Capítulo II: Un mundo de ciudades cúpula
La sala de terminales holográficos de larga distancia estaba ya casi vacía, sólo dos personas, conectadas a dos de los terminales, parecían aún atareadas. Una tercera recogía sus cosas. Emma se cruzó con ella cuando salía de la sala.
-Hasta mañana –dijo.
-Hasta mañana – contestó Emma, sin prestar demasiada atención al que se despedía.
Luna y David se volvieron al oír su voz. David le dirigió una sonrisa y se levantó para saludarla. Era un hombre muy atractivo, de pelo castaño oscuro, barba muy cuidada, que llevaba a propósito para tapar la marca azul aqua de su mejilla, y unos profundos ojos negros. Uno de los mejores ayudantes del Dr. Erai y por, supuesto, sano competidor de Emma para una plaza de titular en el CEIJU.
-¡Caray, Emma! Parece mentira que trabajemos en el mismo departamento. Nunca nos vemos.
-Será porque estoy muy ocupada –se le escapó, en un tono poco amigable.
-No seas así –respondió él, fingiendo ofenderse-. Estaba preocupado por ti.
David siempre había sentido debilidad por Emma, a pesar de saber que estaba comprometida. Ella, al principio, había experimentado una sensación de incomodidad con su trato, excesivamente cercano, y lo había evitado. Pero el trabajo con el Dr. Erai los había obligado a una estrecha colaboración con demasiada frecuencia, y habían acabado por acostumbrarse y conocerse tanto el uno al otro que David había renunciado totalmente a ella, sólo la pinchaba cuando la veía tensa.
-Emma ya sabe cuidarse solita –intervino Luna.
“No puede evitar ser una metomentodo”, pensó Emma, pero dijo:
-Gracias Luna, pero quizás sí que esté un poco susceptible últimamente. Demasiada tensión, supongo. Lo siento, David –y añadió- Si quieres, cuando acabe, puedes acompañarme hasta la parada del SPIT y charlamos un rato.
En realidad, no sabía por qué acababa de decir aquello. No podía hablar, realmente, con David, sobre lo que le estaba pasando. Y tampoco tenía ganas de hablar ni de trabajo ni de trivialidades. Tal vez, únicamente, lo había dicho porque, a pesar de todo, necesitaba compañía.
-De acuerdo –contestó él- No me queda mucho.
Emma miró a Luna, que los observaba desde su terminal holográfico. Antes de marcharse a casa, aún tenían que revisar juntas el seguimiento del traslado al CEIJU de un material sobre el que hacía tiempo que trabajaban en colaboración con América del Sur; unos fósiles muy antiguos, una parte de los cuales ya había formado parte de algunos de los estudios que habían realizado los padres de Emma.
-Justo ahora estaba conectando con el dispositivo de transporte –contestó Luna, en su lugar- No creo que nosotras tardemos, tampoco, demasiado.
David volvió a su trabajo y Emma se acercó al terminal de Luna. El terminal era un aparato parecido a una amplia cabina, pero sin puerta, donde cabían, holgadamente, dos personas sentadas. La holografía de larga distancia necesitaba de unos dispositivos mucho más potentes, y por tanto de mayor tamaño, que la holografía de cercanía, y aun así, su necesidad de interacción con la atmósfera terrestre no permitía la estabilidad conseguida con la holografía de cercanía.
Habían sido necesarios muchos trámites burocráticos para conseguir el visto bueno para aquel traslado. Un mundo de Ciudades cúpula, obsesionado por destinar el máximo de energía y esfuerzos a preservar invariable al Homo Sapiens Sapiens, y su comodidad, debía ser austero en el consumo de energía extra, y los desplazamientos estaban previstos, básicamente, con finalidades productivas. Pero el material estaba ya en tan mal estado de conservación que solo un estudio directo podía corroborar o descartar las hipótesis sobre las que trabajaban. El viaje, de todos modos, no iba a ser rápido. Cuando se realizaban traslados, estos se llevaban a cabo con un tipo de Drones no tripulados, que, aunque lentos, eran muy resistentes, y conseguían hacer frente a la difícil situación atmosférica terrestre.
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Seres Imperfectos
Fiksi Ilmiah“¿Quién de entre nosotros posee el genoma de genomas, el genoma mediante el cual todos los demás serán juzgados? La concisa respuesta es nadie... Todos somos mutantes” Armand Marie Leroi Emma Venn, Doctora...