te viera, en serio te golpearía.
—¿Qué hay de malo con mi atuendo? Es elegante y práctico, es digno de nobleza.
—Ya nadie se viste así en este siglo. ¡Ni siquiera papá que es más viejo que tú es tan anticuado con su ropa!
Hades, llevándose una mano al pecho dijo —Auch, pero mi hija tiene razón. Las chaquetas de cuero están de moda, podrías intentar con una de esas.
Volker se resignó, aunque un cambio de look no le resultó tan malo.
Se levantó del asiento y se encaminó hacia la puerta principal, pero se detuvo al escuchar la voz de Nita y que lo sostenía del dobladillo de su sacó. — ¿A dónde vas? Ve a ponerte algo menos ostentoso.
—Bien, tal vez un suéter y otros pantalones serían de su agrado.
—Si con ellos no pareciera que fueras a ir a una fiesta de la realeza, por mí está bien.

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𝑫𝒆𝒔𝒄𝒆𝒏𝒅𝒆𝒏𝒄𝒊𝒂 𝒅𝒆 𝑯𝒂𝒅𝒆𝒔
ФэнтезиHija de Hades en una era moderna. Donde ocultar quién es, no es una tarea sencilla, menos si vive en un internado. Debe vivir en el mundo de los mortales como alguien en lo posible normal, luego de ascender del inframundo para convivir con su otra...