Capitulo 5

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 Me despertó el incesante sonido de mi móvil, y en cuanto me dí cuenta de donde estaba, enseguida me dí cuenta de que seguramente era Moisés. Miré el reloj, eran casi las ocho de la tarde. Cogí el móvil, y efectivamente era Moisés. Descolgué excusándose:

Lo siento, nos hemos liado Susy y yo, en media hora estoy ahí.

Bien, tengo hambre y no tengo ganas de cenar tarde - dijo levemente enfadado. Parecía que sólo me quisiera para eso, para hacerle las cosas.

Desperté a Fran que también se había quedado dormido.

Fran, tengo que irme.

¿Qué hora es?

Las ocho. ¿Puedes llevarme a casa, por favor? - le pedí.

Por supuesto.

Nos vestimos deprisa y en menos de media hora estábamos llegando a mi casa. Le pedí que me dejara un par de calles más abajo, y antes de salir del coche me dijo:

Tenemos que volver a vernos, tenemos que hablar.

Sí, ya lo haremos. Hasta pronto.

Bajé del coche y mientras me dirigía hacía mi casa, de nuevo el sentimiento de culpa me inundó. Me sentía una mala esposa, engañando a mi marido con su compañero de trabajo. Al entrar en casa, me encontré a Moisés sentado en el sofá viendo la televisión.

Hola - lo saludé.

Ya era hora. Cuando estás con tus amigas te olvidas de todo. Venga, que me muero de hambre - protestó.

Te podía haber espabilado tú solo, ¿no? tienes dos preciosas manos y todo lo necesario para hacerte la cena tú solito - le recriminé.

Sí, pero eres tú quien debe hacerlo.

¿Ah, sí, dónde está eso escrito?

!Eres mi mujer, es tu deber¡ - vociferó

¿Y el tuyo cual es, ponerme los cuernos con tu secretaria? - le espeté arrepintiéndome al segundo.

¡Ya está bien, hasta aquí hemos llegado! - dijo, cogiendo su chaqueta y añadió: - me voy a cenar tranquilo por ahí.

Cerró la puerta dando un sonoro portazo y me quedé sola. Había sido nuestra enésima discusión y como siempre él había acabado huyendo. Me enervaba aquella actitud suya, huyendo siempre del problema, además de tratarme de un modo tan machista.

Y entonces decidí coger el teléfono y llamar a Fran.

¡Hey, ¿ya me estás echando de menos? - me preguntó nada más coger la llamada.

Sí, más o menos. Oye, que tal si quedamos para comer mañana, sino te va mal, y así podemos hablar y quien sabe...

Bien, pasaré a recogerte a tu oficina sobre las dos ¿vale?

Perfecto - le dije.

¿Ha pasado algo? - me preguntó.

Nada, que he discutido por enésima vez con Moisés y se ha largado, como hace siempre. Estoy harta.

Bueno, mañana hablamos de esto y de todo ¿te parece bien? Ahora tengo que dejarte, acaban de llamar a la puerta.

Bien, hasta mañana.

Colgué, preparé algo para cenar y me fuí a dormir. No sé a que hora volvió Moisés y la verdad tampoco me importó. Me levanté, me duché y me vestí para irme a trabajar media hora antes de lo que lo hacía habitualmente para no coincidir con él, y cuando estuve lista me marché. Como tenía tiempo decidí ir andando al trabajo en lugar de coger el metro como hacía habitualmente, total eran sólo un par de paradas, o sea, como mucho la media hora que me sobraba.

Cuando llegué a la oficina Susana no tardó en acercarse a mí y preguntarme:

¿Qué pasó ayer? ¿Qué tal te fue con Francisco?

Bien, fuimos a su casa y...

¿Y qué? - me preguntó impaciente.

Lo hicimos - le respondí.

Bien. Me alegro mucho, te lo mereces.

Y antes de que pudiera contarle nada más, apareció nuestro jefe y tuvimos que ponernos a trabajar.

A las dos en punto, recogí todas mis cosas y bajé a la recepción donde me esperaba Francisco.

Hola preciosa ¿cómo va? - me saludó nada más verme.

Bien.

He visto un restaurante muy coqueto y discreto a un par de calles de aquí - me indicó.

Bien, vamos.

Fuimos andando hasta el restaurante, cogidos de la mano. Junto a él me sentía como una adolescente con su primer novio, ilusionada y feliz. En el restaurante, Fran pidió una mesa en un lugar tranquilo y discreto. Pedimos y cuando nos trajeron los platos. Fran empezó a hablar.

Sé que lo de ayer, quizás te sorprendió un poco, pero yo soy así. Me gusta el BDSM y lo práctico activamente con mis parejas. Me pareció que te gustaba y por eso no paré aunque intuyo que nunca lo has practicado ¿verdad?

Así es - le dije - jamás había hecho algo como lo de ayer, pero sí, me gustó. Me sentí... no sé, me sorprendió sentirme excitada cuando me...pegaste. No sabía que tendría esa reacción. Y me gustó.

Yo puedo enseñarte todo lo necesario para que seas mi sumisa - me dijo - y realmente me encantaría recorrer ese camino contigo. Eres una mujer maravillosa y te mereces lo mejor. Por cierto, ¿que pasó anoche entre tu marido y tú?

Nada, que discutimos como hacemos día sí, día también desde hace unos meses.

¿Y por qué no te separas? - me preguntó.

Pues no sé, en realidad, es algo que llevo un tiempo pensando, que debería hacer, pero no sé, creo que en el fondo me da miedo quedarme sola.

Pero eso no tienen porque ser así, eres joven y guapa. Y ahora me tienes a mí - dijo suavemente, haciendo que las palabras vibraran en su voz.


Terminamos de comer, Fran pidió la cuenta y antes de marchar me dijo:

Necesito tenerte otra vez, jugar contigo, ¿cuando podremos hacerlo?

No lo sé - le respondí sinceramente - Pronto.

¿Podemos vernos luego?

No estoy segura. Tal y como están las cosas con Moisés, de momento no quiero tentar a la suerte. Y creo que debería hablar con él.

Sí, tienes razón. Está bien. Seré paciente y esperaré por tí. Es lo mínimo que puedo hacer. 

BUSCANDO LA PASIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora