Capítulo 1 - Una Nueva Esperanza

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—No, por favor ¡No dejes que me alcance!

Sus manos se aferraban a las riendas con fuerza, intentando inútilmente apoyar sus botas en los estribos para que su cuerpo no impactara en cada galope contra la silla que se encontraba amarrada al lomo del poderoso animal. El sudor caía por su frente, luchaba contra el pánico para que no controlara sus actos y su corazón trabajaba al máximo intentando mantener su fortaleza y reflejos al cien por cien.

 —¡No escaparás, mocoso! ¡Nadie escapa del rey Vartyan!

La voz ronca y desagradable de su depredador le hizo apurar aún más a su corcel, cuyas extremidades empezaban a flaquear debido al sobreesfuerzo que su amo le estaba obligando a realizar con el objetivo de no ser capturado.

 —Vamos, Branor… Tienes que sacarme de aquí… Solo un poco más, chico ¡Tú puedes hacerlo!

Acarició su sudoroso cuello tras susurrarle esas palabras de ánimo y el equino le respondió con un relincho y un último sacrificio. Su respiración fatigosa y acelerada hinchaba sus costados y penetraba como una estaca en los oídos de su sollozante amo, la sangre que comenzaba a brotar de su nariz le indicaba que estaba al límite, pero a pesar de su sufrimiento, relinchó una vez más y concentró las últimas fuerzas que le quedaban en sus cuartos traseros, para impulsarse y cruzar con éxito el barranco que cortaba el camino irregular por el que galopaban. Su jinete se preparó para el salto en el momento en que las patas delanteras abandonaron la tierra firme y encogió su cuerpo apretando las piernas alrededor de sus costados, sujetaba las riendas con sus temblorosas manos mientras veía el vacío que comenzaba a dibujarse debajo y, cuando llegó el momento de aterrizar en el otro lado, encogió su cuerpo para amortiguar el golpe e intentar permanecer sobre la silla, quedándose completamente inmóvil. Cuando los cascos delanteros  tocaron tierra, los de las traseras impulsaron su cuerpo y siguió corriendo instintivamente, con la intención de alejarse lo máximo posible del peligro que acababa de sortear con tanta maestría.

 —¡Eso es! ¡Eres un caballo increíble!

Tiró de las riendas levemente para echar el frenillo hacia atrás y le susurró con ternura que ya se encontraban a salvo y que podía parar. Bajó de su lomo, se retiró las lágrimas de su rostro sonrojado por el esfuerzo y el cortante frío, y lo hundió en el cuello del animal rodeándolo con sus brazos, pero el cansancio se apoderó del valiente corcel y sus cuatros patas cayeron al suelo, dejándolo completamente exhausto.

 —Descansa, amigo. Te lo has ganado.

Mientras le ofrecía un manojo de hierba, que Branor comenzó a mascar con desgana pero hambriento, miraba como su depredador al otro lado mascullaba maldiciones y gesticulaba divertidamente con sus brazos intentando expresar su ira, pero no descansó ni cantó victoria hasta que vio cómo se alejaba con su caballo por el camino.

 —¡Te lo dije, Branor! ¡Lo hemos conseguido!

Los primeros vientos invernales del año soplaban con fuerza en el Valle del Arroyo Sinuoso, multitud de desfiladeros barridos por las continuas corrientes de aire y un sinfín de cascadas que vertían sus aguas a un embravecido río, eran el único paisaje que acompañaba a Taryon y su caballo Branor en la ardua y frustrada búsqueda de un refugio cálido en el que pasar la noche.

 Sus pequeñas piernas comenzaban a flaquear y se agarró a uno de los fardos que colgaban a ambos lados de la silla de montar para no perder el equilibrio, el animal sintió la fatiga de su amo y amainó la marcha agachando su cabeza al mismo tiempo que recibía una caricia como agradecimiento. Branor fue el único regalo que recibió en sus catorce años de vida, un pequeño potro de un intenso y brillante color negro azabache que se convirtió en su mejor y único amigo en el mismo instante en que le ofreció el primer manojo de heno. Los dos habían entablado un profundo e inquebrantable vínculo y era difícil verlos separados, pero ese día había estado a punto de perderlo y eso le carcomía por dentro desencadenando una ira que le hervía la sangre que fluía por su debilitado cuerpo.

Leyendas de Astharon - Volumen I - La Senda del GuerreroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora