Teeth Grinding

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20 de enero del 2008, lo primero que vi al entrar por aquella puerta fue a un niño, tendría la misma edad que yo pero mucho mas corpulento, ojos achinados y de pelo largo, su mirada era seria y estaba sentado en una silla, al seguir caminando logre divisar a otros dos niños de la parte izquierda de la habitación, uno bastante alto, rubio calculé que tendría unos 14 años, estaba de espaldas hablando con el otro el cual se percato de mi presencia al momento de entrar y dejo de hablar, parecía menor al otro , tal vez unos 12 pero no lo parecía, nada mas entrar, el guardia me da un empujón y cierra la puerta, pego uno mirada a todos y levanto mi mano derecha saludando... se quedan en silencio y comienzan a reírse, de pronto el que estaba sentado se levanta y me de un golpe en el estomago tan fuerte que pierdo el aliento por unos segundos.

- Tranquilo Marco, es nuestro nuevo amigo. (dijo el rubio)

- Dame la mano, bueno me llamo Uriel, el que te golpeo es Marco y el que esta allá es Javier. No te preocupes por Marco el es así, y dime... ¿Cómo te llamas?.

- Gabriel...

- ¿Cuánto tiempo te han dado, Gabriel?

- 5 años...

- ¡¡Woooow!! ¿¡y que mierda hiciste!?.

- Asesine a un chico.

- vaya, pues espero que no nos pase lo mismo a nosotros.

Tras aquella conversación con Uriel, me sentí un poco mejor pero aun no me creía lo que estaba sucediendo. Bueno y por si se preguntan, los otros chicos solo estaban ahí por delitos, digamos menores que el mío, Uriel por robar un auto, Javier por darle a un anciano y bueno de Marco no sabemos y nunca nos lo contó. probablemente ellos saldrían mucho antes que yo y siendo sinceros no me quería quedar solo. Estuvimos charlando un par de horas, hasta que llego la hora de cenar y nos dormimos.

Tuve un sueño bastante raro aquella noche, un ruido muy fuerte me acechaba mientras caminaba por nubes, trataba de correr pero aquel ruido me perseguía a cualquier lugar y de pronto comencé a caer, mientras iba cayendo miles de imágenes pasaron por mi cabeza, lágrimas caían de mi rostro y no sabia el por que, aquella situación era insoportable, no dejaba de caer y de pronto me detuve, unos seres con forma de aros llameantes y miles de ojos, sentí tanta paz y calidez en ese momento. Me desperté con un fuerte dolor de cabeza y ni sabia las horas que eran, estuve pensando lo que haría y pasaría aquel día, estaba ansioso pero no tenia miedo.

Las desventuras de Gabriel en las lejanías del SurDonde viven las historias. Descúbrelo ahora