Estrellados

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Tardaron un poco en poder irse de ahí, pues en cuanto se subieron de nuevo al carro y dieron la vuelta se acercó el señor del lugar a preguntar el motivo por el cual se iban y a insistirles que se quedaran, que les daría el mejor punto y un desayuno de cortesía. Después de asegurarle que no era porque no quisieran quedarse sino porque en realidad estaban en una misión —era una mentira, pero no sabían de qué otra forma explicar que no quisieran quedarse—, por fin accedió a dejarles marchar, con la promesa de que volverían pronto.

—Es mi culpa —dijo Katsuki malhumorado.

—¿Qué es tu culpa?

—Que haya tanta gente, nunca debí hacer el estúpido artículo.

Izuku estiró la mano para sostener la de Katsuki y entrelazó los dedos, sin despegar la mirada del camino.

—No es tu culpa, Kacchan. —Apretó su mano—. ¿A dónde vamos entonces?

Katsuki repasó en su mente los posibles lugares, tendría que ser uno que no mencionara la revista.

—¿Quieres ir a la playa? Está más lejos, pero es un lugar lindo.

Izuku asintió con una sonrisa, tratando de sonar más alegre para aligerar la vibra.

—Índica el camino, capitán.

Bakugou rodó los ojos, pero no pudo evitar sonreír.

—Nerd.

Avanzaron en silencio un tramo, cada uno pensando, pero finalmente Izuku rompió el silencio.

—¿Y si pones música? Manejar en silencio me pone un poquito nervioso.

Katsuki sacó su celular y buscó algo en su lista de reproducción. Izuku sonrió y soltó una risa al escuchar los primeros golpes de la batería.

—Es mi canción favorita, ¿sabías?

Bakugou se sonrojó un poco, y agradeció que Deku tuviera que prestar atención al camino y no lo notara.

—¿A sí? ¿De todo el disco?

—Síp. —Katsuki murmuró algo ininteligible—, ¿qué dijiste?

—Que la escribí para ti —esta vez sí vio Deku cómo se sonrojaba al mirarlo de lado, pero Izuku se puso igual rojo y sonrío tímidamente.

—Lo sospechaba —reconoció.

—Nerd presumido.

Izuku soltó una carcajada.

—Pero no es sólo por eso que es mi favorita, me gusta cómo las voces de Jirou y Mina se mezclan muy bien.

—Eso es cierto, Pinky hizo buen trabajo en ella.

Escucharon en silencio la canción, y no fue sino hasta la siguiente melodía que siguieron platicando.

—¿Han pensado en volver a juntarse? Sé que sus fans suplican por otro disco.

—¿Sus fans? ¿O tú?

—Ambos —dijo Izuku sin dejar de sonreír y buscando la mano de Bakugou sin mirarlo, sonrió más cuando éste respondió tomándola entre las suyas—, ya sabes que soy tu fan número uno, Kacchan.

Katsuki no respondió. Mirando el perfil de Izuku concentrado en manejar, pensaba en lo afortunado que era, y en como un comentario así de su novio lo hubiera hecho estallar por creer —oh tan estúpido que era— que lo decía de manera condescendiente.

La siguiente canción empezó a sonar. Los dedos de Izuku jugaban con los de Katsuki en su mano y el pulgar acariciaba su mano sin pensar. Katsuki miraba por la ventana, pero en realidad era el reflejo de Izuku lo que miraba. Ambos pensando en silencio, deleitándose en la tranquilidad de no tener preocupaciones por el momento, en esa sensación de infinitud que a veces los inundaba al estar juntos. Bakugou palpó con la mano libre la bolsa del pantalón.

¡Crac!

Un fuerte ruido y una sacudida los sorprendió a ambos. El carro derrapó hasta que Izuku pudo controlarlo y frenar un poco más adelante. Con el corazón acelerado bajaron del carro, esperando ver algún villano o algo que los hubiera atacado, como de costumbre.

—Maldito o maldita sal de donde te ocultas —gritó Katsuki prendiendo sus palmas en pequeñas explosiones.

—Fue la llanta —aclaró Izuku agachándose para verla, Kacchan dejó de sacar chispas literales y se acercó al auto junto a Deku—, por alguna razón tronó.

—Seguro pisamos alguna cosa filosa que algún extra dejó tirada por ahí.

—Emm, Kacchan, ¿tú sabes cambiar llantas?

—No, pero seguro es fácil a ver, quita.

Deku se hizo a un lado mientras que Katsuki se agachaba para observar la llanta, como si mirándola le fuera a venir mágicamente la respuesta.

—Supongo que la tenemos que quitar.

—Sí, y poner la que está de repuesto en la cajuela.

Izuku abrió la cajuela y sacó las maletas con cuidado para sacar la llanta debajo de ellas.

—Hay que alzar el carro, ¿lo alzas tú? —preguntó Katsuki.

Deku dejó la llanta en el suelo y se acercó a la mitad del carro.

—¿Y cómo la vas a quitar?

—¿Arrancándola?

—No creo que sea así como se quite, ¿y si buscamos un tutorial?

«Bendito sean los tutoriales de YouTube» pensó Katsuki después, porque sus ideas para quitar la llanta iban ligeramente desencaminadas. Nunca se le ocurrió que fuera a necesitar cambiar una llanta, el carro era de Deku, y él ni sabía manejar de todas maneras. Pero ahora mientras que Izuku sostenía el auto sobre su cabeza —lo había levantado completo, el muy presumido. Katsuki no iba a reconocer que era increíblemente sexy que hiciera esas demostraciones de su absurda fuerza, incluso si sólo estaba usando el 5%— Katsuki quitaba los tornillos con la herramienta y colocaba la nueva llanta en su lugar. Un gran trabajo en equipo.

—¡Y el dúo dinámico ha vencido a su nuevo enemigo: la llanta ponchada! —bromeó Izuku, cuando dejó el carro en el suelo.

—Hubiera sido muy patético que algo así nos hubiera derrotado.

—Vaya que sí.

Ambos se rieron. Y después de acomodar la llanta ponchada por un enorme clavo en la cajuela y subir las maletas continuaron con su viaje.

Atardecía cuando llegaron al lugar que había pensado Kacchan, una pequeña bahía donde, afortunadamente no había gente.

—Este lugar es precioso.

—Pues claro, ¿qué pensabas que te iba a traer a un lugar que no cumpliera mis estándares?

—No, jamás dudé que sería perfecto. Gracias, Kacchan.

El sol se iba poniendo, su reflejo rojizo coloreaba el agua y las pocas nubes que lo rodeaban, era una vista hermosa. Katsuki miró el horizonte, agradeciendo mentalmente que no hubiera gente en ese lugar. Sintió como los fuertes brazos de Izuku lo rodeaban y sintió su cabeza recargarse en su hombro, parado ligeramente de puntitas para alcanzar.

Observaron el atardecer abrazados, dejando la tensión irse finalmente. 

La luz de las estrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora