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Siempre y para siempre

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Me desperté temprano, tanto era el frio que sentía mis dientes casi crujir. Había dejado la ventana abierta, así que era obvio por qué me congelé durante toda la noche. Me estremecí mientras me levantaba, tratando de calentarme con la manta.

- Buenos días - dijo mi madre con una calma que me desconcertó al verla en la cocina. La miré confundida, ¿acaso olvidó que habíamos peleado anoche? O tal vez... ¿solo lo soñé?

- Buenos días - respondí con la voz áspera y ronca. Mi madre se acercó de inmediato, colocando su mano en mi frente con ese gesto de madre preocupada, un gesto muy familiar para mi desde que era pequeña.

- Estás helada, ¿dejaste la ventana abierta otra vez? – esta me preguntó con una ceja alzada.

Asentí levemente, mientras un gran bostezo escapaba de mis labios.

- Olvidé cerrarla cuando ya iba a dormir - dije con indiferencia. Ella suspiró, preocupada, como siempre.

- Bueno, ve a abrigarte. Iremos temprano a la muralla a comprar algunas provisiones - anunció sacando su vieja cartera del mueble.

Suspiré levemente, fastidiada.

- ¿No puedes ir tu sola? - solté de golpe, la pregunta cargada venia llena de mi gran molesta que se había acumulado anoche.

Mi madre se detuvo un momento, se volteo a mirarme con una mirada firme y seria. Podía ver la tensión en su expresión, pero su voz se mantuvo calmada.

- Ya soy lo suficiente vieja como para cargar todo yo sola, Jeaneth. Además - hizo una pausa, su tono se volvió más serio - no pienso quitarte la vista de encima por un buen tiempo.

Me sentí molesta por aquella amenaza, pero me limité a suspirar mientras me levantaba para buscar el abrigo más grande que tenía en el pequeño armario.

- Pues no entiendo por qué sigues con eso... dijiste que ya llevas más de 10 años sabiéndolo -protesté mientras me colocaba el abrigo y las botas. Había visto un poco de nieve caer por la ventana unos minutos antes, por lo que era mejor ir preparada para el frio.

- Y planeaba mantenerme calla porque nunca me habías hablado de esa manera, Jeaneth. Me dolió, te escapaste de casa, a pesar de que te pedí que no lo hicieras - respondió con una dureza que no solía mostrar. Su mirada me hizo sentir culpable por un instante, pero me resistí a dejar que lo notara.

- No lo haré más, ¿contenta? - dije secamente mientras cruzaba los brazos resignada a su regaño - pero necesito salir de vez en cuando con mis amigos.

Ella suspiró, cansada de discutir, mientras se ponía su bufanda.

- Lo entiendo y son bienvenidos en esta casa cuando lo deseen, Jeaneth. Hugo adora venir a esta casa - respondió, intentando suavizar la conversación y persuadirme.

- Venir aquí? En esta choza no caben ni cuatro personas - dije de manera despectiva, observando las paredes agrietadas y el techo bajo. Mi madre me miró con dureza.

- Esta como tu llamas "choza" es tu hogar, y me costó muchísimo convertirla en uno - su tono era frío y cortante. Podía sentir la verdad en sus palabras, pero me dolía admitirlo.

Sin más agarré el carrito para el mandado, ignorando la punzada de culpa que sentí.

- Pues no habrías tenido tanto trabajo si me hubieras dejado ayudar y trabajar - le lancé, abriendo la puerta de la casa - ya que nunca me dejaste estudiar con los otros niños, al menos pude haber hecho algo útil.

♱ SINGULAR: La EliteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora