7. Consejo de sangre

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-¿Qué tal en casa de Tanjiro?-, preguntó mientras frotaba su pelo con una toalla recién limpia, secando los extensos mechones azabaches que acompañaban al menor.

-Perfecto, ¿y tú en la casa de Rengoku sensei?-, Yuichiro se sonrojó, no se esperaba esa pregunta y tampoco es que hubiese preparado una respuesta que sonase creíble y a la vez que no le avergonzase.

-B-bien supongo-, Muichiro notó como el su gemelo agarraba la tela con más nervios, su voz también había tartamudeado, demostrando que no le estaba contando todo, ambos eran muy malos escondiendo secretos y mintiendo, seguramente viniese de familia, su padre no tenía ese problema porque simplemente, siempre decía la verdad.

-Nii-san-, ¿por qué nunca me hablas de Senjuro?, sintió la húmeda toalla caer por su rostro, seguramente se la había tirado a propósito,- oye... 

El mayor tragó saliva, desviando la mirada, -no hay nada que contar, finalizó. Muichiro infló los mofletes ,frunciendo el ceño.

-Tu siempre me obligas a contarte todo lo que he hecho cuando salgo con Genya...-, se quejó en un susurro, Yuichiro levantó una ceja, acercándose a él para sentarse a su lado de, acomodándose en la alfombra que cubría su suelo de tablas de madera.

-Oye, cambiando de tema, se que nunca te he apoyado mucho con tu amistad con ese chico pero...-, dio un suspiro, tragándose su propio orgullo miró cara a cara a su hermano, sintiéndose patético por admitir lo que iba a decir. - Siento haberle dicho tantas cosas, se nota que no es un mal muchacho.

Muichiro abrió los ojos como platos, lo que menos que se esperaba era que el cabezota de su gemelo admitiese que estaba equivocado con uno de sus amigos, se lanzó a sus brazos, abrazándole con fuerza mientras le tiraba hacia atrás.

Yuichiro soltó un quejido ante el inesperado movimiento, posado en los edredones de su colchón mientras sentía el peso de Muichiro encima suya.

-¿Y esa reacción?-, no es para tanto..., musitó.

El menor levantó la mirada, sus orbes celestes desprendían una emoción y felicidad que alegraba la vista. Una sonrisa se formó en su rostro, mostrando su satisfacción.

-¡Creía que nunca te iba a caer bien!-

-Nuca he dicho que lo hiciese-, bufó. 

-Eee, ¿por qué no?-, preguntó fingiendo molestia.

-Le aceptó y ya está, todavía no me cae bien-, finalizó, Muichiro se quejó débilmente, no entendía como a alguien no le podía caer bien Genya, nunca hacía o decía nada malo, siempre era amable con todo el mundo y aunque fuese tímido, parecía esforzarse por caer bien a la gente.

-Pronto cambiarás de opinión...-, dijo aún abrazado a este.



Genya tenía la cabeza dándole vueltas, sentía náuseas que no le dejaban pensar con claridad, acompañadas de un dolor en la frente que cada vez le apretaba más. Su mundo fijo ahora giraba  en torno a el. El paño húmedo empezaba a secarse y ni tenía fuerzas para levantarse de la comodidad de su cama. 

Su hermano le había dejado un cuenco de sopa en la mesilla de noche, le había obligado a tomárselo pero no había probado bocado, no tenía apetito y antes de beber una cucharada seguramente vomitaría. 

Escuchó el tono de su móvil mientras vibraba al lado de su almohada, lo agarró con pesadez, pegándoselo en su oído sin ni siquiera mirar el número que le llamaba. 

-¿Si?-, su voz estaba más ronca de lo que recordaba.

-¿Genya estas bien?-,suenas bastante mal-,el nombrado se ruborizó al oír el suave tono del chico al otro lado de la línea, se sentía más mareado que antes al darse cuenta de quien era.

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