Capítulo 9

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CAPITULO 9

Desde aquel día en que leyó aquella carta, se juro a sí mismo disfrutar de esa oportunidad que la vida le había puesto nuevamente en su camino, igual que una vez le puso a la persona que jamás llegó a pensar, esa mujer que se le metió en las venas mezclándose con su sangre, anidando poco a poco de una manera inexplicable como si fuese el mismo aire, como si solo ella fuese la única que hacía sentir que su corazón latía descomunalmente a un sentimiento que creía muerto "EL AMOR" ella lo hizo renacer, estremecerse con cada beso, caricia, abrazo, con todo lo que su cuerpo experimento a su lado, lo despertó nuevamente al amor. Solo ella lo entendía, lo amaba hasta el cansancio y nunca dejo de hacerlo, su última palabra fue para él.

El tiempo pasaba y el amor que Can le procesaba a su hija era inmenso, la quería de tal manera que por una vez en su vida sintió que aquel hermoso ser que llevaba su sangre, era lo más importante en ese momento incluso más importante que su enfermedad.

Dos días antes de su cumpleaños, su hija Pepi decidió darle una sorpresa...

-Papá, apresúrate con tu equipaje- le decía entrando por la puerta para ayudarlo.

-Hija mía, no entiendo a qué viene tanta prisa. Es increíble lo que te pareces a tu madre en este aspecto, a ella siempre le gustaba darme las sorpresas y reconozco que en más de una ocasión se me adelanto- termino de decir al mismo tiempo que cerraba su maleta.

Los dos salieron de la enorme casa y juntos montaron en el coche de Pepi, ella conducía y su padre Can iba sentado a su lado de copiloto, con los ojos tapados por un pañuelo de seda que perteneció a su madre...

-¿Se puede saber a dónde vamos? –preguntó.

-Es una sorpresa y como tal no se debe decir o dejaría de ser una sorpresa.

-Está bien ya no insistiré más.

El trayecto en coche había sido un poco largo, pasarían casi cuarenta y cinco minutos hasta que llegaron a su destino...

-Espera papá, yo te abro la puerta –dijo bajándose del coche y dirigiéndose al lado contrario del coche.

-Está bien, de aquí no me moveré.

-Dame tu mano –le dijo en el momento en que abrió la puerta del copiloto –ya hemos llegado.

Pepi camino sujetando a su padre de ambas manos, solo unos pasos fueron suficientes para colocarlo donde ella quería...

-Me gusta este olor, es tan suave y fresco –en ese momento noto como su hija se colocaba detrás de él.

-Te voy a quitar el pañuelo de los ojos, pero con una condición.

-¿Cuál? –preguntó Can.

-No debes abrir los ojos hasta que yo te lo diga.

-Está bien, será como tú quieras –contestó con una sonrisa.

Can estaba deseoso de saber el porqué de tanto misterio, ya le quedaba menos para saber el motivo por el cual su hija lo tratase todo con sumo cuidado incluso hasta el último detalle.

-Está bien papa, ya puedes abrir los ojos.

Tenía curiosidad por saber de qué se trataba la sorpresa, muy despacio abrió sus ojos. Frente a él se encontraba aquel enorme transatlántico "The Mayestic" el mismo donde nació el amor entre dos personas que no se conocían de nada, el mismo que arropo a dos jóvenes y en el cual se entregaron el uno al otro. Los ojos Can se humedecieron, mientras lo contemplaba notó como la vista se le nubló y gracias a que su hija estaba gusto a su lado abrazándolo, noto como la respiración de su padre era un tanto dificultosa...

Mi Diario (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora