"Vivimos toda nuestra vida con miedo a la muerte, sin comprender que deberíamos temerle a la vida misma"
Hoy era el primer día clases de mi último año escolar, algo realmente importante para mí.
Todo tenía que ser perfecto, todo tenía que salir de acuerdo al plan que había estado armando hace semanas.
Me gustaba planificar las cosas, siempre que lo hacia todo resultaba de maravilla. No me gustaba la monotonía que me obligaba a vivir la vida, pero de todas formas me gustaba hacer planes.
—Hoy es tu día, Holland —dije mirándome al espejo que se encontraba en mi escritorio—. Nada ni nadie podrá arruinarlo.
Hablar sola también me ayuda, podía aclarar mis ideas con mucha más facilidad. Mi mente era mi fiel compañera, única e inigualable.
Eran aproximadamente las ocho en punto de la mañana.
Caminé directo hacia el baño para tomarme una ducha, la cual debería durar solo diez minutos según el programa de horarios que había armado. Coloqué el cronometro y entre a la ducha.
Lavé mi cabello para luego desenredarlo con el pequeño peine que se encontraba desgastado de tantas veces que lo había usado. Sin embargo, no quería comprarme otro.
Por último lavé mi cuerpo y cuando estaba por cerrar la canilla, sonó el cronometro; ni un minuto más ni un minuto menos.
Envolví una toalla alrededor de mi cuerpo y utilicé otra para secar mi cabello.
Salí de baño para dirigirme nuevamente a mi habitación y poder elegir que iba a ponerme hoy.
Opté por ponerme unos jeans ajustados tiro alto de color negro con una musculosa blanca, y arriba una camisa de jean del mismo color que los jeans. En mis pies me coloqué mis zapatillas Vans de color negro que tenían brillitos por todas partes.
Por último me puse unos pequeños pendientes en las orejas y algunas pulseras en mis muñecas. Decidí maquillarme, pero de una forma sencilla. Algo de corrector debajo de mis ojos, rímel por mis pestañas, un bálsamo de coco sobre mis labios y un poco de rubor sobre mis mejillas, debido a que mi piel era demasiado blanca y si no le colocaba algo de color iba parecer un fantasma.
Ya estando vestida y maquillada, revisé que todo estuviera en orden en mi mochila y baje por las escaleras para dirigirme a la cocina.
—¡Eres un maldito hijo de puta! —gritó mi madre con furia.
—¡Ojala te mueras maldita perra! —Esta vez fue mi querido padre.
—¡Voy a matarte!
Nada más hermoso que levantarte en las mañanas con los gritos de tus padres amenazándose a muerte.
Como siempre, todas las mañanas eran iguales. No importaba si era en etapa escolar o en vacaciones, mis padres siempre discutían.
Con la mejor sonrisa falsa, dije:
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Juguemos a ser fuertes [En Curso]
Novela JuvenilHolland Evans pensó que su último año de secundaria iba ser el mejor año de toda su vida, pero sus planes se ven interrumpidos por una enfermedad que la obligará a ser fuerte en sus momentos de debilidad. Una enfermedad que controlará su vida, dici...