Capítulo 7

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CAPITULO 7

21 de Agosto del 2061

Ahora mi reina te contare como sucedieron las cosas, porque nunca obtuve respuesta a ninguna de mis cartas y si me contestó nunca lo supe ya que nos mudamos a otro lugar y mi dirección cambio.

Dos años más tarde mi amiga Toñi había conseguido enseñarme hablar algo de turco y después de tanto ahorrar conseguí tener una cantidad lo suficientemente generosa para hacer lo que más deseaba en toda mi vida: ir a trabajar al extranjero, pero eso si irme en un crucero hasta llegar a mi destino. Siempre soñé con ir en un trasatlántico, ver el mar, toda esa agua rodeándome, notar la brisa el mar en mi cara, descansar, disfrutar viendo los delfines que surcaban el mar y lo conseguí.

Apenas llevaba una semana en ese enorme barco, comencé a sentirme un tanto melancólica, triste, echaba de menos mi tierra, mi familia y eso fue lo que me hizo sentirme un tanto triste. Paseaba por cubierta, acudía a la piscina, iba al gimnasio, pero nada hacía que se mitigara un poco ese dolor de ausencia y soledad dentro de mi corazón. En uno de los tantos puertos que atracamos decidí bajarme y hacer un poco de turismo, sin alejarme mucho del puerto ya que tan solo tendría apenas unas horas para distraerme un rato por lo que era la costa de....no recuerdo su nombre, pero si recuerdo su olor tan especial a tropical, sus palmeras tan altas eran como gigantes observándome sin detenimiento. Pare en uno de los puestos y me compre un collar de conchas, era precioso. El tiempo pasó sin darme cuenta y decidí volver al barco.

Paseando por cubierta pude comprobar que había subido más pasajeros, todos se despedían de sus familiares, pero había uno que me resultaba familiar, solo lo pude ver de lejos. Lo observe y si, era él, estaba en el mismo barco que yo, era un sueño o tal vez una hermosa pesadilla. Hablaba por teléfono y al parecer no era nada bueno ya que grito encolerizado y lanzo el teléfono móvil al mar tan lejos como pudo. No se si fue cosa del destino, pero pasaba tan cerca que al lanzar el móvil me golpeo sin querer haciendo que de ese modo se me cayera mi collar de conchas al suelo y al instante se hizo trozos.

Él se disculpó muy amablemente y si era él....Can Yaman. La persona que más había amado en toda mi vida estaba allí y estaba frente a mí presentándome una disculpa por lo sucedido. Una vez más mis reflejos me hicieron que me enfadase y es que ese collar me gustaba. Le grite no sé cuantas cosas, hasta que me di cuenta...estaba llorando, no pude aguantarme y lo abrace instintivamente. Después de aquel repentino encuentro, me pase todo lo que quedaba de día viendo sus ojos en cualquier lado y por la noche no pegue ojo, creo que estuve dando vueltas y vueltas en la cama sin poder conciliar el sueño, así que me puse algo de abrigo, precisamente la bata celeste que me regalo mi madre para el viaje y salí a cubierta a pasear. Anduve todo el barco de punta a punta hasta que me tumbe en una de las hamacas de la zona de la piscina y me quede dormida contemplando la luna. Los primeros rayos de sol fueron los que me despertaron, menos mal que aún los pasajeros seguían durmiendo a excepción de la tripulación que ya estaban despiertos y preparando todo para el desayuno, llegue a mi camarote, me di una ducha, me arregle un poco y luego pedí que me trajeran el desayuno. Me pase toda la mañana encerrada, me daba miedo salir y descubrir que él no estaba en el barco.

Cuando decidí salir eran ya pasadas las cinco de la tarde, no fui a ninguna de las actividades a las que solía ir tan pronto amanecía, esa vez hice algo distinto, me fui a la zona de tiendas y me compre un gel de baño de lilas y otro de jazmín ya que el de rosas estaba agotado, salí de la tienda pensando en donde estaría él, pero me tropecé con alguien al doblar una esquina...era él, por segunda vez nos habíamos encontrado casualmente y otra vez me tiró lo que llevaba en las manos al suelo "perdone usted por favor mi torpeza" yo no supe que contestarle, él fue el que lo dijo todo "es la segunda vez que nos tropezamos" me mostró la sonrisa más hermosa que había visto en toda mi vida. Después de aquel segundo encuentro, él no dejo de buscarme a todas horas del día al parecer necesitaba un amigo con el que mitigar esa pena que llevaba dentro y una vez más fui el paño de lágrimas de otro ser humano.

Mi Diario (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora