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"Hablaré con él."

El ruso estaba sudando frío, las manos le temblaban y no sabía si entrar a la oficina de su Jefe.

¿Acaso estaba pensando con la cabeza? No está bien lo que está intentando, ligar con su jefe, suena como algo que solo un gilipollas haría para tener un ascenso o algo parecido.

El problema aquí para Viktor es que el no quería eso, el quería realmente conocer a Horacio.

Realmente le atraía, siendo físicamente como su personalidad que a veces podría llegar a ser boba y tierna pero la mayoría del tiempo con la malla era respetable y fría.

Finalmente después de divagar tanto en sus pensamientos, terminó tocando la puerta y ahí estaba, el hermoso chico de cresta, con una expresión seria pero que igualmente seguía teniendo una sonrisa leve en sus labios.

De a poco había estado mejorando su jefe esas últimas semanas o eso era lo que pensaba Viktor, pues en un principio el de cresta ni si quiera sonreía.

Claro, esa idea se le fue de la cabeza inmediatamente porque notó que el olor del contrario estaba comenzando a ser agrio, como si tuviera una gran pena al verle y siempre era cuando lo veía.

Por eso Viktor estaba convencido de que Horacio le odiaba.

Si tan solo supiera que el chico que le gusta realmente lleva casado con el por más de siete años.

-¿Se le ofrece algo, Volkov?

-Lo siento si lo que le voy a pedir a continuación es muy inapropiado, pero realmente deseaba compartir una taza de café con usted, ¿le molestaría?

Horacio sonrió y no evito pensar "Al menos su manera de coquetear algo mejoro con los años".

-Claro, con mucho gusto, desea tomar un café de acá o vamos a alguna cafetería?

Ahí es donde los cables se le fundieron a Volkov porque no estaba seguro de que lugar sería mejor, si ahí mismo en la comisaria o en una cafetería.

Si van a una cafetería seria como una cita o no?, acaso no sería muy apresurado?

Se estaba mutilando con esas preguntas en su cabeza.

-Sabe? Vamos directamente a la cafetería, el café de aquí es una mierda.

Se atrevió a decir el de cresta porque sabía que el contrario le estaba costando elegir, algo que siempre le dio mucha gracia pero ahora le daba una nostalgia gigante, debido a que el contrario aún no le recordaba...

Salieron de servicio y fueron a la cafetería y ya ahí, los nervios del ruso estaban a tope.

Pero lo disimulaba con su mirada "tranquila" o mejor dicho bastante seria, claro, intentó disimular de puta madre, pero se le olvidaba que existía su olor que lo delataba en cada uno de sus sentimientos y odiaba eso.

Su olor demostraba los nervios que sentía en su cuerpo, así que en vez de fingir estar calmado, se comenzó a calmar a sí mismo, no quería que todo saliera mal solo por esos estúpidos nervios.

-Entonces, cuéntame algo de ti Viktor, ¿que te gusta?

"Usted" hubiera respondido el ruso si fuera alguien más atrevido, pero no, ni en sus sueños diría algo así.

-Aún que no lo crea, me gusta bastante el calor, nunca me ha llegado a gustar del todo los climas fríos de mi país, además de ello me gusta también el vodka, los gatos y... Mi trabajo supongo, no sabría decirle algo más.

Horacio sonrió porque los gustos de su pareja no cambiaban nunca, seguían tal cual aún que haya perdido la memoria.

-Y a usted?

-Bueno, me gustan los rusos, los niños, las mariposas, también me gustan mucho los dulces aún que no suelo consumirlos tanto, también le diría que el cigarro pero lo dejé, también tengo que admitir que me gusta el alcohol pero no en grandes cantidades.

Las mejillas de Viktor estaban rojas, ¿acababa el contrario de intentar coquetearle?, el ruso sentía sus mejillas arder, no tenía ni idea de qué tan ridículo se vería ante el de cresta, pero deseaba que la tierra lo tragase en ese mismo momento.

Volkov quería cambiar el tema o terminaría muriendo de vergüenza ahí mismo.

-Escuche hace poco que perdió un bebé, ¿eso es cierto?

El chico de cresta se estremeció y miró la taza de café intentando no desmoronarse en ese mismo minuto, porque aún le dolía y le caía en la conciencia que pudo haber tenido una cría con el hombre que tenía al frente suya.

Y su propio cuerpo terminó matándolo.

En el olor y la expresión de Horacio se notaba el dolor profundo que tenía al pensar tan solo en ello.

-Si, es cierto, lo que ocurrió fue que, mi esposo tuvo un accidente grave y ahí mi cuerpo no logró soportar eso y simplemente lo abortó.

¿¡Esposo?! Volkov quería morir en ese minuto, acaso intento coquetear con alguien que estaba casado?! Más mala suerte no podía tener, le gustaba su jefe que además estaba casado, joer, haber tenido mejor ojo.

Y ahora no evitaba estar celoso de ese hombre, tan afortunado de estar con alguien como Horacio.

-Y su esposo, está bien?

-No, está en.... En una especie de coma si se puede decir así.

"Si encuentras el hospital de su esposo lo puedes desconectar de las máquinas" pensó por un momento el ruso pero después negó con la cabeza, deja de pensar en gilipolleces! Se dijo a sí mismo.

-Espero que mejore.

-Si! Va a mejorar, tengo la esperanza de que lo hará bastante bien, incluso creo que ya va avanzando un poco o eso es lo que me han dicho los doctores.

Viktor suspiró, estaba rendido, un hombre que ni si quiera sabia como era o se veía le había robado a él chico que le gustaba tanto desde hacía tan poco tiempo.

Pero aún así seguiría intentando porque era insistente.

-Le gustaría ir a mi departamento a tomar un vodka? O tal vez le agradaría más en un restaurante..

-En su departamento es perfecto! Me imagino que tiene gatos y si tiene me encantaría conocerlo.

La verdad detrás de esas palabras era que Horacio se moría de ganas de volver a ver a Mika, la gatita del ruso, la extrañaba demasiado.

-Ah si!, tengo una, se llama Mika, eso sí, está algo vieja, pero sigue siendo muy juguetona.

El ruso no evito sonreír al pensar en su gatita, la quería demasiado.

-Entonces le parece si el viernes cuando hagamos 10-10 nos vayamos juntos a su departamento?

-Si, me parece perfecto.

Ya ambos habían terminado su café, así que se despidieron con un abrazo del cual se les había hecho casi imposible separarse y cada uno se fue a su hogar.

Horacio con el corazón aún roto, porque su pareja aún no le recordaba.

Y Viktor con una sonrisa de lado a lado, ilusionado con que podría conquistar a él chico de cresta.

PK (Volkacio/Omegaverse) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora