Wish upon a star

110 20 3
                                    


Montaron la tienda de campaña juntos, aunque más bien fue Katsuki mientras que Izuku le pasaba las piezas. Era una tienda pequeña, apenas para dos personas adultas, y fácil de armar así que fue rápido. Una vez que estuvo bien asegurada la tienda al piso empezaron a sacar el resto de las cosas.

Izuku empezó a acomodar la madera para la fogata mientras Katsuki sacaba las cosas para preparar cena. Llevaban desde la mañana sin probar bocado, originalmente pensaban comer en cuanto se acomodaran en el campamento, pero el incidente de los fans hizo que cambiaran de planes.

Una vez que estuvo listo se sentaron a comer. Katsuki era un gran chef incluso preparando cosas en una fogata. Ambos comieron doble porción.

—Estuvo muy rico todo, Kacchan, gracias.

Deku se sobó el estómago y se relamió satisfecho. Katsuki bufó.

—Solo me quieres por mi comida.

—No —dijo Deku alargando la o al final y abrazó a Katsuki enterrando su cara en el pecho—, también te quiero por otras cosas, aunque tu comida sí es un factor importante. Pero me gustas porque eres la persona más determinada que conozco, eres fuerte, inteligente, leal, atractivo, tienes buen cuerpo...

Katsuki, completamente sonrojado, rodeó a Deku apretándolo contra de sí para callarlo.

—Era broma.

—Ah.

Luego de recoger y limpiar, y de poner más madera en la fogata para mantener el fuego vivo. Izuku tendió una cobija —de All Might lo que hizo reír a Kacchan— para que se pudieran tumbar en ella sin que se les metiera la arena por todas partes.

El vaivén de las olas producía un sonido relajante. Que pronto se perdió para ellos cuando, acostados, los dos comenzaron a recorrerse con las manos primero, y luego con la boca y lengua. Lentamente, sin prisas, como hacía tiempo que no tenían oportunidad de hacerlo por las presiones del trabajo o por las ansias después de pasar días separado por misiones o falta de coincidir en la casa, cuando lo único que querían era fundirse el uno con el otro con urgencia. Esta vez fue como antes, cuando estaban en U.A. y se robaban los momentos en la noche para estar juntos, para descubrirse el uno al otro y descubrir ese amor que llevaba tiempo incubando, pero no se atrevía a nacer.

Cuando terminaron, la luz se había ido por completo. La noche estaba iluminada únicamente por una tímida luna menguante, cientos de estrellas y el fuego de la fogata que amenazaba con apagarse pronto de no ser alimentada —y eso pasaría, pues ambos estaban demasiado a gusto en los brazos del otro como para levantarse a hacerlo—.

En ese momento pasó una estrella fugaz.

—Mira Kacchan, pide un deseo, rápido.

Katsuki miró a Izuku cerrar los ojos muy apretados y juntar sus manos en su pecho. Él pidió un deseo también, en silencio, aunque sin exagerar como Deku.

—¿Te acuerdas de esa vez, en U.A., que me preguntaste sobre el deseo que pedí a las luciérnagas?

Izuku abrió los ojos, se acomodó de lado, recargando su cabeza en su mano y asintió.

—Recuerdo que dijiste que no me dirías qué había sido.

—Porque podía no cumplirse. —Kacchan no miraba a Deku, sino al cielo repleto de estrellas—, pero ya se cumplió.

—¿Me vas a decir ahora?

Katsuki asintió y se incorporó para quedar sentado. Izuku hizo lo mismo.

—Había pedido que tú estuvieras conmigo cuando me convirtiera en el héroe número uno.

—Pero no eres el héroe número uno.

—Ya lo sé. Pero no importa, soy el número dos y estás conmigo, sólo es cuestión de tiempo para ser yo el número uno.

Izuku lo miró lleno de ternura. Si no llevaran tanto tiempo le sorprendería que Katsuki fuera tan romántico al decir eso, sobre todo porque Kacchan no mentía, si lo decía, era porque lo creía. A Izuku en realidad ya no le importaba ser el número uno, sólo había pasado.

—Me alegro de que se haya cumplido.

—Yo también —Katsuki se estiró para alcanzar su pantalón, que había quedado tirado a un lado de la cobija. Arrugó un poco la nariz al pensar que ahora estaba lleno de arena, pero decidió ignorar ese detalle.

—¿Y qué pediste hoy a la estrella? —preguntó curioso Izuku.

Katsuki sacó la cajita, cubriéndola con ambas manos y dejó caer el pantalón, qué era un poco más de arena. Volteó a ver a su novio, que lo miraba con los ojos brillantes, que para Kacchan eran aún más hermosos que cualquier estrella.

—Que te cases conmigo —dijo extendiendo la mano para que Izuku mirara la cajita.

—¡Kacchan! ¿Qué? —Deku se cubrió la boca con la mano, sus ojos se llenaron de lágrimas y una angustia empezó a extender en el pecho de Katsuki cuando se soltó a llorar completamente. Intentó arrancarle la cajita que seguía sin abrirse, pero Izuku fue más rápido y la alejó para evitar que se la quitaran—. ¿Es en serio?

—No tienes que decir que sí —dijo dolido Bakugou.

—¡Cómo no voy a decir que sí! —exclamó Izuku entre sollozos y se abalanzó para besarlo en toda la cara y en la boca, mojándolo todo con sus lágrimas—, ¡Obvio que sí me quiero casar contigo!

—No tenías que llorar —se quejó Katsuki.

Deku, entre sollozos y risa se limpió las lágrimas con la mano y abrió con cuidado la cajita, revelando la banda de plata con un par de piedritas.

—No pensé. —Hipó—. No pensé que me fueras a pedir eso. Me ganó la emoción.

—Bebé llorón. —Katsuki tomó la mano de Deku, con suavidad, y le quitó anillo para colocarlo en su dedo sonriendo.

—¡Oye! —quitó su mano fingiendo molestarse—. Esa no es la forma de hablarle a tu futuro esposo.

—Pues es que lo eres, pero así te amo igual.

Katsuki abrazó a Izuku que no dejaba de mirar su mano frente a él, sonriendo como bobo. Le dio un beso en la coronilla.

—¿Y tú qué pediste? —preguntó.

—Es un secreto.

No insistió. Hasta ahora las estrellas habían sido buenas con él, cumpliendo sus deseos. Aunque sabía que en realidad no eran las estrellas, sino ellos mismos. Ellos que habían trabajado por lograr sus metas. Había sido Izuku que no había dejado de insistir que fueran amigos, pese a lo mucho que lo había rechazado; había sido él al haber reconocido sus sentimientos y haberse disculpado. Habían sido ambos esforzándose cada día por ser los mejores, pero juntos. Las estrellas, pensó Katsuki, eran sólo bolas de fuego que estaban en el espacio, algunas ya muertas, pero el tener la ilusión de que pudieran cumplir deseos, era algo que les daba un motivo más por conseguir la forma de que el deseo se cumpliera. Y si estaban juntos, cualquier deseo podría cumplirse.

La luz de las estrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora