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« El primer amanecer en Neverland »
Algo extraño estaba sucediendo en el cielo de Neverland, algo que no había sucedido en décadas.
Las estrellas se habían apagado y la luna se había escondido, una fuerte corriente de aire se levantó del suelo en toda la isla como si estuviera liberandose de algo que le había mantenido aprisionada por años. Un gran estruendo ensordecedor se dió lugar en el cielo, suaves rayos de sol aparecieron y la oscuridad cedió el paso a la luz.
Pan estaba en el punto más alto de un risco viendo el espectáculo hacia el mar con ojos incrédulos.
— Es increíble.
— ¿A qué crees que se deba? — Le preguntó la sombra, que recién había llegado a su lado pero Pan le ignoró.
— Es el primer amanecer en cincuenta años.
Pan estaba conectado a la isla, desde el primer momento en que su corazón y magia habían empezado a debilitarse, la oscuridad de la noche se había apoderado de Neverland. El chico apenas y podía recordar cómo era la cálida luz del sol.
— ¿Crees que sea por ella?
— No digas estupideces.— Peter hizo una mueca por lo ridículo que era eso. La luz empezaba a quemarle los ojos por lo que se dió la vuelta para bajar.
— La extraña presencia de una niña en la isla podría ser significante.
— Ya hubo una niña en la isla por si no lo recuerdas y la tonta de Wendy no hizo que el sol apareciera. — dijo con gracia recordando a la chica que únicamente les había sido útil como rehén. — ¿Por qué esta sí?
— ¿Ya sabes cómo llegó aquí? — la pregunta no debió ser una sorpresa para Pan pero aún así lo tomó desprevenido y detuvo el paso.
— Pronto lo descubriré. — dijo con serenidad y siguió caminando.— Y ya que le tienes un gran interés... Busquemos su cadáver, apuesto que una mamba negra le mordió el tobillo.
La sombra no le siguió, si no que se quedó viendo el alba para luego buscar la oscuridad de su cueva. Pan no se iba a tomar la molestia de buscar a la chica con prisa, qué más daba que su cuerpo siguiera enfriándose unas horas más.
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Al otro lado del bosque, una castaña se removía incómoda en el suelo debido a los rayos de sol que le quemaban el rostro, aún así trataba de permanecer dormida pero un grito lastimoso en su sueño le hizo saltar del susto. Resignandose a que no podría seguir durmiendo se sentó de golpe molesta, había pasado una mala noche después de haber estado buscando un lugar que le pareciera seguro y se encontrara lejos de los posibles depredadores que rondaran en la isla, además las voces en su cabeza que le torturaban todas las noches no eran de gran ayuda.
