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- ¿Y esto? -preguntó Yuril, arqueando una ceja. Frente al mago se encontraba su aprendiz, Lotus, sonriendo de oreja a oreja mientras sostenía un pequeño saco verdoso entre sus pequeñas manos.

- ¡Lo robe, Maestro! Sin ayuda de nadie -le contesto con orgullo, inflando en pecho cual paloma.

El pequeño llevaba apenas media semana yendo a casa del anciano y ya había aprendido a manejar dos hechizos con éxito; levitación de pequeños objetos, y pantallas de humo, aunque aún no lograba que sus hechizos durasen más de un minuto, se podía decir que estaba avanzando a un buen ritmo.

- ¡Oh! Ya veo, pues, es un aceptable primer paso pero, -dijo Yuril, examinando al alegre niño de pies a cabeza. Lo normal en los cuervos era robar joyas y objetos varios para adornarse a sí mismos, lo que denotaba cierto estatus, pero él no veía nada de eso en su alumno, al contrario, el muchacho seguía llevando un par de anillos en los dedos y un simple collar de cuero con una pequeña piedra azulada en el pecho- ¿Qué piensas hacer con eso de todas formas? Un joven como tu debería salir en busca de brazaletes, prendedores, tal vez un adorno para ese desastre de cabello purpura...

- ¡Hey! Mi pelo no es un desastre... ¿o sí? -Lotus observó las puntas de su cabello enmarañado, suspirando; su maestro tenía razón.

-Te lo dije -continuo Yuril en tono burlón, apoyándose contra un pilar de madera descascarada que Lotus ni siquiera había visto antes y que al parecer, era parte de un muro separador dentro de la sala.

-Se puso así de camino a su casa -se excusó, formando un pucho- De todas formas no puede criticarme, y el dinero no es para mí, es para usted. Pensé que su alimentación era más importante que un par de anillos o unos aretes.

El semblante de Yuril cambio de repente, eliminando toda expresión. Estaba tan impresionado por la consideración de Lotus que no supo que decir. Era difícil para el sostenerse desde hace unos años, no tenía hijos que le cuidaran o un trabajo estable, no comía bien, pero se mantenía. No era costumbre que un cuervo se preocupara por alguien ajeno a su familia o bandada, asi que el acto de Lotus era algo realmente especial.

Ante la insistencia de Lotus, Yuril se vio obligado a recibir el dinero e ir al mercado por algunos víveres como pedía el chico. El lugar estaba atestado de personas yendo y viniendo en todas direcciones mayoritariamente por el aire, asi que el anciano mago decidió tomar la ruta por tierra para poder volver con su aprendiz lo antes posible, ya que lo había dejado practicando su trazo con el pincel para fortalecer sus hechizos. En su trayecto se encargó de comprar pan para la semana, un poco de fruta, harina y sal, además de un kilo de arroz y algo de carne. La bolsa que Lotus había robado tenía bastante oro e incluso, unas cuantas piedras muy bien valoradas, asi que Yuril, como buen mago, no puedo si no tomar la ruta del mercado que daba a las tiendas de insumos mágicos. En aquel estrecho callejón y mientras rebuscaba por unos frascos de tinta en un pequeño puesto, escucho los aplausos de un gran grupo de personas a unos metros de distancia, haciéndole bufar.

-Todo un espectáculo, ¿no? -escucho decir al vendedor. Yuril asintió con un ligero movimiento de cabeza, sin dejar de revisar los frascos uno por uno-. Es una desgracia, pero, es el único mago de Yurem... Un fanfarrón si me permites decir.

Yuril suspiro, mirando de reojo a la multitud. Entre ellas se encontraba Kedat, un hombre alto, de cabello claro y fuerte contextura. Se paseaba por ahí, saludando a las personas como una estrella, pavoneándose con su larga capa de colores vivos y sus miles de joyas de hermoso brillo. Solo verlo hacía que el corazón del anciano se encogiese de dolor e ira, y escucharle, era incluso peor.

-... entonces cree el hechizo de las luces, así como el portal espejo del que ya les conté, ambos hechizos demasiado poderosos, pero bueno, era de esperarse del mejor mago del reino, ¿verdad? -Su risa hueca y su sonrisa de autosatisfacción era acompañada de alabanzas por parte de quienes le seguían- Que puedo decir, este no es un trabajo fácil. No cualquiera puede ser un mago, ¡mucho menos el favorito de dos reyes! ¡Soy fantástico!

Yuril rodo los ojos, no podía seguir escuchando tantas mentiras juntas, asi que se apresuró a comprar algunos frascos de tintas varias para poder volver a casa. Durante el camino los recuerdos del pasado inundaron su mente, llevando nuevamente hasta el anciano los sentimientos de pesar y desilusión que habían acabado con él.

Al abrir la puerta de su hogar, lo que lo recibió no fue para nada de su agrado. Su aprendiz no estaba practicando sus trazos como él le había dicho, si no que estaba de pie al fondo de la habitación mientras arrastraba una gran bolsa por el piso ahora limpio.

- ¡¿Qué crees que estás haciendo?! -grito Yuril ingresando a la sala y viendo que gran parte de sus cosas habían desaparecido.

-Solo estaba limpiando un poco, creí que hacía falta -comento el pequeño, quitándose el sudor de la frente con el ante brazo sin mirar a su maestro.

- ¿Te dije acaso que lo hicieras? ¡¿Te lo pedí?! -el rostro del anciano se crispó de ira al mismo tiempo en que se acercaba a grandes pasos al menor para arrebatar el saco de sus pequeñas manos morenas. La fuerza del tirón logro derribar al delgado Lotus, haciéndole caer de espaldas al suelo de madera recién pulido. Con cuidado intento incorporarse para ver mejor a Yuril, quien rebuscaba en el interior de la bolsa, buscando algún objeto en particular.

-Solo quería ayudar, el lugar estaba lleno de basura y pensé que estudiaría mejor si podía ver mis propios pies... -murmuro Lotus, intentado no sonar asustado.

- ¡No es basura! ¡Son mis cosas! -le contesto el mago, apretando una vieja capa gastada entre sus manos- Te dije que practicaras, ¡no que tocaras mis cosas! ¿No te enseñaron tus padres a no meterte donde no te llaman?

- ¡Pues no!?¡No tengo padres, ninguno de los dos me quiso! -gritó Lotus, levantándose con cierta dificultad- ¿Quién querría un ave sin alas? -Su voz se apagó, pero Lotus, testarudo como nadie, se negó a mostrar debilidad en un momento como ese, convencido de que no había hecho nada malo- En todo caso, la casa estaba sucia, ¡solo la limpie! Había insectos y ¡moho! Pensé que le gustaría, pensé que no limpiaba porque estaba muy viejo como para hacerlo...

Yuril bufo, apretando la capa vieja contra su pecho, evitando la mirada nerviosa del pequeño.

-Solo quería hacer algo por usted... -murmuro Lotus, mordiendo su labio inferior- Usted es mayor, viviendo de esta forma podría enfermarse y si... y si eso pasa entonces... perderé a la única persona que ha confiado en mí aunque sea un poco pero, solo conseguí hacerlo enojar... supongo que si soy un mocoso estúpido... -dijo al final, sonriendo avergonzado. Atravesó entonces la casa con premura, saliendo por la puerta sin mirar al anciano, arrepentido por haber perdido la que para él, era su única oportunidad se sobrevivir

El Ascenso del LotoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora